Fiesta del Orgullo Gay

Las voces críticas con el Orgullo, desde dentro del Orgullo

Piden que las reivindicaciones vuelvan a estar presentes sin vetos ideológicos y que las empresas que patrocinan las carrozas tengan políticas internas en defensa de los derechos LGTBIQ+.

Un joven ondea la bandera del Orgullo en Madrid
Un joven ondea la bandera del Orgullo en Madridlarazon

Piden que las reivindicaciones vuelvan a estar presentes sin vetos ideológicos y que las empresas que patrocinan las carrozas tengan políticas internas en defensa de los derechos LGTBIQ+.

Pese a que la fiesta del Orgullo tiene unas reivindicaciones más que justas, cada vez hay más gente en el colectivo que no se siente representada. Un sentimiento que gana fuerza a medida que va creciendo como fiesta, dejando a un lado los orígenes: marchar con orgullo en defensa de los derechos LGTBIQ+. Pese a que los participantes son muy conscientes de las raíces de este movimiento, batalla que comenzó el 28 de junio de 1969 con las revueltas de Stonewall contra toda forma de opresión y para promover la visibilización y normalización de las identidades LGTB, lo cierto es que en España de un tiempo a esta parte la voz reivindicativa se está «apagando» entre tanto foco, tanto tanga y tanto patrocinador.

«La primera manifestación tras lo de Stonewal llega a Barcelona en el 77. Y al año siguiente a Madrid, Sevilla y otras ciudades. Aunque las primeras fueron multitudinarias, con casi 10.000 participantes en la de Madrid, las siguientes, en la década de los 80, eran muy políticas y reivindicativas pero iba poca gente. Ya a principios de los 90 en Madrid apenas eran 200 personas las que iban el 28 de junio porque pensaban que al no ser ya ilegal ser gay estaba todo conseguido. En 1994, en el 25 aniversario de Stonewall, una activista, Mili Hernández, lo vivió en EE UU y se dio cuenta de que había que hacer el Orgullo de otro modo para que fueran más personas. En el 95 empieza otro modelo que ya no se celebra el 28, sino el sábado siguiente para que pudiera ir más público. Tiene un toque más festivo, aunque seguía siendo reivindicativo. Allí pasaron de 200 a 5.000 personas, un exitazo», explica Ramón Martínez, investigador LGTB y escritor.

En 1996 la revista «Shangay» saca la primera carroza con música y demás y desde ese año hasta 2005, el Orgullo va creciendo y desarrollándose cada vez más su parte lúdica. ¿Pero qué pasa desde entonces? «Ya se ha conseguido el derecho del matrimonio homosexual y luego en 2007 el de identidad transexual y el Orgullo se ha desdibujado. No sabemos muy bien qué reivindicar (una ley estatal, por ejemplo), mientras, en paralelo, siguen creciendo las empresas y su participación». El Euro Gay Pride marcó un antes y un después: «Desde hace diez años el COGAM y la Federación Estatal LGTB han ido ceciendo espacios a los empresarios frente a la parte reivindicativa. Ya son solo fiestas organizadas por los empresarios, que puede estar bien pero, ¿dónde han quedado las pancartas reivindicativas? Casi ni se las ve. Las entidades sociales solo convocan la manifestación y la mitad son discotecas o empresas que no tienen nada que ver con el colectivo, como puede ser Google. Este año la FELGTB ha cedido una carroza con su logo a Amazon, que vende libros homófobos en su plataforma. Las empresas aprovechan el Orgullo para hacer publicidad, no para mostrar su compromiso que sí podría hacer IBM, que tiene políticas internas maravillosas, como por ejemplo, antes de desplazar a un trabajador a otro país vigila si allí se respetan los derechos LGTB porque a un heterosexual le puede dar igual que le manden a Dubái, pero para un matrimonio gay ya es una complicación». Esta falta de contenido político, de reivindicaciones, es uno de los motivos por los que cada vez más personas prefieren ir a la manifestación del 28 de junio que es reivindicativa y no a la de hoy. «El otro factor es que hay personas LGTB más conservadoras que creen que se debe dar una imagen más normalizada del colectivo», precisa Ramón Martínez. Y de no producirse un cambio, «a lo de hoy le quedan 10 años de vida como mucho. No es que no vaya a seguir produciéndose, es que el Orgullo oficial como herramienta política va a desaparecer y se quedará solo como fiesta», asegura el investigador. Y es que cada vez hay más voces en contra desde dentro. Recientemente la asociación Respeta reaccionó mandando un comunicado al vetarse a Cs: «Vetar o agredir no es la solución». «A algunos colectivos se les ha olvidado que la defensa de los derechos LGTBI son universales», afirma Adolfo Martínez, coordinador y presidente de Respeta, en referencia a que algunos partidos se apropian como los únicos altavoces de los derechos LGTBI vetando a otros colores.

Derechos universales

«Se está discriminando y no se puede incitar a la discriminación. Yo estoy preocupado como especialista y acompañante en materia de delitos de odio. Parte del colectivo está enfadado con Cs por pactar con VOX pero, ¿qué pasaría si de la humillación se pasa a mayores y algún radical violento agrede físicamente a un activista LGTBI que sea de Cs? ¿Tenemos que esperar a que haya sangre para darnos cuenta de los errores? Ningún partido puede patrimonializar el Orgullo y tampoco hay que despolitizarlo», recuerda el coordinador de Respeta, asociación que «no participa en el Orgullo porque no hay una transparencia en la organización de este evento ni de a dónde va el dinero» y que pide “que se apruebe de forma urgente una ley LGTBI y una ley trans estatales”.