Buenos Aires
Un juez argentino concede a una orangutana el derecho a ser libre
Un tribunal penal argentino ha concedido en un fallo inédito el hábeas corpus a una orangutana del Zoológico de Buenos Aires, por lo que al animal se le reconocen derechos básicos como «sujeto no humano», como persona jurídica, lo que permitirá su traslado a una reserva de Brasil.
La Sala II de la Cámara de Casación Penal de Buenos Aires ha concedido así el hábeas corpus que solicitaba la Asociación de Funcionarios y Abogados por el Derecho de los Animales (AFADA) y reconoce que hay un «confinamiento injustificado de un animal con probada capacidad cognitiva», informa el diario ‘Clarín’.
El grupo proderechos de los animales alegó que la orangutana lo estaba pasando mal, sufriendo por el encierro y por la exhibición ante las personas que visitan el zoo y justifican esta argumentación con fotografías. «Está privada de libertad» de manera ilegal, argumentó.
La resolución, firmada por los jueces Alejandro Slokar, Angela Ledesma y Pedro David representa un precedente radical en la jurisprudencia argentina, que hasta ahora consideraba a los animales como cosas.
Ahora Sandra, una orangutana de Sumatra que vive desde hace 20 años en el Zoo de Buenos Aires, podrá ser enviada a una reserva de la ONG Proyecto Gran Simio en Brasil. «Por decisión de la Justicia, Sandra podrá ser trasladada a un santuario», ha explicado el abogado Andrés Gil Domínguez en declaraciones a ‘Clarín’.
El jefe de Biología del Zoo porteño, Adrán Sestelo, le dijo a La Nación que en estos «pedidos fundamentalistas se desconoce el comportamiento natural de la especie».
«Los orangutanes son animales solitarios y muy tranquilos, que sólo se juntan para aparearse o atender a sus crías. Desconocer la biología de la especie, alegando injustificadamente maltratos, estrés
o depresión del animal, es incurrir en uno de los errores más comunes de los seres humanos que es humanizar cualquier conducta animal. Sandra goza de cuidados excepcionales y vive en soledad porque es lo que requiere su especie», ha asegurado Sestelo.
Con respecto a la decisión judicial Sestelo ha señalado que es una medida histórica. «Constituye un golpe a la columna vertebral del ordenamiento jurídico argentino, cuyas normas civiles consideran a los animales como cosas y abre un camino, no sólo para los grandes simios, sino también para el resto de aquellos seres sintientes que se encuentran injusta y arbitrariamente privados de libertad en zoos, circos, parques acuáticos y centros de experimentación», ha opinado.
El caso tiene un antecedente de 2012. Ese año, se generó una polémica tras la muerte del oso polar Winner, un animal que falleció en el zoo en diciembre, en medio de una ola de calor y como consecuencia de los ruidos de los cohetes del 24 de diciembre de ese año. En esa ocasión, en el zoo sus cuidadores dijeron que Winner era un animal «de temperamento nervioso». Según se informó después, el oso murió tras sufrir hipertermia por las altas temperaturas.
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