Barcelona
¿Cuánto saben de nosotros gracias a internet?
La periodista Marta Peirano, autora de «El pequeño libro rojo del activista en la red», una suerte de manual para protegernos de los intrusismos en Internet, asegura que «hay empresas y gobiernos que saben más de nosotros que nosotros mismos». Informa José Oliva/Efe.
En una entrevista con Efe, Peirano, que fue jefa de Cultura en el difunto ADN.es, ha explicado que el objetivo del libro es «ofrecer herramientas para la protección de las comunicaciones para periodistas y activistas que necesitan comunicarse al margen de las autoridades, aunque puede ser útil también para gente que quiere navegar sin que las marcas sepan qué compra y cuánto dinero destina a un producto determinado».
La información que todos generamos en la Red es posible, según la autora, porque «hacemos casi todo a través de Internet o infraestructuras que están conectadas como la tarjeta de crédito, y toda esa información y bases de datos entrecruzadas generan datos abrumadores sobre qué hacemos o cómo trabajamos».
En «El pequeño libro rojo del activista en la Red» (Roca Editorial/eldiario.es libros), Peirano pone al alcance del lector herramientas fáciles de descargar, basadas en la criptografía, que dificultan el acceso a la información privada: «alguien interesado en descifrarla tardaría tres días, pero es inviable desencriptar todas las comunicaciones de todos».
«La seguridad perfecta 100 % es imposible» asegura tajante la periodista «de no ser que te vayas a la montaña donde no haya un repetidor, tires el móvil y estés fuera del sistema», bromea antes de matizar que lo único que se puede hacer es «ralentizar el proceso y dificultar mucho la vigilancia, pero todos debemos contar con que nosotros no somos Edward Snowden o Bradley Manning, generamos ruido que no es útil».
Peirano viaja en su libro a los orígenes de la era de las comunicaciones, desde la primera línea de telégrafos entre Washington a Baltimore en 1844 hasta la actual revolución digital en la que los cables físicos del entramado de la Red está en muy pocas manos: Google, Facebook, Apple, Microsoft, Amazon o Twitter.
«Esas mismas manos acumulan a diario miles de paquetes de datos en los Data Centers, la Nube con forma de Stasi, con los que se puede predecir el embarazo de una muchacha de Atlanta de 23 años, con casi un 90 % de certeza, antes de que ella misma lo sepa», relata Peirano.
La autora aleja el fantasma de la conspiración universal cuando recuerda que no es más que la aplicación del capitalismo avanzado en la era digital, no en vano «en los años 90 la mayor base de datos personales del mundo no la tenía ni la CIA ni el FBI, sino la cadena de supermercados Walmart, que viene a demostrar la facilidad con que cedemos datos: dónde vives, cuánto gastas, adónde vas de viaje, lo mismo que pasa hoy con Facebook, Twitter o Gmail».
Peirano pone el acento en que ese gigantesco caudal de información a partir de los atentados terroristas «ya no sólo sirve para definir nuestro perfil como consumidores, sino también para espiarnos y controlar nuestras actividades ya que las empresas tecnológicas están obligadas a ceder las bases de sus clientes al Gobierno Federal de EEUU sin advertir a los usuarios».
Entre sus consejos, Peirano apuesta por navegadores de código abierto como Linux: «Es un programa que ha abierto las tripas para ver cómo funciona por dentro y no te puedes fiar de un programa cuyo código no es accesible. Además, el ciclo de reparación y mejora de los proyectos de Linux es infinitamente más rápido que con los productos comerciales».
Sin embargo, la autora brinda programas, aplicaciones, opciones y trucos para usuarios de Windows (Microsoft) y OS X (Apple).
Piensa Peirano que «la tecnología de encriptación no es perniciosa en sí misma por el hecho de que la utilicen los narcotraficantes, porque también la usa el ejército norteamericano».
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