Ciencia y Tecnología
Parón del 5G: descargar una película en segundos tendrá que esperar
La quinta generación llegará, pero con retraso Nos prometieron que la tecnología que cambiará nuestro día a día llegaría en 2020. Pero sin la implantación del 4G completada, el aterrizaje de los coches autónomos, la velocidad instantánea y la robótica doméstica quedarán en «stand by».
La quinta generación llegará, pero con retraso Nos prometieron que la tecnología que cambiará nuestro día a día llegaría en 2020. Pero sin la implantación del 4G completada, el aterrizaje de los coches autónomos, la velocidad instantánea y la robótica doméstica quedarán en «stand by».
Todas las maravillas que anticipa la tecnología de comunicación de quinta generación (5G) deberán esperar unos años más para estar disponibles y no sólo en prototipos aislados. Hasta entonces, no se verán avances como los coches autónomos, ya que la necesidad de sensores omnipresentes y una red de comunicación eficaz y con cero latencia, es imprescindible para que existan. Habrá que esperar para la telemedicina, porque, aunque curar a distancia ya es posible con robots como da Vinci que permiten realizar intervenciones quirúrgicas de modo remoto, sin el 5G, los procedimientos no tendrán la misma seguridad. Se pospondrá también la posibilidad de descargarse al instante contenido en RV, los videojuegos sin cables, con cero latencia y los drones en todo su esplendor. También habrá que esperar a ver la tecnología háptica, ya que con el 5G, además de poder ver y oír, se incluirá el sentido del tacto: recibiremos impulsos, a través de chalecos, que simularán el golpe de disparos o a serpientes arrastrándose por nuestra espalda. Pero todo eso ocurrirá con la llegada del 5G.
Cuando se lanzó la tecnología de comunicación 4G, en 2009, su impacto económico fue notorio. En EE UU, el PIB aumentó entre 73 y 151.000 millones de dólares y se crearon 700.000 puestos de trabajo. En Europa, según el informe «The Mobile Economy: Europe 2015», el crecimiento en el PIB se cifró en 500.000 millones de euros; una cifra que llegará a los 600 en 2020. Con la tecnología 5G pasará algo similar. Sólo hay un inconveniente: para 2020, año en el que se implantará según los indicadores, no llegamos.
Vamos por los datos. Primera pata de la mesa: la red. De acuerdo con el informe «The State of LTE» de OpenSignal, la red más rápida en EE UU, China, Corea del Sur o Japón permiten conexiones promedio, con 4G, de 40 Mbs (megabytes por segundo) de descarga. No es la velocidad máxima, sino la real, la que llega al usuario al conectarse con su móvil. En este contexto, España se sitúa en el 14º puesto a nivel mundial en velocidad (un promedio de 30 Mbs), con una disponibilidad del 84%. Importante destacar que se trata de un promedio, ya que si bien son muchos los que tienen acceso a velocidades de más de 40 Mbs, el «Informe de cobertura de banda ancha» del Ministerio de Energía señala que en al menos 31 provincias, entre el 30% y el 65% de su población, no llega al promedio. Algunos ni siquiera a 10 Mbs.
Si se tiene en cuenta que llegar a esta velocidad tomó, según el país, como mínimo un lustro, pretender que dentro de dos años, la velocidad de conexión sea, según la promesa 5G, hasta 100 veces más (una expectativa más realista sería 20 veces y ya es mucho), parece muy alejada.
Segundo factor: la infraestructura. No sólo en España hay dos velocidades de internet, en EE UU ocurre algo similar: apenas un 39% de su población tiene acceso a proveedores que brinden una velocidad promedio por encima de los 25 Mbs, según un informe global de la firma IHS Markit. A un 44% de la población rural de India, China, Brasil, Japón, Alemania, Rusia y el Reino Unidos, les ocurre lo mismo. EE UU, según Deloitte, precisará una inversión de 150.000 millones de euros para ponerse al día. De acuerdo con Dino Flore, vicepresidente de tecnología de Qualcomm (uno de los tres grandes que está creando la red necesaria para el 5G, junto a Huawei y Samsung), «aún falta mucho para conseguir los mínimos necesarios». En una entrevista en Barcelona, Flore comentaba que «si se pretende que en 2025 Europa cuente con una cobertura 5G en todas sus áreas urbanas y en toda la red de transporte (objetivo de la UE), la inversión por persona en países como Francia, Reino Unido o España, debería estar cerca de los 60 euros, cuando actualmente está en 40».
Esa cifra debería llegar a los 60 en 2025, pero para entonces la inversión por habitante ya debería rozar los 100. Vamos por detrás de las previsiones.
A todo esto hay que sumarle la tercera pata, que son los dispositivos conectados. En la actualidad, a nivel global hay unos 20.000 millones, pero en 2020 llegaremos a los 30.000 y en 2025 las previsiones hablan de un mínimo de 70.000 millones de sensores, cámaras, electrodomésticos, etc., que estarán conectados a la red. Si bien la tecnología 5G no sólo aumenta la velocidad, sino también el caudal, ni la inversión ni la disponibilidad parecen estar de su parte.
Por último, los teléfonos. Hoy no hay ningún smartphone con capacidad 5G. Se espera que los primeros lleguen en 2019, de la mano de Qualcomm, que ya ha desarrollado su módem para móvil, el X50 5G, y lo ha puesto a disposición de LG, Sony, Samsung y al menos otros 15 fabricantes. Y también de Huawei, que ya ha hecho sus primeras evaluaciones, en cumplimiento de las leyes europeas y ha obtenido, el pasado abril, el primer certificado a nivel mundial para licencia comercial de productos 5G, que se cree llegarán con el Mate 30, en septiembre de 2019. Entre los productos presentados se encuentra el módem Balong 5G01, que, aunque aparenta ser un poco grande para un smartphone, todavía tiene recorrido para llegar al segundo semestre de 2019 y caber en el bolsillo del Mate 30.
Así, todo indica que las grandes empresas de smartphone y de microchips son las únicas que se están poniendo al día con la tecnología 5G. No sólo desde los módem, sino también con los cerebros de los teléfonos que deberán gobernar la conectividad. Qualcomm ya tiene a punto el Snapdragon 855, con tecnología de 7 nanómetros (una cifra que indica la distancia entre transistores, a menos nanómetros, más potencia «cerebral») y Huawei anticipó su Kirin 980, también de 7 nanómetros. Una reciente filtración reveló el puntaje que obtuvo este microchip en las pruebas de Antutu, un empresa que evalúa el rendimiento de los microchips para smartphone Android. Mientras el Snapdragon 845 llegaba a los 265.000 puntos, el Kirin 980 estaría, si todo es cierto, rondando los 360.000 puntos.
El año que viene, 5 G aún estará muy lejos, pero llegarán smartphones que nos entretendrán durante la espera de la tecnología 5G, que utilizará un ancho de banda que hoy no está siendo utilizado por otras redes, es decir irá por una autopista vacía. También habrá que tener paciencia, porque el 5G tardará diez veces menos que el 4G en «reaccionar»: de 10 milisegundos a menos de 1, lo que conllevará que en un futuro podremos descargarnos una película en 4K casi al instante, no como hoy.
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