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El lado oscuro de los vídeos virales con lémures

Los gatos y los perros no son las únicas estrellas de internet. Un lémur de cola anillada se hizo famoso en 2016 al pedir arrumacos a unos niños de Madagascar. El vídeo tuvo en Facebook unos 20 millones de visitas la primera semana. Según los científicos, estos virales aparentemente inofensivos pueden avivar el comercio ilegal de especies

Los lémures de cola anillada son endémicos de Madagascar y se estima que quedan menos de 5.000 ejemplares en estado salvaje. / Pixabay
Los lémures de cola anillada son endémicos de Madagascar y se estima que quedan menos de 5.000 ejemplares en estado salvaje. / Pixabaylarazon

El vídeo, de gran ternura, no pasó desapercibido. Dos niños acarician a un lémur en Madagascar. Cuando dejan de hacerlo, el animal pide más mimos con un simple gesto de la pata, indicando que le rasquen el lomo, un comportamiento muy habitual observado en nuestras propias mascotas, pero no en un animal salvaje.

El vídeo circuló en internet como la pólvora y pronto se hizo viral. En una semana la publicación original ya tenía unos 20 millones de visitas en Facebook y miles de comentarios en redes sociales. Las búsquedas en Google y YouTube de la frase “mascota lémur” se dispararon en las semanas posteriores.

Un equipo de científicos, dirigidos por la Universidad de Utah en EE UU, ha analizado la actividad en Twitter del fenómeno lémur. El estudio, publicado en la revista PLoS ONE, revela que los vídeos virales de animales adorables pueden tener un lado oscuro, al alimentar su demanda como mascotas.

Los investigadores del Pet Lemur Survey Initiative descargaron y estudiaron cerca de 14.000 tuits en inglés que mencionaban a lémures en cautividad o como mascotas durante un periodo de 18 semanas anteriores y posteriores a la publicación del vídeo. Los resultados muestran que, a medida que el vídeo se compartió, la cantidad de tuits en los que se expresaba la voluntad de querer un lémur como mascota o se preguntaba dónde comprar uno se duplicaron.

Sin embargo, “sabemos que prácticamente ninguna de las personas que tuiteó acerca de querer un lémur como mascota después de ver el video viral realmente lo tiene”, confiesa la primera autora, Tara Clarke, que era profesora asistente de Antropología evolutiva en la Universidad de Duke (EE UU) en ese momento.

A los investigadores les preocupa que estos fenómenos virales alienten a los traficantes de la vida salvaje, sobre todo en Madagascar, el único lugar donde viven estos primates en peligro de extinción. “La percepción de las personas al ver los vídeos o las fotos en redes sociales podría generar impactos negativos indirectos”, añade Clarke.

La crítica situación de los lémures

Aunque en la isla de Madagascar es técnicamente ilegal tener a un lémur como mascota, las leyes son difíciles de hacerse cumplir, sobre todo en las aldeas remotas donde hay poco control policial.

Otros estudios ya habían sugerido que más de 28.000 lémures habían sido capturados ilegalmente en su hábitat natural desde 2010. Muchos de ellos se han convertido en mascotas de hoteles y restaurantes de la propia isla para que los turistas puedan acariciarlos o hacerse selfis con ellos. Pero la mayoría de las veces estos animales son enjaulados solos o atacados con correa, y se alimentan de comida humana, como el arroz.

De las 100 especies de lémures conocidas unas 30 se ven afectadas por el comercio ilegal, pero el lémur de cola anillada, reconocible por su larga cola de rayas blancas y negras, es la especie que la gente más tuiteó para tenerla de mascota. Hace 20 años, la población de lémures de cola anillada se estimaba en más de 750.000 ejemplares, según las imágenes de satélite. Ahora, se estima que viven menos de 5.000.

Pero este no es el primer estudio que sugiere que las selfies de animales exóticos pueden dañar la vida silvestre. Las fotos de otros animales, como chimpancés o monos ardilla que están en contacto con personas, pueden distorsionar la percepción pública de la amenaza real de estos animales.

“Lo que estamos tratando de transmitir es: piénsalo dos veces antes de darle a ‘me gusta’, o antes de compartir”, concluye Clarke.