Mascotas
«Mi pitbull me atacó. Me dieron 20 puntos, pero le perdoné»
Cristina Plaza reconoce que estuvo a punto de sacrificar a Bayron después de que le mordiera la cara. Lo descartó porque se dio cuenta de que el 80% de la culpa era suya. No obstante, no volvería a tener uno de esta raza
Cristina Plaza reconoce que estuvo a punto de sacrificar a Bayron después de que le mordiera la cara. Lo descartó porque se dio cuenta de que el 80% de la culpa era suya. No obstante, no volvería a tener uno de esta raza.
«Fueron segundos. Bayron se abalanzó sobre mí. Me mordió la cara, en el lateral derecho, a la altura de la boca, e instantáneamente me soltó. Recuerdo que me fui corriendo al baño. Tenía un agujero de dos o tres centímetros en la cara, entre la nariz y el labio. Vino una ambulancia a recogerme a casa y nada más llegar al hospital me operó un cirujano plástico que estaba de guardia en Urgencias. Me dieron 20 puntos, entre los internos y externos». A pesar de la gravedad de los hechos y del lógico temor que cualquier persona habría experimentado cuando el que te ataca es tu propio perro, máxime con noticias como la de los dogos de Burdeos de Madrid que mataron a una madre y a su hija, Cristina Plaza decidió darle una segunda oportunidad. Su pitbull sigue con ella, aunque reconoce que estuvo a punto de sacrificarlo.
«Al principio dudé si quedármelo. Íbamos a sacrificarlo. Si hubiéramos tenido hijos está claro que el perro no estaría ya porque es un animal y, por tanto, es un ser irracional. Llegamos a pedir presupuesto para la eutanasia porque no podía regalarlo por si volvía a hacer daño a alguien, sabiendo lo que me hizo. Pero cada vez que volvía a casa y le veía, se me caía el mundo encima».
Fue entonces cuando su ex novio y ella se dieron cuenta «de que el 80% de la culpa había sido nuestra, por eso no lo sacrificamos». «Esa noche –prosigue– estábamos cenando y dejé a mi perro lamer de mi plato. Me acerqué para darle un beso y fue cuando se giró y me mordió. Mi entonces pareja le metió en la cocina. Al volver del hospital le abrimos y él salió con la cabeza agachada y vino hacia mí. Sabía que algo malo había hecho y estaba tranquilo».
Cristina es conciente de que no lo habían educado bien. «Lo hicimos como si fuera un chiguagua o un niño, no como un pitbull. Subía y bajaba de la cama cuando quería, por ejemplo. No se trata ya de que lo eduques para hacer el mal (para peleas, por ejemplo) sino que si no lo marcas también es un peligro porque se crece y se cree el rey de la manada».
«Miedo no tenía, si hubiera sido otro perro que no fuera mío, sí. Lo que me pasaba es que estaba en shock porque me había mordido enfadado, no jugando». Bayron siempre se había comportado «de forma horrible con otros machos, sobre todo a partir de los ocho meses. No ladraba ni nada, pero cuando veía un perro se tiraba a por él. Con la gente no, salvo aquella noche».
Da la casualidad de que Cristina es, además, peluquera y nutricionista de animales. «En casa del herrero, cuchillo de palo, como dice el refrán... Nunca, y mira que me ha tocado por mi trabajo atender a perros que se han puesto nerviosos porque no les gusta que les laves, cortes el pelo... pero nunca me había atacado un perro, y ha tenido que ser el mío...».
«El primer día no se lo dije a mi madre. Luego ya sí. Mi padre me decía que me tenía que deshacerme de él, que era la única opción porque era una máquina de matar». Como decidieron no hacerlo, Cristina se puso a buscar a un educador canino. Algo que reconoce que tenía que haber hecho antes. «Di con David Arcos por Facebook. El resultado habla por sí solo».
«Al principio la vi dudar, es normal. A la mayoría de los dueños les pasa. De hecho, los dueños no suelen dar opción por miedo a que les vuelva a pasar, y es normal. Pero ella quería realmente rehabilitar al perro. Cuando me llamó ya había transcurrido un año aproximadamente desde que su pitbull la había mordido y le habían reconstruido la zona de la cara donde la mordió. Tardamos cuatro o cinco meses en educar a este pitbull con paciencia y psicología, poniendo y quitando límites, utilizando, por ejemplo, un trozo de carne», explica Arcos, perito judicial canino y educador de Peludos.
Este experto hace hincapié en que es muy importante que los dueños hagan caso a las recomendaciones de los educadores caninos: «La mayoría de los problemas son por el dueño. Los perros necesitan disciplina, que no pegarles, y jerarquía. Y requieren tiempo».
«Es normal –prosigue– que si el perro está ocho horas en casa solo cuando vaya al parque sea conflictivo con otros canes. Lo que hay que hacer es, primero, educarle, y después darle un paseo largo y cuando se relaja llevarlo al parque con otros perros como premio. El 99% de los dueños omiten lo del paseo largo».
Y siempre educarlo. Se puede detectar cuando el perro está estresado porque da señales de agresividad. «El pelo se le eriza, se tensa solo. Te mira fijamente y entra en trance». Y da otro consejo más. Los perros de razas catalogadas como potenciamente peligrosas lo son por unas características físicas. También hay que tener en cuenta la mentalidad y funcionanidad de cada perro. La sociedad no está aún preparada para según qué perros, sean o no PPP, gran parte del problema que existe con los perros y la agresividad es debido a que se adquieren sin conocimiento alguno, ni de la raza, ni de su pasado (linaje genético) y también tendríamos que saber que los perros deberían de estar con sus madres mínimo los primeros tres o cuatro meses para su mejor sociabilización. Toda persona que tenga un perro debería dar unas clases prácticas. Y saber que porque uno haya matado a otro perro o a otra persona no quiere decir que toda la raza sea igual, lo mismo que el humano, depende de cada ejemplar», afirma Arcos, que reconoce que «no realizo rehabilitación a perros que hayan mordido a menores». En el caso de Cristina sí, por ser un adulto. Por cierto, que ella siempre había tenido perros, pero nunca un pitbull. «Mi ex novio era el que quería un pitbull». A pesar de ello, cuando esa relación acabó fue ella la que se quedó con Bayron. «Sabía que iba a estar mejor conmigo». Aún así, Cristina reconoce que «nunca volvería a tener un pitbull». Y da un consejo para todos los que tengan un can: «Que nunca olviden que es un perro. No es bueno humanizarlo. Eso les hace daño y la gente no es consciente de ello».
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