Tribunales
«Sólo una vez hice el amor en presencia de mi hija, pero ella dormía»
Investigación / Las declaraciones del «caso Nadia». LA RAZÓN accede a las versiones que Marga Garau y Fernando Blanco dieron ante el juez que les imputa explotación sexual. Afirman que se hicieron los «selfies» cuando aún vivían en Mallorca y los tres dormían en un colchón en el comedor
Investigación / Las declaraciones del «caso Nadia». LA RAZÓN accede a las versiones que Marga Garau y Fernando Blanco dieron ante el juez que les imputa explotación sexual. Afirman que se hicieron los «selfies» cuando aún vivían en Mallorca y los tres dormían en un colchón en el comedor
Nada más comenzar, el juez fue directamente al grano: «¿Fue su hija testigo de cómo mantenían ustedes relaciones de carácter íntimo?». Margarita, con la garganta irritada de enlazar pitillo tras pitillo antes de la declaración, carraspeó y con voz titubeante respondió: «Una vez, sólo una, hice el amor con mi marido en presencia de mi hija, pero ella estaba completamente dormida. Esperamos a que así fuera antes de mantener relaciones sexuales. Durante el acto ni gritamos fuerte ni fuimos escandalosos y ella no se despertó. Lo sé porque mientras hacíamos el amor estuve pendiente de mi hija todo el rato». «Y, ¿cuánto duró la relación?», cuestionó Su Señoría convencida de que si hubiese sido prolongada aumentaban las posibilidades de que la menor se despertara: «¿Sólo 30 segundos o qué?». «No fue así», negó Marga. «El coito no acabó a los 30 segundos. Duró algo más».
Tras obtener las primeras respuestas Su Señoría mostró a Margarita las imágenes a las que se estaba refiriendo. Se trata de una veintena de fotografías realizadas por Fernando, unos pocos «selfies» sexuales. En otras se ve parcialmente su cuerpo (el pecho, las ingles y los pies) y de lleno el de su mujer. En un segundo plano, un poco más al fondo, una televisión sobre una mesilla. En tres de esas instantáneas, en una de las esquinas, aparecen los pies de una menor, colocados en sentido contrario a Fernando y Marga, como si en ese momento les estuviera dando la espalda. Al observarlas detenidamente los pies se mantienen estáticos, sin cambiar de posición. Si lo hubieran hecho, cabría deducir que Marga mentía y la menor estaba despierta. Aun así, el juez no parecía muy convencido de las respuestas y buscó el resbalón de la madre de Nadia. «Como habrá podido comprobar en las fotografías, la tele estaba encendida y como han explicado ustedes se mantenían ocupados. Entonces ¿quién la estaba viendo?», preguntó el juez. «La tele estaba encendida de fondo. Siempre la tenemos así para dormir. La niña no estaba viéndola. Ella no se enteró de nada de lo que estaba ocurriendo. Si se hubiese movido, yo hubiera parado inmediatamente», respondió Marga, que según avanzaba la declaración iba ganando en seguridad. «Lo que no sabía que hubiese tantas instantáneas. Algunas no las conocía. Fue una cosa puntual». «¿Y el flash de la cámara no la despertaba?», insistió Su Señoría, mientras ella se reiteraba en su negativa. «No, no lo hacía. Jamás hubiera realizado un acto sexual delante de mi hija despierta». El hecho de que la pequeña durmiera con ellos también fue objeto de las preguntas del magistrado. «Si nada tiene que ver con un asunto sexual, ¿por qué se acostaba su hija con ustedes en el mismo colchón?», inquirió. «Las fotografías calculo que están hechas hace seis años, quizá ocho. Por entonces, Nadia tendría entre tres y cinco años. En aquella época vivíamos en Binali, Mallorca. Por entonces íbamos muy ajustados económicamente. Nos vimos obligados a vender algunos muebles para poder sobrevivir. Por eso teníamos que dormir todos juntos en un colchón en el comedor. Era nuestra habitación, la de los tres». El magistrado quiso saber si habían enviado esas imágenes a alguien o las habían compartido en la redes. «Rotundamente no. No las hemos difundido. Ni les hemos dado ningún uso ni yo soy aficionada a la pornografía infantil».
Zanjada la cuestión, Su Señoría la enfrentó al segundo grupo de fotografías que han levantado sus suspicacias y en las que aparece la menor desnuda. «Las fotos que le hicimos a nuestra hija sólo tenían un objetivo y era comprobar cómo evolucionaba su piel y poder ver si las cremas le hacían efecto. Ve, aquí se observa cómo la piel se le va poniendo negra en las axilas». «¿Y estas otras?», preguntó el juez enseñándole imágenes de la intimidad de la menor que aparentemente nada tenían que ver. «Esas fotos es cierto que no son de la evolución de su enfermedad, pero las considero completamente normales». El juez le mostró algunas más. «Esa la veo graciosa, en esta otra se está dando crema, aquí saliendo de la piscina. Mi hija es una niña juguetona que le gusta posturear, pero nada más. Ninguna de estas fotografías se realizó con intención sexual o libidinosa. Se lo juro, Señoría». Las explicaciones de Marga no convencieron al juez, que decidió declararla formalmente investigada por los delitos de exhibicionismo, provocación y explotación sexual.
El siguiente en comparecer fue Fernando, su marido. Las preguntas que planteó el titular del juzgado número 1 de La Seu de Urgell fueron prácticamente las mismas. «Nunca he mantenido relaciones sexuales en presencia de mi hija despierta y sólo una vez hice el amor a mi mujer con mi hija al lado, pero ella estaba dormida. Fue un coito discreto y de una duración normal. Ella no se despertó en ningún momento. De hecho, mi pequeña jamás me ha preguntado nada sobre algún tema de carácter sexual. Dejamos de dormir en habitaciones separadas porque el piso de arriba de nuestra casa en Biniali, Mallorca, se movía. Había una viga agrietada y por eso acabamos todos durmiendo en el salón. Lo hicimos en un colchón todos juntos, porque no teníamos muebles. Y sí, los pies que se ven en la imagen los reconozco. Son de mi hija, no pueden pertenecer a nadie más, pero insisto en que estaba profundamente dormida y no se despertó en ningún momento. Respecto a las otras imágenes ninguna tiene carácter sexual. Unas son para el seguimiento de su enfermedad y otras pertenecen al ámbito familiar. Las primeras se las enseñábamos al dermatólogo o a su médico del hospital Son Llàzer. La idea era que pudiera ver cómo estaba antes la niña y ahora. Nunca las enviamos. Se las enseñábamos directamente en el móvil. Que le quede claro, Señoría, nunca he hecho las fotografías con malas intenciones ni tienen un trasfondo sexual ni libidinoso. Ni con mi hija ni con ningún otro niño». «¿Por qué entonces escondía algunas instantáneas en un archivo que ponía ‘‘Virus’’, no tocar?», afiló el juez la pregunta. «Era por si alguna vez pasaba algo y perdía el pen. Para que nadie las abriera». Tampoco convencieron las explicaciones de Fernando a Su Señoría que le imputó los mismos delitos que a su mujer.
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