Salud
Terapia de choque para acabar con los TOC
El método Bergen es un tratamiento intensivo de cuatro días para tratar este duro trastorno. empieza a dar ya sus frutos, aunque también levanta recelos
El método Bergen es un tratamiento intensivo de cuatro días para tratar este duro trastorno. empieza a dar ya sus frutos, aunque también levanta recelos.
A Antonio Galán nadie le verá arqueando las cejas con la insolencia de Jack Nicholson en «Mejor imposible» cuando saca su propio set se cubiertos en un restaurante para evitar ser embestido con algún germen. Igual que él, sufre trastorno obsesivo compulsivo (TOC) pero ni en su panoplia de muecas, ni en sus rituales se le parece. No camina esquivando las líneas de las baldosas, ni cierra la puerta cuatro veces antes de salir. En la vida real, el TOC tiene poco de socarrón y sí mucho de sufrimiento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo cataloga como uno de los cinco trastornos más invalidantes por el enorme desbarajuste que provoca en la vida cotidiana de quien lo padece, alrededor del 2,5% de la población, aunque la cifra se triplicaría si sumásemos las personas aún sin diagnosticar. Con solo 11 años, Galán, que ahora preside la Asociación TOC Madrid (www.asociaciontocmadrid.es), tenía que contar del 1 al 10 antes de dormir. Y así hasta diez veces seguidas. Como el niño que concilia su sueño con un cuento, si no fuese por un matiz. Su ritual estaba cargado de ansiedad, señal de que algo empezaba a no ir del todo bien en su cabeza. También recuerda vagamente que colocaba los vasos hasta verlos alineados y que cogió la inusual costumbre de organizar sus pensamientos con absoluta meticulosidad. Sus atracones de orden mental se intensificaron a partir de la adolescencia, sobre todo en época de exámenes. «Leía una página y, al llegar a la última línea, sentía que debía volver a la primera. Era un modo de calmar la ansiedad». Pasarían aún muchos años hasta que alguien pusiese nombre a lo que el resto del mundo consideraba manías o rarezas: «Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)». Reconoce que tuvo la suerte de dar con una psicóloga especialista en TOC, Nieves Álvarez, que hoy, además, es su mujer. Encontró en ella una extraordinaria habilidad para ponerle palabras a su tormento y la sana normalidad a las emociones que derivan del trastorno. «La obsesión –explica esta profesional– es una intrusión mental en forma de pensamientos, imágenes o sensaciones. Produce malestar porque la persona los considera inapropiados y porque se presentan de forma recurrente y persistente, causándole gran ansiedad. La respuesta a esta obsesión es la compulsión, que es la conducta o acto mental para sentirse mejor o eliminar las intrusiones». Todavía hoy, a Galán le asaltan sin permiso ideas, pensamientos y operaciones aritméticas, que interrumpen su curso normal, pero ha avanzado grandes pasos para tratar de ignorarlos y reprimirlos.
Algunos pacientes cuentan que todo lo que toca su mano izquierda tiene que pasar inmediatamente por la derecha, y viceversa. La mayoría realiza las tareas siguiendo una simetría, orden o equilibrio determinados. Si no actúan así, les invade un sentimiento muy desagradable, de temor, impotencia o mal presagio. Para Galán, el mayor sufrimiento viene por lo que tiene de irracional e inservible esa caterva de pensamientos o actos. Con este mismo padecimiento tuvo que vivir también Inmanuel Kant, probablemente influido por una educación extremadamente disciplinaria. Se volvió tan obsesivo con sus rutinas que –según se cuenta– los vecinos de su ciudad, la antigua Köningsberg, daban cuerda a sus relojes cuando avistaban al profesor en su paseo diario.
