Nueva York
Los efectos ecológicos de no cambiar de televisor
La crisis ha provocado, entre otros efectos, que en los últimos años los consumidores se deshagan de menos electrodomésticos y aparatos electrónicos que antes. Se podría pensar que para aumentar la eficiencia ambiental en el uso de los recursos se deberían utilizar los electrodomésticos hasta que dejen de funcionar, pero lo cierto es que, según un estudio que recoge la agencia de la UE Cordis, el uso de tecnología anticuada podría resultar perjudicial para el medio ambiente, pues los modelos antiguos consumen a menudo más energía que los nuevos para ejecutar las mismas funciones.
Un estudio de la revista Science ha recogido los costes medioambientales de distintos dispositivos a lo largo de su vida, desde la extracción de materias primas hasta que se dejan de utilizar. La investigación, realizada por un equipo del Instituto Tecnológico de Rochester (Nueva York), ofrece información sobre la evolución del consumo energético doméstico desde principios de los años noventa.
El equipo científico creó un método con el que medir el impacto medioambiental neto de una «comunidad» de productos interrelacionados compuesta por electrodomésticos fabricados, adquiridos y utilizados entre 1992 y 2007. Se calculó así las primeras fases de la vida de productos antiguos —como ordenadores de sobremesa— y nuevos —como tabletas o televisores de plasma— mediante la base de datos «Economic Input-Output Life Cycle Assessment». A continuación se investigaron informes de consumo y encuestas históricas donde se describen la propiedad y el empleo.
Se descubrió que, a pesar de las mejoras en cuanto a eficiencia logradas desde 1992 hasta 2007 en dispositivos aislados, el impacto neto de la comunidad de productos al completo aumentó debido en mayor medida a que se poseen más dispositivos y a que se utilizan con más profusión. En el resumen del artículo se lee lo siguiente: «El impacto energético neto de la comunidad de productos es notable, cerca del 30 % del consumo medio de gasolina en un vehículo de pasajeros estadounidense en 2007. En el análisis se señala que una buena proporción de este consumo se puede atribuir a productos anticuados (televisores de tubo de rayos catódicos y ordenadores de sobremesa) debido a su tradicional consumo elevado, si bien su impacto se está desplazando hacia dispositivos móviles de menor tamaño».
Uno de los problemas que señalan en Science, según Cordis, consiste en que se adquieren nuevos dispositivos pero no se desechan los antiguos. Por ejemplo, la media de dispositivos electrónicos aumentó de cuatro por hogar en 1992 a trece en 2007, en gran medida por la presencia de dispositivos electrónicos obsoletos. En el estudio también se afirma que la gente pasa más tiempo frente a estos dispositivos, un cambio de conducta que amplía las menos de setecientas horas de uso al año que se producían en 1992 hasta las más de mil cuatrocientas horas de 2007.
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