Mascotas

Los «dulces detectores» podrían salvar su vida

Se trata de perros adiestrados que pueden detectar enfermedades como la diabetes

Los Jack Russell son criados por su criador de confianza Bosques Azules
Los Jack Russell son criados por su criador de confianza Bosques Azuleslarazon

Se trata de perros adiestrados que pueden detectar enfermedades como la diabetes.

Desde hace once años Canem (entidad comprometida con aumentar la calidad de vida de las personas) ha llevado a cabo un nuevo proyecto, cuyos protagonistas son los perros Jack Russell terrier. Estos nuevos amigos son capaces de ayudar a aquellos sujetos que padecen de diabetes y epilepsia.

El objetivo es llegar a más individuos que puedan disfrutar de los beneficios de convivir con un perro de asistencia Canem y, además, ganar salud. Se trata de personas que padecen hipo e hiperglucemia (diabetes) o crisis de desconexión sensorial (epilepsia). El tratamiento se basa en la adopción de un perro de alerta médica, o mejor dicho, «dulces detectores». Estos son los Jack Russell terrier. «Desde el punto de vista de nuestro equipo de adiestradores, estos canes son los más adecuados ya que cuentan con el tamaño apropiado y una elevada capacidad de trabajo. Son muy longevos y carecen de grandes problemas veterinarios», explica Lidia Nicuesa, psicopedagoga de la fundación.

Canem, basándose en su experiencia de más de 100 perros preparados y entregados a familias, colabora solo con Jack Russell. Esto no quiere decir que no se haya intentado trabajar con otros linajes, simplemente que la raza más completa en su conjunto es esta. «Son seleccionados cuando tienen dos meses y medio, han sido educados y adiestrados. Cuando llegan a los seis meses de edad son entregados para detectar las irregularidades de quienes padecen bajadas o subidas de glucosa, o desconexión sensorial con 30 minutos de antelación. Los resultados no son inmediatos: habrá un período de adaptación y seguimiento donde los objetivos serán marcados a corto, medio y largo plazo. Esto permitirá medir el avance del proyecto», aclara Nicuesa.

También añade que «el equipo está formado por profesionales del mundo del adiestramiento canino y de la psicopedagogía». Además de Nicuesa, la otra cara visible es Paco Martín, presidente de la fundación, adiestrador y director de Canem.

En cuanto al coste que cada familia ha de aportar al proyecto de su perro de alerta médica, es el mínimo posible. «Entre todos sufragamos el importe de nuestros perros, ya sea con alimentación, higiene o donaciones, incluso contamos con la ayuda de iniciativas privadas, especialistas, colaboradores y patrocinadores que nos ayudan a sacar adelante el proyecto», confirma Nicuesa.

El primer caso en el que se ha tratado la diabetes con la ayuda de estos canes es el de Nicuesa y Cini: «Tengo 22 años y padezco diabetes tipo 1 desde los cinco. Es una enfermedad crónica que la definiría como un cúmulo de decisiones». Es una vida normal convertida en calculadora. «Se trata de jugar todo el día a estar en unos buenos valores de glucosa y mantenerlos. Mi perrita Cini me ha salvado la vida, sin ella no podría vivir. Ella detecta a través del olfato una sustancia que se llama isopreno, esta se segrega cuando se va a tener una bajada o subida de insulina. Te mira y ladra varias veces, esa es su manera de avisarte». Los resultados, por ahora, son los deseados, más de cien familias avalan que los «dulces detectores» mejoran su día a día aportando tiempo y tranquilidad gracias a sus avisos prematuros.

En 2015, se prepararon once perros; en 2016, seis más; en 2017, 27; y en 2018, han incrementado hasta 40. Las personas con estas enfermedades aumentan cada día y contar con la ayuda de uno de estos canes aporta una seguridad vital mayor. Además, esta fundación no requiere de condiciones específicas para llevar a cabo la tutela del can.