Narcotráfico

La prohibición de fumigar con químicos tira el precio de la coca a la mitad

Los responsables de Estupefacientes de la Policía han observado un incremento de los envíos de la droga por el exceso de producción en origen

Fardos de cocaína en el complejo policial de Canillas
Fardos de cocaína en el complejo policial de CanillasAgencia EFE

Quien les iba a decir a los narcos que el medio ambiente y la preocupación de las autoridades por unos cultivos más sostenibles (o la obligación de cumplir con los compromisos internacionales en este sentido) iba a suponer que el precio de la cocaína bajaría tanto y de forma tan drástica en el mercado internacional. Ha caído, según los expertos, prácticamente a la mitad por el exceso de producción en los países de origen. El problema, en realidad, es multifactorial y se remonta a la firma del acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC en septiembre de 2016. Antes era la organización guerrillera la que controlaba gran parte del negocio que cuenta ahora con una multiplicidad de actores y unos campesinos –siempre el eslabón más débil– que viven literalmente amenazados por las organizaciones narcotraficantes para que cultiven hoja de coca y no se les pase por la cabeza sembrar otro cereal.

El Gobierno de Gustavo Petro no ha sabido hasta ahora solucionar este problema (las ayudas que pueden dar a estos agricultores nunca pueden competir con lo que les pagan los narcos) y las producciones de cocaína han aumentado exponencialmente. Lo explica Alberto Morales, inspector jefe de la Udyco Central de Policía Nacional. «La disolución de las FARC también supuso que muchos guerrilleros que no querían dejar ese modo de vida se quedaran implantados en algunas zonas. De esta forma, hay partes desmilitarizadas pero otras no y siguen teniendo armamento y control sobre algunas áreas de forma que si las organizaciones necesitan utilizar esa ruta ellos cobrar un canon».

El problema, asegura el policía, se agudizó con la llegada de la pandemia. «Los agricultores siguieron produciendo como siempre, unas tres cosechas al año, y los almacenes de las organizaciones más potentes se llenaron de cocaína a tal nivel que todavía estamos recibiendo ese excedente. Por eso dos de las tres aprehensiones más grandes en España han sido en 2023. También vemos que los buques traen muchísima más cantidad de la que traían. Antes un gancho ciego (método de ocultación de la droga) eran 50 o 100 kilos y ahora los vemos de 500 y 700 kilos: ese es el cambio radical que ha habido». Es decir, al tener tanta acumulación de droga y querer deshacerse de ella, la venden mucho más barata a unas organizaciones que ya hasta se desplazan al lugar para «elegir» su producción en origen y, por el mismo precio, se llevan más kilos porque está mucho más barata: el negocio redondo.

Pero la acumulación de cocaína también se ha incrementado debido a la prohibición de fumigar con glifosato, un herbicida que consideran que puede ser cancerígeno, además de provocar la contaminación de las tierras y dañar, por tanto, los ecosistemas.

La fumigación vía aérea es la única efectiva para acabar con los cultivos de cocaína ya que, al estar las plantaciones situadas en zonas selváticas, su acceso vía terrestre es muy complicada. No solo porque a cada kilómetro los erradicadores pueden encontrarse con exguerrilleros todavía armados controlando la zona o a locales que enseguida detectan a los intrusos, sino que el problema de las minas que colocan en las plantaciones precisamente como medida disuasoria ha dejado ya centenares de militares y civiles mutilados. De hecho, éstos últimos son la mayoría. Según la base de datos de «Descontamina Colombia», en este país, desde marzo de 2020, cuando comenzó la pandemia, hasta febrero de 2021, 74 civiles habían sido afectados por las minas antipersonal, es decir el 53% de las víctimas. 64 víctimas fueron de la fuerza pública (el 47% restante). El dato es alarmante: en poco menos de tres años se han registrado más de 200 casos de accidentes por minas antipersonal. Solo en los meses de la pandemia, este problema dejó 138 heridos (87% de los casos) y, 21 muertos (13% de los casos). Las secuelas físicas que suelen causar las minas antipersonales (que son de fabricación casera y colocan en árboles) son amputaciones de piernas y manos, pérdida de ojos, esquirlas incrustadas y afectaciones auditivas y visuales, sin hablar de las secuelas psicológicas.

Todo esto ha supuesto, por tanto, que 2023 haya sido un año récord en las incautaciones en España por parte de las fuerzas de Seguridad, debido al significativo repunte de entradas de contenedores con el estupefaciente por los puertos de Valencia y Algeciras con destino al mercado europeo, aunque aún no alcanzan los niveles de Amberes (Bélgica) y Rotterdam (Países Bajos). Este «ránking» es prácticamente inalterable por la evidente situación estratégica de los mismos de cara al mercado europeo y por el apabullante volumen de mercancías que diariamente soportan.

Así, 2023 apunta al año que más cocaína se ha incautado, a falta del dato oficial del Ministerio del Interior, como ya avanzaron los mandos de la Udyco a mediados del pasado mes de diciembre, cuando mostraron en el Complejo Policial de Canillas (Madrid) las once toneladas de cocaína intervenidas, la mayor intervención de España hasta la fecha. Dada esta tendencia, los responsables policiales creen que en 2024 será, por tanto, otro año fuerte sobre todo vía veleros y contenedores. Además, sostienen que el hecho de que las organizaciones quieran traerlo a Europa y no a EE UU se debe a que el consumo del fentanilo (que tarde o temprano, advierten, llegará a España en forma de pastilla), ha hecho que el consumo de cocaína caiga en detrimento de esta droga.

De los 33.000 euros a los 18.000 en 2 años

►Un dato infalible para medir cómo está el mercado de la cocaína es el precio en España: la droga ha pasado de pagarse a unos 33.000 euros el kilo hace unos años, a los actuales 18.000 euros. «El precio oscila por la ley de la oferta y la demanda, como todos los mercados, aunque es paradójico que el precio del gramo al consumidor siempre va a estar en los 60 euros », explican desde la Policía.

«Ese es el precio en España pero si lo mueven por Europa es aún más caro y si logran, por ejemplo, llevarlo a Australia, muchísimo más». Hasta tal punto quieren sacarle rendimiento que ya han detectado que las organizaciones se están quitando del medio a los comisionistas y se están trasladando directamente a Colombia.