Bosque mediterráneo
La Región de Murcia: el laboratorio forestal ante la nueva realidad climática
LA RAZÓN organiza una mesa de debate sobre los retos del bosque mediterráneo y las políticas que permitan un equilibrio entre la conservación y el uso de los recursos
Con el verano la mirada vuelve a los bosques. Los incendios forestales preocupan cada vez más, especialmente en regiones como la de Murcia donde las condiciones ambientales hacen todavía más compleja su gestión. Sus 500.000 hectáreas forestales la han convertido en el referente de cómo debe afrontarse la nueva realidad climática.
Para analizar esta y otras muchas cuestiones, LA RAZÓN, reunió este martes al consejero de Medio Ambiente, Universidades, Investigación y Mar Menor de la Región de Murcia, Juan María Vázquez; a la directora general de PEFC España y decana presidenta del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería del Medio Natural, Ana Belén Noriega Bravo; a la coordinadora de Juntos por los Bosques y profesora Titular de la Universidad de Oviedo, Asun Cámara Obregón y al decano-presidente del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, Eduardo Tolosana. Todas ellas voces expertas sobre la materia que abordaron la realidad que atraviesa el sector forestal en la Región de Murcia en particular y en España en general.
Si hay una conclusión que pueda extraerse del productivo debate que mantuvieron en la sede de LA RAZÓN, es que la única opción que no existe es la de contemplar el monte como una foto fija. El 60 por ciento de la superficie en España es forestal-50 en el caso de la Región de Murcia- y solo viven en ella un cinco por ciento de la población. Desde los años 50, las masas forestales se ha multiplicado por dos.
«Conservar no es limitar el aprovechamiento forestal. Tenemos que llegar a un equilibrio entre la conservación y el uso de los recursos forestales», defiende el consejero Vázquez casi al mismo tiempo que lanza una advertencia. «Europa debe mirar a sus bosques y principalmente a sus bosques Mediterráneos y entenderlos como un servicio ecosistémico».
La Región de Murcia atraviesa el mayor episodio de sequía de los últimos 60 años acompañado por un incremento de temperaturas que hace que la evaporación sea mayor. El resultado: el acceso a los recursos hídricos por parte de las masas forestales está siendo muy limitado. «Esto va a suceder en el resto de Europa en un futuro. El sureste de Europa ha sido, probablemente, el que ha encendido la luz de alarma. Por tanto, empleemos nuestro conocimiento, aprendamos de estas situaciones como consecuencia de la nueva realidad climática y hagamos esa gestión forestal necesaria todos juntos, quienes las estamos sufriendo en primera persona, pero también apoyados por las instituciones europeas como un lugar de aprendizaje».
En este sentido, reclama que igual que otras políticas europeas cuentan con apoyo económico, que también la tenga las forestales, y que además, de legislación, haya un compromiso presupuestario. "La PAC siempre deja de lado la gestión forestal asignando unos recursos económicos ínfimos comparados con los que se asignan a agricultura u otras inversiones".
La velocidad, la clave
«Hablamos de cambio climático, cambio ha habido siempre en este Planeta, porque está en constante evolución. El problema que tenemos ahora es la velocidad del cambio», señala Noriega. La directora general de PEFC España defiende que la cooperación es la clave, «necesitamos valorar y poner en valor todos y cada uno de los elementos de los bosques mediterráneos» que, como apunta desde Juntos por el Bosque, Asun Cámara, deben convertirse en un «gran aliado climático». «Las tierras forestales son un sumidero neto natural de CO2, el único que tiene capacidad de una manera natural de compensar las emisiones que genera nuestra industria. Simplemente por ese motivo, tenemos que trabajar para aumentar esa capacidad de absorción».
Desde el Colegio Oficial de Montes, Tolosana añade además otro elemento al debate. El abandono de las masas forestales. «Hay que intentar frenar estas amenazas a través de inversión en prevención de incendios, pero la vacuna real es el aprovechamiento sostenible. Esta vacuna tiene efectos secundarios positivos: desarrollo rural y transición ecológica a materiales renovables. Debemos fomentar estos aprovechamientos y reducir limitaciones arbitrarias. Hay que fomentar la demanda local». Las cifras, añade, evidencian que los recursos forestales se están "subutilizando".
Durante las últimas tres décadas se ha desarrollado una mal entendida política de conservación que ha llevado a limitar los tradicionales aprovechamientos forestales. "La Región de Murcia dispone de la planificación forestal del total de los montes públicos catalogados, con una superficie planificada para 15 años de unas 148.000 hectáreas que se revisa de manera quinquenal", afirma Vázquez, que apunta a la digitalización y a la colaboración entre todas las administraciones pero también a la colaboración público- privada para avanzar en la gestión forestal. «Europa debe mirar a sus bosques», señala el consejero apuntando a que el 80 por ciento del presupuesto regional va destinado a la prevención. "Las comunidades autónomas tienen que soportar con fondos propios los carísimos y cada vez más exigentes dispositivos de lucha contra incendios".
