Energías alternativas
La energía que renueva los pueblos : Extremadura bulle con la energía solar
“Haz lo que puedas, con lo que tengas, donde estés”. Aunque la frase es del presidente estadounidense Theodore Roosvelt, podría ser perfectamente asociada a los vecinos de la localidad cacereña de Logrosán, que cuenta con grandes extensiones de terreno y muchísimas horas de sol, lo que la convierte en un referente en el desarrollo de los parques fotovoltaicos en España.
Hace años que Logrosán enterró su pasado minero, el que le llevó a extraer la mitad del fosfato de calcio producido en nuestro país para fabricar fertilizantes químicos. Ahora, sus vecinos levantan la vista al sol y ven una nueva fuente de recursos y prosperidad para el municipio.
Con 12 parques fotovoltaicos en construcción y 61 proyectos más en tramitación (de los cuales, 25 ya han recibido autorización administrativa), Extremadura bulle con el negocio de la energía solar fotovoltaica, en donde Logrosán se erige como uno de sus claros exponentes. Prueba de ello es el parque fotovoltaico que la filial de energías renovables de Endesa, Enel Green Power España (EGPE), está construyendo en la localidad extremeña. Un proyecto que cuenta con una inversión que ronda los 94 millones de euros para levantar este parque y que, cuando concluyan las obras a finales de este año, está previsto que pueda generar energía equivalente al consumo de 61.000 familias.
En Logrosán son poco más de 2.000 habitantes, un tercio de los cerca de 6.600 vecinos que fueron contabilizados en 1960. “Levo 31 años siendo el pediatra de Logrosán. Desde los años 2000 para acá, ha habido un evidente descenso de nacimientos”, apunta Juan Carlos Hernández, que es también el alcalde de la localidad.
Sin embargo, en los últimos meses el pueblo se ve transformado. A los vecinos que han encontrado empleo en el parque hay que sumarles aquellos trabajadores que han llegado de otras localidades. Esto ha provocado que no haya un piso vacío en el municipio, repercutiendo positivamente en el ambiente que hay en la calle, en los bares o en los restaurantes.
Juan Franco es uno de los empleados que ha venido a Logrosán a trabajar en la construcción del parque fotovoltaico. Su historia difiere de la del resto, y es que lo suyo en realidad es un retorno. Juan, nacido en Extremadura, es actualmente el responsable de la planta de EGPE en Logrosán quien, tras pasar por Turquía, Brasil o Uruguay a lo largo de su carrera profesional, ha vuelto a su casa. Este ingeniero de caminos cambió la obra pública por las energías renovables y, al conocer que se abría un proyecto en su tierra, no lo dudó ni un solo segundo. Ahora se enorgullece de lo mucho que están cambiando los pueblos de la región gracias al desarrollo de la energía renovable y presume de la calidad de la materia prima local con la que trabajan: “en Extremadura tenemos el mejor sol de España y diría que hasta de Europa”, afirma Juan Franco.
Y es que razón no le falta. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que la provincia de Cáceres alcanza las 3.000 horas de sol al año, una cifra que está atrayendo a numerosas empresas del sector energético y que abre nuevas oportunidades de empleo la región, que arrastra una tasa de paro del 22,5%.
Por su parte, Anabel Guillermo llegó hace seis años a Logrosán. Hace meses mientras navegaba por Facebook vio un anuncio sobre la próxima construcción de un parque fotovoltaico en el pueblo. A partir de ahí, todo cambió: se informó en el ayuntamiento y, junto a otros 264 vecinos, realizó uno de los cursos gratuitos de montaje de placas y estructuras organizados por Enel Green Power España (EGPE). Desde enero, Anabel trabaja en las obras comprobando que todos y cada uno de los 378.000 paneles solares que se están instalando estén bien montados.
Mucho más que empleos
Al margen de los 650 empleos directos e indirectos generados en la fase de construcción, el proyecto que desarrolla Enel Green Power España trae otros beneficios para Logrosán. En este sentido, la empresa realizará auditorías energéticas para reducir el consumo energético en 15 edificios públicos de la localidad y, en tres de ellos, se instalarán placas fotovoltaicas de autoconsumo.
Uno de esos edificios es la residencia de mayores gestionada por la Asociación para la Formación y el Empleo de Mujeres en el Ámbito Rural (FEMAR). Isabel Villa, directora de Femar, recuerda que la asociación nació hace 18 años y el proyecto de la residencia de mayores sirvió para cumplir un doble objetivo: en primer lugar, aumentar la empleabilidad de las mujeres y, en segundo, mejorar la vida de los vecinos de más edad, para que puedan recibir asistencia en su propio pueblo. Hoy conviven en el centro 67 personas mayores y 40 trabajadores (en su inmensa mayoría mujeres).
Isabel hace sus cálculos para saber cuánto se van a ahorrar en la factura energética: por un lado, con la auditoría energética y los cambios de iluminación a tecnología led, más eficiente y, por otro, con el autoconsumo. EGPE instalará en el tejado las placas fotovoltaicas que actualmente se están utilizando para dar electricidad a la zona de construcción del parque, capaces de generar un total de 10 KW de potencia. Con ello, “vamos a reducir en un tercio el gasto en electricidad” y, además, “la duración de las placas es de 25 años, por lo que no es una ayuda puntual, se va a notar a lo largo de los años”, apunta Isabel satisfecha.
Las medidas en beneficio de la comunidad, en las que se invertirán 230.000 euros, constituyen la otra cara de los proyectos fotovoltaicos. Para Juan Carlos Fernández, alcalde de Logrosán, se trata de un ejemplo claro de lo que deben hacer las empresas en el siglo XXI. “Deben aportar no solamente riqueza puntual, dando trabajo o generando algunos impuestos en la comunidad donde se insertan, sino que también deben de implicarse más en día a día de la comunidad”, señala el edil.
Actualmente, el auge de las renovables promete dar nueva vida a la zona, incluso a las minas que fueron abandonadas hace años. Maripaz Dorado, arqueóloga, se muestra esperanzada en que los recursos que las renovables van a aportar a las arcas públicas puedan destinarse a invertir en otros proyectos como, por ejemplo, la explotación turística de las minas. Mientras recorre las galerías del la Mina Constanza, donde hace décadas se extraía el fluorapatito (convertido en el combustible de la economía local durante años), se muestra confiada en que la despoblación provocada por el fin de la minería en Logrosán se revierta, al menos parcialmente, con la explotación de nuevos recursos energéticos. Esta vez a cielo abierto.
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