
Nuevo estudio
Los siete factores del sueño que impactan en la salud cardiovascular
El descanso saludable incluye múltiples componentes, como el número de horas de sueño por noche, el tiempo que se tarda en conciliar y el funcionamiento diurno

La Asociación Estadounidense del Corazón ha publicado una nueva declaración científica en la que analiza cómo afectan los distintos componentes del sueño a la salud cardiometabólica y qué intervenciones pueden optimizarla. Así, el sueño saludable incluye múltiples componentes, como el número de horas de sueño por noche, el tiempo que se tarda en conciliar y el funcionamiento diurno.
Según recoge Europa Press, abordar estas diferentes dimensiones del sueño puede ayudar a mejorar la salud cardiometabólica y los factores de riesgo relacionados, según una nueva declaración publicada en 'Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes'. Este nuevo trabajo describe múltiples componentes de la salud del sueño, como la duración, la continuidad, el ritmo, la satisfacción, la regularidad y el funcionamiento diurno. La declaración científica también revisa las últimas pruebas sobre lo que se sabe acerca de la relación entre el sueño y diversos factores de salud cardiometabólica, como la grasa corporal, el azúcar en sangre, el colesterol y la presión arterial, y cómo un sueño saludable repercute positivamente en la salud física y el bienestar mental.
"La mayoría de los adultos necesitan entre 7 y 9 horas de sueño cada noche, y un sueño subóptimo aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, junto con el riesgo de deterioro cognitivo, depresión, obesidad, así como de hipertensión arterial, azúcar en sangre y niveles de colesterol", ha afirmado la presidenta del grupo de redacción de la declaración científica, Marie-Pierre St-Onge. "Sin embargo, cada vez hay más pruebas de que la salud del sueño va más allá del número de horas que se duerme cada noche", ha apuntado la investigadora.
Cardiometabolismo
El primero de los componentes analizado ha sido la duración del sueño. Los datos más recientes de múltiples estudios indican que dormir menos de 7 horas por noche aumenta el riesgo de fibrilación auricular, síndrome cardiometabólico y presión arterial. Por su parte, dormir demasiado o más de 9 horas por noche también se asocia a un mayor riesgo de síndrome cardiometabólico, rigidez de las arterias, ictus o muerte por cardiopatía o ictus.
El segundo punto analizado es la continuidad del sueño, es decir, la proporción de tiempo que se pasa durmiendo. Las alteraciones de la continuidad del sueño se han asociado a un mayor riesgo de fibrilación auricular, infarto de miocardio, hipertensión arterial o más resistencia a la insulina.
El tercer componente revisado es la hora a la que una persona suele irse a dormir durante un periodo de 24 horas. La investigación de alta calidad sobre el momento de dormir es limitada, sin embargo, los datos indican que es probable que un momento de dormir subóptimo se asocie con un aumento de los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares. Una hora de acostarse a medianoche o más tarde, en comparación con antes de medianoche, se ha asociado con un mayor riesgo de sobrepeso u obesidad, resistencia a la insulina y presión arterial elevada.
El cuarto punto es la satisfacción con el sueño, la percepción que tiene una persona de su experiencia de sueño. Un análisis combinado de investigaciones recientes indica que una menor satisfacción con el sueño se asocia a una mayor presión arterial, arterias rígidas y menos flexibles, enfermedades coronarias y una presión arterial nocturna que no disminuye.
Por su parte, el quinto punto es la regularidad del sueño: Un estudio a gran escala del Biobanco del Reino Unido relacionó con un mayor riesgo de diabetes de tipo 2 incluso en personas que dormían lo suficiente, y el riesgo más alto se daba entre quienes dormían muy poco y tenían patrones de sueño muy irregulares.
El sexto punto analizado es el funcionamiento diurno relacionado con el sueño, es decir, la capacidad de una persona para permanecer alerta y despierta durante el día. La somnolencia diurna excesiva se asocia a enfermedades cardiovasculares, cardiopatías coronarias, accidentes cerebrovasculares y muerte tanto por enfermedades cardiovasculares como por cualquier otra causa. Algunos riesgos cardiovasculares, como la obesidad, la diabetes de tipo 2, la depresión, el tabaquismo y la apnea obstructiva del sueño, se asociaron a un mayor riesgo de somnolencia diurna, mientras que la pérdida de peso pareció reducir la somnolencia excesiva durante el día.
Por último, el séptimo punto analizado es la arquitectura del sueño, que se refiere a las fases del sueño por las que suele pasar el cuerpo mientras duerme. El sueño se divide en dos categorías: movimiento ocular no rápido (No REM), que incluye etapas de sueño ligero y sueño profundo, y movimiento ocular rápido (REM), la etapa más profunda del sueño. Un análisis de estudios combinados observó que la interrupción del sueño No REM, también conocido como sueño de ondas lentas, provocaba mayores niveles de resistencia a la insulina en comparación con el sueño no interrumpido.
Salud del sueño
La declaración también aborda las diferencias en la salud del sueño de las personas afectadas por factores sociales adversos para la salud. Una revisión reciente de más de 300 estudios encontró asociaciones consistentes entre un estatus socioeconómico más bajo y una salud del sueño subóptima. Los factores sociales y ambientales, incluidas las características del hogar y del vecindario, como la contaminación lumínica, atmosférica y acústica y la seguridad, también contribuyen a las diferencias en uno o más componentes de la salud del sueño.
En comparación con la población blanca no hispana, las personas pertenecientes a grupos raciales y étnicos históricamente infrarrepresentados duermen menos y tienen más probabilidades de experimentar una peor continuidad del sueño, menos satisfacción con el sueño, acostarse más tarde, un sueño más irregular, una mayor somnolencia diurna y una mayor incidencia de trastornos del sueño . Estas diferencias se observan a lo largo de toda la vida y persisten en el tiempo, siendo los adultos de raza negra los que tienen peor salud del sueño entre todas las personas. "Es importante saber que cada individuo tiene experiencias de sueño diferentes, y estas diferencias pueden contribuir a otras desigualdades sanitarias", afirma St-Onge, que añade que "incluir diferentes componentes del sueño en las conversaciones con los pacientes proporciona información esencial que puede ayudar a los profesionales de la salud a mejorar la atención".
Más investigación
La conciencia de la importancia del sueño es cada vez mayor, sin embargo, los expertos señalan que se necesita más investigación sobre las diversas dimensiones de la salud del sueño para que los médicos puedan apoyar a los pacientes con formas de promover un sueño saludable y mejorar la salud. Aunque existen numerosos 'smartwatches' y otros dispositivos personales para realizar un seguimiento de la cantidad de tiempo que se pasa dormido por noche, aseguran que se necesitan avances en las formas de evaluar otras dimensiones del sueño. El sueño es una de las métricas de salud señaladas en Life's Essential 8, las medidas de la Asociación Estadounidense del Corazón para una salud cardiovascular óptima. Al incorporar el sueño a la puntuación de Life's Essential 8, la única medida para el sueño es su duración (número de horas por noche) porque aún no hay suficientes investigaciones validadas que confirmen cómo evaluar otros componentes del sueño. Según algunos estudios de investigación, la mala salud del sueño contribuye a resultados cardiovasculares adversos. Por ello, afirman que se necesitan pruebas procedentes de ensayos clínicos que confirmen que la mejora de la salud del sueño conduce a una mejor salud cardiometabólica.
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