Madrid
La guerra química de las babosas contra el enemigo
Hasta ahora se sabía que las babosas de mar, también denominadas ‘mariposas de los océanos’, obtenían toxinas a partir de lo que consumían, por ejemplo, esponjas de mar. Un nuevo estudio publicado en PLoS ONEdemuestra que una vez absorben las sustancias químicas, almacenan solo los compuestos más tóxicos para usarlos contra sus enemigos.
“Hemos descubierto que las babosas de mar seleccionan una sola toxina para recoger y acumular un compuesto tóxico particular llamado Latrunculin A, conocido por su capacidad de matar células y ahora también a un crustáceo con la mínima cantidad, según han demostrado los test de toxicidad”, señala Karen Cheney, investigadora en la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Queensland (Australia) y autora principal del trabajo.
Esta práctica parece ser habitual entre estos moluscos nudibranquios (con las branquias al desnudo). Los científicos examinaron cinco tipos de babosas marinas recogidos en la Gran Barrera de Coral y en el sureste de Queensland, en Australia. Estas especies emplean defensas químicas y colores brillantes para ahuyentar a sus posibles predadores, un mecanismo similar al que utilizan las ranas dardo venenosas y las coloridas mariposas que avisan de su toxicidad por sus colores.
“Sin embargo, aún tenemos que confirmar si los patrones de sus colores están relacionados con la potencia de sus defensas químicas”, indica Cheney. Precisamente, el equipo está investigando si los colores más brillantes de las babosas de mar son los más tóxicos y si las que se camuflan con su entorno también contienen defensas tóxicas.
Almacenar tóxicos sin intoxicarse
Los peces reconocen fácilmente las señales visuales gracias a los colores de estos moluscos, pero los científicos sospechan de que debe haber algo más ya que en las cinco especies de babosas estudiadas estaba presente el mismo compuesto tóxico. Según los biólogos, es posible que otros depredadores como los cangrejos utilicen otras formas de detectar la toxicidad de sus presas.
Pero, sin duda, uno de los aspectos que más intrigan a los investigadores, y en el que centrarán sus próximos estudios, es cómo estas criaturas son capaces de comer a sus presas y transportar elementos químicos tóxicos sin causarse ningún daño interno en su organismo.
“El papel que desempeña el compuesto elegido por las babosas –Latrunculin A– en la naturaleza podría transferirse al campo de la medicina para guiar la investigación hacia tratamiento contra el cáncer o enfermedades neurodegenerativas”, concluye Mary Garson, de la Escuela de Química y Biociencias Moleculares de la universidad australiana, y coautora del estudio.
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