Brote de ébola

Teresa Romero: «No volvería a ser voluntaria en un caso de ébola»

La auxiliar de enfermería que sobrevivió al virus del ébola en 2014, recibe a LA RAZÓN en su domicilio de Alcorcón para advertir de que si no se toman medidas en El Congo «volveremos a tener problemas»

Foto: Alberto R. Roldán
Foto: Alberto R. Roldánlarazon

La auxiliar de enfermería que sobrevivió al virus del ébola en 2014, recibe a LA RAZÓN en su domicilio de Alcorcón para advertir de que si no se toman medidas en El Congo «volveremos a tener problemas»

«No me volvería a presentar como voluntaria». Teresa Romero, la auxiliar de enfermería española que se convirtió en la primera persona infectada por ébola en Europa sigue de cerca el nuevo brote de este virus que vuelve a golpear África. Casi cuatro años después de haber superado esta enfermedad cuya tasa de mortalidad supera el 50%, Romero recibe en su casa a LA RAZÓN para explicar cómo han sido estos años y su vuelta a la vida normal.

La técnico de enfermería continúa viviendo en su domicilio de Alcorcón, en la que residen su marido Javier (que también tuvo que ser sometido a cuarentena) y ella desde hace 20 años y la misma que fue descontaminada mientras ella luchaba por su vida en el Hospital Carlos III de Madrid. «Se llevaron de todo de mi casa, cortinas, ropa... hasta el frigorífico y todas nuestras cosas las dejaron en una habitación amontonadas», explica la sanitaria con tristeza.

Un felpudo de un perro y un gato y un póster de Galicia en el salón revelan las dos pasiones de la auxiliar de enfermería, que ha cambiado de puesto de trabajo tras la enfermedad, pero sigue en el mismo hospital. «Dejé el área de infecciosas (hepatitis, VIH, tuberculosis), y ahora estoy en Farmacia», explica a este diario.

De vez en cuando se hace una escapada a Galicia para ver a su familia, a Becerreá, donde vive su madre Jesusa Ramos, que fue, junto con su marido Javier Limón, su gran apoyo durante aquellas semanas críticas. La última vez que subió fue en Semana Santa. «Nos fuimos a Rivadavia, en Orense. Estuvimos en las termas». Además, el marido de Romero explica orgulloso que ya «hemos hecho dos tramos del Camino de Santiago: el norte y el primitivo». La pareja está unida y siguen luchando juntos, pese a que durante el periodo de recuperación de Teresa se especuló sobre las dificultades por las que podría estar pasando su matrimonio.

La sanitaria ya no se cansa cuando sube las escaleras, dice, atrás dejó el bastón con el que se tenía que ayudar por el dolor que presentaba en las articulaciones fruto de la medicación a la que estaba sometida. Después de pasar un mes ingresada en el Hospital y tras su completa recuperación decidió dejar de fumar y se apuntó al gimnasio. Allí hacía pesas y le gustaba caminar en la cinta. Ahora, ha cambiado de hobby y según explica a LA RAZÓN se ha apuntado a clases de inglés. «He dejado el gimnasio porque no me daba tiempo a todo, además me vendrá bien para mi próximo viaje a Londres donde he quedado con una amiga que es de Miami y a la que conocí cuando pasó todo», relata Romero.

También le ha crecido el pelo, aunque lo sigue llevando corto, un poco claro. En su día se sometió a tratamiento capilar porque fruto de la medicación se le empezó a caer el cabello. Hoy nadie lo diría. Ha ido a la peluquería y, la verdad, está guapa. «Muchas gracias, pero he engordado unos 10 kilos. Dejé de fumar y eso me generó ansiedad».

Atrás quedaron aquellos días tan duros en la habitación 6008 donde permaneció 25 días aislada y en los que lo único que pensaba era que iba a morir. «Recuerdo que estaba con el edema pulmonar y me faltaba el aire y le dije a dos compañeros que deseaba morirme. Fue un segundo de desesperación. Tuve mucha suerte, bueno y también ganas. No sé cómo pude salir de aquella», dice.

Ella se encuentra bien. Hay cosas que han cambiado. Sigue echando de menos a su perro Excálibur –sacrificado por orden de la Comunidad de Madrid cuando Teresa se contagió de ébola–, pero ahora tiene a Alma, una perra American Stafford que adoptó en el Centro Integral de Protección Animal (CIPA) de Alcorcón y que no deja de moverse. «Tiene cuatro años», apunta Limón. Los mismos que han pasado desde que Teresa abandonó el hospital. «Seguimos echando de menos a Excalibur, pobrecita», afirma Teresa

A pesar del temor que en todos nos ha despertado el nuevo brote de ébola en República Democrática del Congo, Teresa dice que se enteró de todo «por internet» «No tengo miedo, no puedo tenerlo, porque estoy en principio inmunizada del virus y, aparte, creo que no trascenderá más allá de los poblados donde está ubicado. Supongo que después de la crisis que pasamos en 2014, se activarán mejor los protocolos o, al menos, eso quiero pensar». «Si se controla in situ no tiene por qué haber mayor problema. Si se controla como en 2014 obviamente volveremos a tener una crisis». Teresa se contagió de ébola tras atender a un misionero infectado del virus. Por ello, al preguntarle si en caso de enfermar un médico, un voluntario o un religioso , se debería volver a traer a España confiesa que es una «pregunta complicada. «Estamos hablando de una persona que necesita atención sanitaria urgente. Lo suyo sería que se le aislara y se le tratara allí. Eso sí, creo que en España estamos algo mejor preparados que en 2014 para tratar este virus», sentencia.