Espacio
Reiniciar el universo
Después de dos años de parón, ayer volvió a funcionar el Gran Colisionador de Hadrones en el CERN de Ginebra.
Probablemente los agoreros del apocalipsis se sientan desilusionados, pero la máxima cantidad de energía que se aspira a conseguir haciendo chocar partículas en el LHC es mucho menor que la que precisó el tranvía que me dejó en la puerta de este Centro de Investigación en Energía Nuclear (CERN). Así me lo comentaba en su momento Luca Fiorini, físico italiano del experimento ATLAS. Los 13 teravoltios (Tev) constituyen un salto enorme desde el máximo logrado unos años atrás: 8 Tev... pero es la energía equivalente a la del movimiento de 13 mosquitos en vuelo, según explica el LHC en su página web. ¿A qué viene tanto jaleo entonces? A que esa energía la consiguen en un espacio que es un billón de veces más pequeño que el alado insecto. De acuerdo con nuestros conocimientos, el modelo del Big Bang, que explica el origen del universo, asegura que éste se originó en un punto de altísima densidad. Cuanto mayor es la energía que se consiga recrear en un acelerador de partículas, más atrás en el tiempo se podrá ir. Según me explica Fiorini, «actualmente estamos a una fracción tan ínfima antes del Big Bang que prácticamente no hay nada en la Naturaleza que ocurra a esa velocidad».
Para conseguir esta «máquina del tiempo», el túnel de 27 kilómetros de longitud cuenta con más de 1.200 imanes que «lanzan las partículas cada vez a mayor velocidad, repeliendo y atrayéndolas alternativamente, como unas lianas de Tarzán, pero a escala microscópica», me asegura Fiorini. La aceleración llega a un 99,9998% de la velocidad de la luz. A esta velocidad y gracias a Albert Einstein y su fórmula E=MC2 (Energía = Masa x velocidad de la luz al cuadrado), sabemos que la masa de un protón se incrementa casi 7.500 veces. «Si pudiéramos acelerar una postal a esta velocidad – agrega Fiorini – llegaría a pesar 44 kilos». Una de las razones del cierre temporal del LHC fue justamente la mejora de la interconexión de estos imanes para que pudieran soportar el incremento de energía que se piensa conseguir. Unos diez días atrás, uno de los imanes tuvo un cortocircuito en una prueba, pero se solucionó rápidamente. El diseño de todo el experimento es tan preciso que, para que los choques de partícula sean exactos se tuvo en cuenta la marea del vecino lago Ginebra, entre otras variables.
Cuando el LHC está a pleno rendimiento hay unas 600 millones de colisiones por segundo y se genera, en ese lapso, tanta información como para llenar 200 mil DVD. Por allí se encuentra el último gran logro del CERN: el descubrimiento del bosón de Higgs (con un 99,9999% de fiabilidad). Pero hubo otros muchos: las técnicas de imágenes que actualmente utiliza la medicina, como el PET o las tomografías computarizadas, técnicas para una energía nuclear más segura, paneles solares más eficientes, todos son fruto de innovaciones o ideas que nacieron aquí. Al igual que la web, básicamente el instrumento para compartir información a través de internet.
Todo esto hace que este sea el acelerador más potente y complejo del mundo. Por ello no es de extrañar que ayer mismo Rol Heuer, director general del CERN concluyera que «es fantástico ver cómo después de dos años todo siguen funcionando perfectamente».
Y esto es fundamental porque ahora mismo y hasta 2035, cuando el LHC se «jubile», la cantidad de energía que se consiga en las colisiones se piensa aumentar cada vez más...para responder a nuevas preguntas. La primera de ellas es, obviamente, saber más sobre el misterioso bosón de Higgs.
Pero hay mucho más. Jeffrey Hangst, líder del equipo que por primera vez consiguió antimateria (otro logro del CERN), me comentaba que una de las respuestas más anheladas es: «¿De qué está hecha la materia oscura? Nosotros sólo podemos observar el 5% del universo, el resto es materia y energía oscura, sabemos que está allí por los efectos gravitatorios, pero no podemos verla. Si el universo fuera una piscina olímpica, de 50 metros de largo, apenas habríamos nadado dos metros». La llegada del bosón de Higgs completaría el Modelo Estándar de la física. Ahora los expertos comienzan a atreverse a entrar en un nuevo territorio, uno que habla de un universo con 10 u once dimensiones, con supersimetría (que explicaría entre otras, la materia oscura), gravitones, nuevas partículas y hasta antipartículas. Una física que logre comprender por qué el universo eligió la materia y no la antimateria...En suma lo que se busca es una respuesta a la pregunta que se formuló unos años atrás el físico Lee Smolin: ¿Cómo supo el universo, en ese instante del inicio, qué leyes obedecer?
Si todos los logros que el CERN alcanzó hasta el momento fueron explorando una mínima parte del universo conocido, atreverse más allá de lo explorado, traerá sin duda logros que ni siquiera podemos vaticinar. No porque no tengamos imaginación para ello, sino porque se trata de entrar en un universo que hasta ahora, apenas soñaban los científicos. Y eso es lo que hará el LHC a partir de hoy.
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