Los ponentes coincidieron en que productos que se obtienen de los bosques, como la biomasa debe ser aprovechado en el entorno. «En Murcia se ha hecho un gran esfuerzo para que el hospital de La Arrixaca utilice biomasa para sus calderas de kilómetro cero. El diez por ciento de sus hectáreas están ya certificadas», corrobora Ana Belén Noriega como voz autorizada pues es responsable de PEFC España.
Sin embargo, como apunta Asun Cámara, los bosques producen mucho más que productos tangibles. «Las políticas europeas premian la biodiversidad, el freno de la erosión, premian por la sostenibilidad de las áreas rurales... Eso está dando una calidad a estos créditos de carbono que va a tener un valor en el mercado muy interesante para las empresas que tienen que compensar su huella de carbono». De ahí que defienda la necesidad de aumentar la colaboración con las industrias para ayudar a la financiación de la gestión forestal.
Vázquez admitió que es necesario ese impulso sobre todo para que los propietarios privados de los bosques tengan incentivos por mantenerlos y también para organizarse en agrupaciones. «Deben tener un retorno económico. Conseguir que los servicios ecosistémicos sean remunerados monetariamente es uno de los retos más urgentes. Los propietarios privados, que acaparan dos tercios de la superficie forestal, van a necesitar financiarse a través de estos servicios para que la rentabilidad de sus montes les permita acometer tareas de gestión necesarias».
La otra opción, como advierte Tolosona, es el abandono. «Se piensa muchas veces que el paisaje es una fotografía y que si no lo tocamos no pasa nada, pero no, el paisaje es una huella de nuestros antepasados y de la gestión inmediatamente anterior». En esta tarea además, la tecnología es un gran aliado. «La mecanización de los aprovechamientos podría conseguir abaratar bastante los trabajos y, por tanto, mejorar los márgenes que podían tener los propietarios privados y públicos. Toda la zona mediterránea está bastante retrasada con respecto a otras zonas del país».
Desde los representantes de los colegios profesionales, inciden en la necesidad de fomentar las profesiones necesarias para estos trabajos. «Faltan profesionales especializados», lamentó Noriega. «Estos son empleos verdes». Se trata de profesiones imprescindibles para la bioeconomía circular. «Necesitamos biocombustibles avanzados para sustituir los combustibles fósiles, madera para la construcción o embalajes para sustituir a los plásticos», incide Tolosona.
Incendios de sexta generación
Por lo que respecta los incendios, además de invertir en prevención, la Región de Murcia destina 21 millones y recibe, a través de los fondos Feader de 4 a 5 millones anuales. «Hay que recetar bosques» o lo que es lo mismo, fomentar su uso siempre que no haya riesgo alto de incendios, momento en el que se prohíbe su acceso. Además, cuentan con un amplio dispositivo de extinción con 72 bases de vigilancia distribuidas por toda la Región y 500 personas entre técnicos, agentes medioambientales y bomberos forestales organizados en una estructura conformada con personal altamente capacitado. Además, debido al impacto de la sequía se ha puesto en marcha un plan en el que es están invirtiendo 19 millones.
Sin embargo, como apunta Noriega, se están produciendo incendios denominados de sexta generación que, una vez se producen son incontrolables, crean sus propias condiciones meteorológicas, suben en columnas de hasta 20 kilómetros, por lo que las brigadas de extinción piden un territorio en el que puedan actuar porque resulta imposible hacerlo con la elevada carga de combustible que hay dentro. Sin embargo, una vez más, para poner en marcha estas actuaciones se necesita presupuesto y no solo de la Administración. «Deberían existir medidas a través de las cuales las empresas pudieran invertir en esto y tuvieran una compensación».
Tolosona apunta como otro de los motivos de esos incendios de sexta generación es la pericia desarrollada para apagar el 99 por ciento de los fuegos que se producen, "somos muy buenos", pero el fuego es un factor ecológico natural que ha venido actuando sobre los ecosistemas mediterráneos desde hace muchos cientos de millones de años y si evitamos que se quemen, se va acumulando el combustible y luego se pueden producir incendios que queden fuera de la capacidad de extinción". La gestión, por tanto, es una vez más fundamental, también la de los espacios protegidos.
Por lo que respecta a la prevención de inundaciones, Noriega afirma que es necesario crear bosques que sean más resilientes, y esto pasa por masas forestales que no presenten densidades altas, pues están compitiendo por el agua y «cuando se debilitan es cuando llegan las plagas». Los bosques "sanos", además, cumplen otra labor fundamental, proteger a las poblaciones de, por ejemplo, las inundaciones. Los planes hidrológico forestales son los encargados de diseñar las actuaciones necesarias para dar respuesta al control de la erosión y desertificación del suelo. Los ponentes lamentan que estas actuaciones quedaran aparcadas en el año 2011 y esperan que el Ministerio de Transición Ecológica reaccione después de las consecuencias que ha tenido en la DANA de Valencia. El problema, según apunta la representante de Juntos por el Bosque, es que este tipo de obras son poco llamativas y, en general, se opta por otras que la población puede apreciar y que, por tanto, "dan más votos".