Opinión

La templanza

Tengámosla nosotros y decidamos bien

Marta Robles. Premio de las Letras del Ateneo Mercantil de Valencia 2022
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En estos días en los que la vivienda preocupa más que nunca y desde todos los puntos de vista (legalidad y ocupación) una señora tuvo la curiosidad de saber en Valencia, durante un acto de campaña de Podemos cómo era posible que la ministra de Igualdad, Irene Montero tuviese un chalet. “Mi marido trabajando desde los 14 años…, y ¿usted cómo ha podido tener un chalet?” le preguntó la señora a la ministra de Igualdad, que reaccionó con una beligerancia impropia de un político: “¿sabe por qué, señora? ¿Sabe por qué? Porque mi padre falleció de cáncer con 60 años y me dejó una herencia porque soy hija única. Por eso y porque tengo una pareja con la que me he podido comprar con mi dinero la casa que me dé la gana”. Acto seguido, se dio la vuelta y dejó a la señora con la palabra en la boca. Más allá de que parezca que no es de todo cierto el discurso de la ministra y que los cargos políticos de ella y su marido les garantizaron unas condiciones crediticias inalcanzables para otros y poder afrontarlas, lo que no les hubiera sido posible desde sus actividades laborales previas, Irene exhibe una cualidad que afecta a la política y a la vida: la falta de templanza. Ya desde Platón se concluye que bajo el imperio de la Templanza “toda casa estará bien administrada y toda ciudad bien gobernada ya que la ciudad bien ordenada es aquella donde esta virtud reina”. Otros políticos al igual que montero demuestran que les falta esa templanza que los griegos y cualquier persona con sentido común reconocen como cualidad indispensable. Si ellos no la tienen y nos dirigen, andamos perdidos. Tengámosla nosotros y decidamos bien.