Barcelona
Sin freno para el patinete
Este medio de transporte está pasando de ser una solución a la movilidad en las ciudades a un problema: la falta de seguridad y los atropellos dan fe de ello. El motivo: la falta de un reglamento estatal que los equipare a las bicicletas para que así puedan circular por las mismas vías.
Este medio de transporte está pasando de ser una solución a la movilidad en las ciudades a un problema: la falta de seguridad y los atropellos dan fe de ello. El motivo: la falta de un reglamento estatal que los equipare a las bicicletas para que así puedan circular por las mismas vías.
A las bicicletas les ha salido un duro competidor. Los patinetes eléctricos, que en un principio parecían solo cosa de menores y de ejecutivos excéntricos, han venido para quedarse. Desde su implantación en San Francisco (California) como banco de pruebas, su expansión no ha parado de rodar a nivel global. Y con ellos, las quejas de los peatones, que ven cómo el escaso espacio que los coches les dejan es utilizado por todo tipo de vehículos de movilidad personal (VMP). Mientras, las ciudades donde este medio se ha implantado, no han aprobado sus respectivas ordenanzas, y eso a pesar de haber dado luz verde a su despegue. «Urge regular a nivel estatal el uso del patinete eléctrico desde el punto de vista de la seguridad vial, así como definir el modelo de convivencia que se desea», afirma Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA). Mismo parecer tiene Iván Sixto, vocal y uno de los fundadores de la Asociación de Usuarios de Vehículos de Movilidad Personal (Auvmp): «Lo deseable sería tener un reglamento unificado para todas las ciudades». Es la única forma de evitar que «el patín del diablo» –como llaman al patinete en Hispanoamérica– traiga el caos.
En el año 2016, la Dirección General de Tráfico (DGT) propuso unos criterios básicos para el uso de los VMP, pero en esta instrucción no se recoge ninguna medida concreta más allá de clasificar estos medios de transporte por peso y velocidad. Es decir, se delega este asunto a los respectivos ayuntamientos.
En la actualidad, tan solo Barcelona cuenta con una regulación. El pasado lunes, Valencia presentó el borrador de su nueva ordenanza, en el que da prioridad a los peatones y al transporte público, prohibiendo el uso de patinetes eléctricos y bicicletas en las aceras.
En concreto, y a la espera de que sea aprobado, los vehículos de movilidad personal deberán circular por los carriles bici, ciclocalles y zonas residenciales con un límite de 30 kilómetros por hora. Por calles peatonales solo podrán ir aquéllos de hasta 20 km/h de potencia y siempre que no superen los 10 km/h de velocidad. La letra pequeña continúa. Y es que ése es precisamente el problema, que «un ciudadano no puede aprenderse normativas distintas para poder circular en patinete según en qué ciudad se encuentre en un momento dado u en otro», denuncia Arnaldo.
Barcelona, la única urbe del país con una regulación vigente, establece que los patinetes tipo A (que no superan los 20 km/h) pueden circular por los carriles bici, por las calles de plataforma única (aquéllas que no disponen de bordillo que separe la calzada de la acera y donde conviven peatones y tráfico rodado) y por los parques públicos. Los de categoría B (los que alcanzan los 30 km/h) podrán circular por los mismos itinerarios que los de tipo A y también por calzadas de calles 30. Es decir, y resumiendo mucho, los usuarios de patinetes pueden ir por los carriles bici. Pero eso sí, a la hora de estacionarlos, no se pueden atar a árboles, semáforos, bancos, ni en las aceras cuando eso impida el paso de los peatones. Y he aquí un problema, porque no es lo mismo un peatón que un peatón con un cochecito de bebé o una persona en silla de ruedas, que necesitan más espacio.
En Madrid, en cambio, aunque aún no está aprobada la normativa definitiva–se hará en breve–, la ordenanza prevista es que los usuarios de patinetes no puedan circular ni por aceras ni por calzada. El texto establece que los vehículos tipo A podrán circular por carril bici segregado y no segregado, por las calles de plataforma única y por los parques públicos. En el caso de los de la categoría B, podrán circular por los mismos itinerarios que los A y también por calzadas de calle 30.
Ante normas tan dispares, resulta clave su regulación a nivel estatal, máxime cuando los vehículos de movilidad personal, ya sean patinetes, «segways» u «hoverboards», son rápidos, baratos y tienen cero emisiones directas. Sus usuarios piden equipararlos a las bicicletas, permitiendo circular por las mismas vías por las que van las famosas dos ruedas, lo que ayudaría a ciudadanos y turistas a circular debidamente, tal y como explica Sixto.
Con una diferencia, eso sí: que los patinetes eléctricos no tienen mucha autonomía. De media, se estima que tienen unos 30 kilómetros. A priori puede parecer suficiente, máxime cuando a estos vehículos se les llama de «último kilómetro»; es decir, su uso es para trayectos que uno haría a pie. Pero lo cierto es que en ciudades grandes, 30 kilómetros de autonomía es muy poco, porque cuantos más años tenga la batería, ésta irá perdiendo autonomía, al igual que sucede con las bicicletas eléctricas. Ahora bien, como ventaja, son fáciles de recargar y al ser ligeros se puede hacer en casa o en su lugar de trabajo. Y siempre se puede optar por los de alquiler.
Respecto a la seguridad, el uso del patinete eléctrico entraña un riesgo para el usuario, así como para terceros. Prueba de ello es «Vitoria, donde en una semana se contabilizaron tres atropellos de peatones por usuarios de patinetes», recuerda Arnaldo. En esos casos no hubo que lamentar pérdidas humanas, pero desgraciadamente ya se han sucedido. Según informó la prensa, a finales de agosto un menor de 17 años murió después de ser atropellado por un turismo en la A-27 en Tarragona cuando él se desplazaba por el arcén de la vía en patinete. Meses atrás, a mediados de enero, un menor de cinco años que iba en patinete eléctrico falleció atropellado por un autobús en Badajoz.
Respecto al número de accidentes con el patinete como protagonista en un sentido u en otro, en la actualidad no es posible saber la cifra porque hay ciudades como Madrid, «donde aún no se están recogiendo estos datos con la particularidad del patinete, ya que no hay una casilla específica para ello», explicaron desde la Policía Municipal. No obstante, «se hará», precisaron las citadas fuentes.
Ejemplos más que suficientes para impulsar una regulación a nivel estatal, si no «este país va a acabar convirtiéndose en un ''reino de taifas''», concluye el presidente de AEA. La convivencia de todos los métodos de transporte, en definitiva, es posible: basta con ampliar la red de carriles bici.
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