Educación
No hay auxiliar para Lucas
Los padres de este pequeño de tres años denuncian la discriminación que está sufriendo su hijo con síndrome de Down. No le han dado plaza en el colegio de su hermana por no tener personal especializado
Los padres de este pequeño de tres años denuncian la discriminación que está sufriendo su hijo con síndrome de Down. No le han dado plaza en el colegio de su hermana por no tener personal especializado.
Tiene tres años recién cumplidos y a fecha de hoy, con el mes de septiembre a la vuelta de la esquina, no está matriculado en ningún colegio. Sus padres aseguran que seguirá sin estarlo a menos que la Consejería de Educación del Principado de Asturias atiendan sus demandas. El pequeño se llama Lucas, tiene síndrome de Down y también la máxima puntuación posible (18 puntos) para entrar en el centro público en el que estudia su hermana Elsa, de seis años. A pesar de esto, el pequeño no está en la lista definitiva de admitidos en el colegio gijonés Eduardo Martínez Torner, el único que existe en la zona en la que viven, el barrio de La Calzada. ¿La razón? Los responsables de Educación no pueden contratar un auxiliar para las tareas de refuerzo que Lucas necesita. Su familia ha iniciado una lucha que no abandonará hasta saber que Lucas se va a sentar en los mismos pupitres en los que antes estudió su hermana. Por ahora, no descartan llevar el caso a los tribunales, e incluso ante la ONU.
El pasado jueves se reunieron con los responsables de Educación de Asturias, pero nada ha cambiado. «Nos explicaron que el cupo de auxiliares educativos de la zona de Gijón, con 38, está lleno, y que van a mirar si es posible mover un auxiliar en otro colegio que ya no tuviera niños, crear otra plaza o hablar con el colegio para ver si hasta que no hubiera un auxiliar las profesoras de apoyo se pueden hacer cargo. Si fuera crear otra plaza, nos dicen que sería muy complicado y que no nos lo podrían confirmar hasta septiembre», explica a este periódico Carmen Suárez, la madre de Lucas. «No sé si la reunión fue para que cambiáramos de idea y cambiáramos de colegio o si de verdad están buscando una solución. No lo tengo muy claro. Pero lo que sí, es que no vamos a parar hasta que no tengamos un papel en el que ponga que nos ponen un auxiliar para Lucas. Si hay que llegar a la vía judicial llegaremos, porque se están vulnerando los derechos de nuestro hijo. Esperemos no tener que llegar a tanto porque eso conllevaría que el niño esté sin escolarizar mucho tiempo», afirma.
Todo comenzó hace unos meses, cuando el colegio publicó la lista provisional de alumnos aceptados. Lucas no estaba entre los elegidos, pero eso no sorprendió a la familia. «Al necesitar apoyo sabíamos que no iba a ser aceptado en la primera criba, pero nadie dudaba de que aparecería en el listado definitivo», explica su madre. Porque todos daban por hecho que Lucas iba a ser uno más en el Eduardo Martínez Torner a partir de septiembre. «Hasta su profesora, que ya había sido tutora de mi hija, me preguntó por la evaluación y se interesó por los recursos de apoyo que le habían concedido», añade. Todos esperaban a Lucas con los brazos abiertos, pero entonces algo se torció.
Cuando a finales de mayo los padres supieron de forma oficial que el pequeño había sido destinado a otro colegio distinto al de su hermana y que ni siquiera es de la zona que les corresponde por residencia no se lo podían creer. Suárez llamó a la directora del centro, que también les transmitió su sorpresa. De hecho, ella misma les dijo cuál era el colegio que le habían asignado, pues en su casa nadie había recibido ninguna notificación oficial al respecto. «Entró gente con cinco puntos cuando mi hijo tenía 18», denuncia la madre. Todos coincidían en lo mismo: el problema era que el colegio no contaba con un auxiliar educativo a pesar de que, por ley, es obligatorio que haya uno por zona de escolarización.
Ahí empezó la burocracia. Primero hicieron un escrito en el que mostraban su rechazo a la decisión. El siguiente paso fue dirigirse a los comités de escolarización y de centros. De ellos, solo se puso en contacto con la familia el primero y fue para informar de que el caso no entraba dentro de sus competencias. Pero les recomendaron elevar un recurso de alzada al consejero de Educación del Principado, Genaro Alonso. Cuando lo enviaron era 22 de junio.
Podían haber aceptado que el camino se antojaba cada vez más tortuoso y abandonar, pero decidieron continuar. ¿Cómo? Apareciendo en medios de comunicación regionales y reuniéndose con representantes de partidos políticos. También crearon una petición en «change.org» con el título «No discriminen a mi hijo Lucas, con síndrome de Down. ¡Pónganle un auxiliar educativo!» que ayer había conseguido más de 131.000 firmas.
Pero, aunque han intentado meter presión valiéndose de la maquinaria mediática, tampoco se han resignado a dar por bueno el silencio de las instituciones. «Esta misma semana mandé otro correo a la Consejería solicitando una reunión. A las pocas horas se pusieron en contacto conmigo miembros del gabinete, a los que les expliqué el caso con todo lujo de detalles», recuerda Suárez.
Después de escuchar el relato, los responsables de la Consejería de Educación les trasladaron una propuesta: cambiar a Elsa de centro para acabar con el problema de la conciliación. Como la propia madre explica, para ella sería imposible llevar a sus dos hijos a centros distintos con el mismo horario de clases. «La solución es totalmente discriminatoria e injusta, no aceptamos», defiende ella, que además añade que no están reclamando nada a lo que no tengan derecho: «Por ley podemos escoger el colegio de nuestros hijos y por ley la Consejería tiene que poner los medios necesarios para el apoyo».
Un mensaje que también trasladó a los responsables de Educación durante la reunión del pasado jueves. Su hija Elsa no se va a cambiar de colegio, porque ella no quiere. «Estuvo llorando cuando nos oyó hablar de ello; no va a dejar a sus amigos. Es más, sus compañeros dicen que si se cambia se van todos con ella», afirma Suárez. «No es justo ni normal que para conseguir un auxiliar que no cobra ni mil euros haya que hacer todo esto». Al igual que Elsa, Lucas también tiene amigos en el colegio Eduardo Martínez Torner porque son los mismos con los que hasta ahora iba a la guardería, situada en un edificio anexo.
Desde la Consejería afirman que «están estudiando el caso» y «tratarán de dar una respuesta a los padres lo antes posible». Y es que la presión no está siendo poca. A instancias de los padres, la concejala de Educación del Ayuntamiento de Gijón ha enviado una carta a Genaro Alonso en la que urge una solución al problema. Además, también se han movilizado las asociaciones de síndrome de Down a nivel regional y nacional. Entre tanto, los padres no descartan ir a los tribunales. «Sabemos que el proceso judicial es lento, por eso preferimos que sea la última opción. Pero por supuesto que está sobre la mesa», indica Suárez.
La familia espera que la situación se solucione cuanto antes, aunque temen que con el parón vacacional la situación se dilate hasta septiembre. «Todo el mundo me aconsejó que no lo matriculase donde lo han asignado porque si lo hago perderé el derecho a reclamar», explica. Además, alertan de que las consecuencias que podría tener para Lucas perder días de clase: «Para él todo el tiempo es importante». Así que por el momento solo les queda esperar y seguir peleando. «La lucha continúa. No vamos a parar hasta que no tengamos un papel en el que ponga que nos dan un auxiliar educativo para Lucas», asevera su madre.
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