Papel
El futuro de la música
La llegada de Apple Music a los servicios de reproducción en «streaming» es otra prueba de cómo será la industria musical del futuro.
La feria ha llegado al pueblo. A cualquiera de la geografía española. Entre las casetas de juegos, dardos al globo, anillas en palos o bolas de ping-pong en botellas, los premios resultan, a menudo, un ranking de los deseos: este año, muy por debajo de minimotos, tabletas, batidoras y microondas, en el escalón más bajo, se encuentran los MP3. Basta una inversión de dos euros y un poco de suerte para hacerse con uno de ellos. Quién lo hubiera dicho hace una década. Hoy, el MP3 está empezando a quedarse obsoleto. La tendencia es la música en «streaming». De acuerdo con la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), las ventas de música en formato físico (CD, vinilo, etc.) generan el 46% de los beneficios del sector. Y lo digital ocupa un idéntico porcentaje. En este último sector la distribución es, por ahora, bastante equitativa: las descargas representan un 52%, el resto es patrimonio de la música en «streaming». El detalle es que este año el descenso de las descargas, en beneficio de páginas como Spotify, Deezer, Rdio o Rhapsody, ha sido de un 8%, mientras que los suscriptores de pago de las mencionadas páginas se han multiplicado por cinco en apenas cuatro años hasta llegar a los 41 millones de clientes. Estas empresas se benefician de una expansión geográfica y virtual de un modo mucho más eficiente que el modelo de descargas. La prueba es que en los canales de música en «streaming», la publicidad aumentó casi un 40% en apenas un año, según datos de IFPI. No es extraño que cada vez sean más las empresas interesadas en este sector. Así apareció recientemente el servicio de YouTube, Music Key. En este campo, las consolas también juegan: Sony tiene el suyo propio a través de Play Station Music, al igual que Microsoft con Xbox Music. También es posible suscribirse a otro recién llegado, Google Play Music, y ayer mismo entró, de forma definitiva, el servicio de Apple Music.
El modo en el que funcionan todas ellas es básicamente el mismo que utiliza una de las pioneras del sector, Spotify. Hay dos opciones en general: la suscripción gratuita, con la que hay que escuchar publicidad cada cuatro temas aproximadamente, y la de pago, que permite obviar los mensajes publicitarios y a cambio de unos 10 euros mensuales. Spotify paga a los músicos entre 0,006 y 0,0084 céntimos de dólar por cada canción. En cifras, esto es el equivalente al 70% de los beneficios de la página por derechos de autor: unos mil millones de dólares en 2014. Sin embargo, la cifra resulta exigua para quienes están empezando o son poco conocidos, pero por la canción «Drunk in Love», Beyoncé ganó el año pasado, y sólo en Spotify, entre 650.000 y casi un millón de euros.
Consciente de esta realidad, Apple ha dado un paso al frente al complementar su tienda on-line, iTunes, con este nuevo servicio siguiendo su política habitual de dejar que otras empresas experimenten en el sector para aprender de sus errores y luego lanzarse con fuerza. Apple Music, por ejemplo, podrá disfrutarse de modo gratuito los tres primeros meses. En cuanto a su disponibilidad, es compatible con todos sus dispositivos iOS (iPhone, iPad y iPod), Apple TV, en Mac , PC y, en un giro inesperado, también con dispositivos Android, algo que sin duda inspiró Google Play Music al sumar a iOS la lista de los compatibles con su servicio cuando se lanzó al mercado unas semanas atrás. El catálogo de canciones de casi todas las empresas es muy similar y suele contar con unos 30 millones de temas, aunque sobresale en este sector Xbox music, que cuenta con casi diez millones más. Aunque Apple asegura que pronto estarán disponibles los 37 millones que figuran en iTunes. Entonces, ¿en qué se diferencian? Por un lado, en la generosidad. Apple Music permite que hasta seis personas utilicen el servicio por 15 euros al mes. En Spotify hay que gastarse el doble para que sean cinco. Podremos subir nuestra propia música y Apple Music la reproducirá como si fueran parte de su catálogo. A cambio, se pierde la dimensión de red social que propiciaba Spotify mientras que la calidad es ligeramente diferente: el máximo permitido en Apple Music es 256 kbps, por los 320 kbps de Spotify para usuarios de su servicio Premium. También Apple Music carece, al menos por ahora, de un servicio como el que persiguen Google y Spotify, que crean listas inteligentes que tienen en cuenta el ejercicio físico, el ritmo de la música y la hora del día. Además, el servicio de la empresa de Cupertino podrá sincronizarse con el Apple Watch aunque no esté conectado al iPhone. Pero ésta es una primera incursión. Ya están casi todos los grandes de la música en «streaming» y el servicio, junto a las ofertas, comenzará a mejorar con el nacimiento y crecimiento de la competencia. Igual que lo harán los beneficios de los músicos en este sector.
El futuro de la música pasa definitivamente por esta nueva corriente que, para bien o para mal, responde a la volubilidad de los gustos de los consumidores más jóvenes. Del mismo modo que su foco de atención no excede de los tres minutos para un vídeo, en música los álbumes completos de artistas tampoco son lo más buscado. En pocos años, estas webs no sólo ofrecerán un servicio de audio sino también uno de recursos visuales, como conciertos y espectáculos en vivo, que se podrán adquirir y proyectar en diferentes plataformas. No será extraño que en menos de cinco años algunas ofrezcan un pase «Backstage» para disfrutar de un concierto holográfico o en realidad virtual de los artistas del momento o de otros clásicos que jamás podríamos ver: Elvis, los Beatles...
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