Opinión
Salud y sexo
Robert De Niro, casi ochentón, se siente rejuvenecido tras haber sido padre hace un mes
Un antiguo dicho asegura que «se pierde el diente pero no la simiente», esto es, ya puedes tener más años que Matusalén, que si eres varón y con un mínimo entusiasmo, seguirás siendo padre hasta que los dioses quieran sentarte a su derecha. En efecto, los espermatozoides pueden tener más o menos velocidad o motilidad con el paso de los años; aun siendo joven puede haber problemas que de viejo, en muchos, no se presentan. Pero si hablamos en líneas generales el hombre nunca pierde la capacidad de procrear. No así las mujeres, quienes al llegar a una edad determinada finalizan su etapa prolífica pasando a otras no menos bellas, que todo hay que decirlo, pero la maternidad se nos niega a partir del ecuador de nuestras vidas. Esto viene a cuento a propósito de Robert de Niro, quien ha elegido el programa matinal de la CBS para presentar a su nueva hijita, nacida hace un mes, fruto de su relación con Tiffany Chen, la persona con quien comparte su vida desde hace más de dos años. De Niro, casi ochentón, se siente rejuvenecido con este acontecimiento de su vida. Hay quienes lo comparan con la Obregón, en unas paternidades que nada tienen que ver. Lo de Ana no reviste punto de comparación ni de naturalidad, puesto que es un nuevo ser fruto de la manipulación de un semen en conserva y un vientre alquilado para el desarrollo de esos espermatozoides con un óvulo de vaya usted a saber de quién. Si bien es cierto que la vida de los demás nos debe importar entre poco y nada, sus acciones nos hacen sentir incómodos cuando no se ajustan a unos perfiles éticos preestablecidos, y en este caso todo es demasiado cuestionable para que se nos pase inadvertido. El actor que dio vida al joven Vito Andolini Corleone en el Little Italy de Nueva York de principios del siglo pasado, hoy da muestras, al igual que Lionel Richie, de una magnífica salud de hierro, y ellos mismos lo atribuyen al sexo, que estimula el corazón, permite conservar la alegría de vivir y hace que nos mantengamos en acción y esperanzados. Veamos, si no, estos dos ejemplos del mundo del espectáculo.
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