Caso Bretón
Otros parricidios que conmocionaron a España
El caso de José Bretón ha acaparado muchas portadas en los últimos meses, pero ha habido más casos en los que un padre o una madre ha decidido acabar con la vida de sus hijos. El más reciente se produjo el pasado mes de abril en Campillos (Málaga), donde un padre acabó con la vida de su hija y se suicidó. Los tíos de la menor, Leonor, fueron los que descubrieron el crimen. Acudieron a casa de su cuñado para recoger a la niña y enviarla con su madre a Barcelona, pero nadie abría la puerta. Después de llamar a la Policía, descubrieron en cadáver de la niña sobre su cama y el cuerpo sin vida de su padre, que se ahorcó con una cuerda en el hueco de la escalera. La niña había viajado a Campillos para pasar las vacaciones de Semana Santa con su padre. La pareja se había separado las pasadas navidades y habían acordado un régimen de visitas pactado, a pesar de que el padre había sido condenado a seis meses de prisión y la prohibición de acercarse a su mujer durante dos años por un delito de violencia de género.
Ahogó a sus dos hijos en El Carmel
Un caso similar al de Córdoba se produjo también el pasado mes de abril en el barrio de El Carmel de Barcelona, donde Rina M.S., de 35 años, sedó a sus hijos de 9 y 11 años con medicamentos, los ahogó en la bañera y avisó al padre de los niños de lo que había hecho. La detenida había denunciado al marido por malos tratos y estuvo viviendo con los menores en un Centro Municipal de Acogida de Urgencias por Violencia Machista. La madre y los dos niños estaban atendidos por los Servicios Sociales del Ayuntamiento y del Equipo de Atención a la Mujer desde 2010.
Asesinó a su hijo y lo abandonó en una maleta
En 2010, la isla de Menorca se vio sobresaltada por la macabra historia de Monica Juanatey. Los propietarios de una finca realizaban tareas de desbroce cuando se toparon con una maleta. Al abrirla, se encontraron con un cadáver. Los agentes identificaron los restos gracias a sus iniciales que, aunque semiborradas, todavía se podían leer en el estuche escolar del menor. Cuando Mónica fue detenida, confesó que había rehecho su vida y que no le había contado nada acerca de su hijo y, al temer, que su nueva vida se viniera abajo decidió ahogarlo en la bañera. El menor vivía con sus abuelos que, hartos de que la madre no se hiciera cargo de él, decidieron de enviarlo a Menorca. A su llegada, a Mónica le estnró el pánico, acabó con su vida, lo metió en una maleta roja de gran tamaño y lo arrojó en la zona de Cala Binidalí, a unos 8 metros de la carretera, en un finca rústica. No informó a nadie de lo ocurrido. De hecho, siguió interactuando con su cuenta en una red social y llegó a decir que seguía yendo al colegio y que había hecho la comunión. La mujer, de origen gallego, fue condenada a 20 años de cárcel.
Asfixió con un cojín a sus dos vástagos
Ruth B. V., de 37 años, confesó en 2011 que había acabado con la vida de sus dos hijos, Álvaro y Alejandro, de 11 y 3 años. Los asfixió con un cojín que había en la vivienda, porque no quería que verlos sufrir. Después de darles muerte, la parricida telefoneó a un familiar para decirle lo que había hecho. La pariente se personó en la vivienda y vio la tragedia. Avisó al Servicio de Emergencias de Andalucía para alertar de que la mujer amenazaba con matar a sus hijos. Al parricida se encontraba en tratamiento psicológico.
Mata a dos hijos con el cable del teléfono
Uno de los casos más terribles de los últimos años se produjo en la localidad murciana de Santomera donde el 19 de enero de 2002 una madre ahogó a dos hijos de 4 y seis años, con el cable del cargador del teléfono móvil. Francisca González Navarro, de 35 años, entró en el dormitorio del matrimonio, donde dormían sus dos hijos, y anudó al cuello de F.M., de seis años, el cable del cargador exigiéndole, al despertarse éste por la agresión, que se diera la vuelta y se pusiera boca abajo, para llevar a cabo su trabajo con mayor facilidad. El pequeño gritó en petición de auxilio, y aunque sus gritos fueron escuchados por el hijo mayor del matrimonio, de 14 años, «éste no acudió al dormitorio porque conocía que la madre les golpeaba con frecuencia y pensó que también en esa ocasión les estaba golpeando», indica la sentencia.
Tras cometer el doble crimen, Francisca rompió una ventana y escondió unas joyas para simular un robo. Después se quitó el pijama y lo metió en la lavadora con la camiseta del mayor de sus hijos fallecidos para borrar cualquier evidencia del asesinato. En el juicio quedó demostrado que Paquita actuó movida por venganza ante las continuas infidelidades de su marido. Francisca González fue condenada a 40 años de prisión por sendos delitos de asesinato. La sentencia determinó que era plenamente consciente de los hechos a pesar de estar bajo los efectos del alcohol y las drogas.
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