En tiempo exprés
Por su carácter devastador, tanto a nivel mental como físico, el TOC es objeto continuo de investigación y, bajo esa premisa de curación que está logrando nuestro protagonista, un equipo de científicos noruego dice haber dado con un tratamiento intensivo que acaba con los TOC en cuatro días. Se trata del método Bergen y ha sido ideado por dos psicólogos de esta ciudad costera de Noruega, Gerd Kvale y Bjarne Hansen. Su protocolo se basa en una terapia conductual similar a la que usa Nieves Álvarez, de exposición y prevención de respuesta, pero en un tiempo exprés. El primer día es informativo y de preparación. Durante el segundo y tercer día, el paciente es expuesto entre ocho y diez horas diarias a esas situaciones, contextos y pensamientos que le generan temor o ansiedad. Si, por ejemplo, su miedo es contaminarse con algo, deberá tocarlo dirigiendo su mente a esos momentos en los que siente la imperiosa necesidad de lavarse. El paciente empieza entonces a tomar el control reduciendo progresivamente sus niveles de ansiedad y malestar. Al terminar esta segunda fase, entrena al paciente para que pueda gestionar él mismo estas técnicas que repetirá en los siguientes tres meses. Antes de finalizar el tercer día, familiares y amigos reciben también información sobre el TOC. Ya en la cuarta jornada, terapeuta y paciente fijan objetivos y diseñan las prácticas que le ayudarán a mantener esos logros, motivándole para que lleve un registro diario que enviará a la clínica semanalmente. Pasados tres meses, ambos se reúnen media hora y evalúan el tratamiento. La visita se repite tres meses después. Los autores han publicado en «Cognitive Behavior Therapy» los resultados y, de los 77 pacientes tratados, 56 (72,7%) se mantenían en remisión en la etapa de post tratamiento y 53 (68,8%) se habían recuperado en la fase de seguimiento. Cuatro años después, 41 se habían librado de su TOC. En su investigación destaca el caso de Katherine Mydland, una mujer de 41 años cuyo temor a los gérmenes estaba devorando su existencia. «No podía ayudar a los niños con sus tareas, ni hacerles la cena, ni si quiera era capaz de abrazarles». Después de casi una década de angustia, dio con esta terapia conductual que aplicaba de modo experimental el Hospital Universitario de Haukeland, en Bergen. Fueron cuatro días que, según explica, cambiaron su vida. Más de 1.200 personas han recibido ya este tratamiento.
Por su trabajo, Kvale y Hansen han sido nombrados por la revista «Time» dos de las 50 personas más influyentes de 2018 en temas de salud. Cuando el equipo compara sus hallazgos con los análisis publicados de otros tratamientos de exposición menos intensivos, observa que su técnica conduce a tasas más altas de remisión y recuperación. Anteriormente, este método ya lo habían probado con éxito para tratar fobias y fatiga crónica.
Actualmente, se aplica en el sistema de salud público de Noruega y los autores tantean la posibilidad de replicarlo en otros países, aunque aún está por ver si funcionaría en países con culturas diferentes. Kvale y Hansen ya han comenzado a entrenar grupos en Islandia y Suecia, y comenzarán a trabajar con equipos en Houston el próximo año. No obstante, el método Bergen tiene limitaciones. La principal es que los resultados no se compararon con un grupo control, por lo que antes de difundirlo a gran escala realizarán ensayos aleatorios para evaluar si funciona igual en otros entornos culturales.
Este protocolo podría servir de base para examinar la adaptación del cerebro a nuevos procesos emocionales, algo en lo que ya trabajan el equipo noruego junto Kerry Ressler, director del del Hospital McLean en Massachusetts. El objetivo es dar también con marcadores biológicos, en sangre, saliva o mediante neuroimagen, que ayuden a identificar qué pacientes responderían mejor a este tratamiento y obtener nuevos conocimientos para futuras terapias y un diagnóstico temprano. Actualmente, se tardan unos ocho años en detectar el TOC. ¿Cómo saber si esas manías humanas que nos definen no son la señal inequívoca de una enfermedad mental? Según Álvarez, aún no existe ningún test que discrimine si se sufre el trastorno o no. «Lo que indica que es un TOC no es una obsesión en sí misma, una idea delirante, una fobia o una idea intrusiva, que todos podemos tener, lo que marca el trastorno es que trate de eliminar esa obsesión o resolverla a toda costa y que esa idea entre en conflicto con los valores, sentimientos, deseos y objetivos de la persona». Por lo demás, la psicóloga se muestra escéptica ante las promesas del método Bergen. «No aporta nada nuevo y sigue la línea de tratamiento que nosotros aplicamos. Lo que hace es acompañarla de un buen marketing. Numerosos estudios muestran que la exposición más eficaz en el TOC es la que se aplica de manera gradual». Su consejo es prudencia. «Puede haber una remisión total de los síntomas, pero no deja de ser un trastorno crónico. El objetivo es que los síntomas no provoquen sufrimiento ni interfieran en la vida personal».
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