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Tolupanes, una etnia que espera más ayuda para subsistir en Honduras

Los tolupanes, asentados en la región central de Honduras y quienes, según apuntes históricos, son de los primeros pobladores del país centroamericano, subsisten en la pobreza y a la espera de mayor asistencia por parte del Estado.

Estando tan cerca de los principales centros urbanos y de poder político y económico como Tegucigalpa y San Pedro Sula, el pueblo tolupán está lejos del desarrollo.

Muchos de ellos viven en remedo de casas de adobe con techos de paja, sin energía eléctrica, centros de salud, escuelas o colegios.

El abandono casi total en que han vivido a lo largo de su historia tiene a los tolupanes en riesgo de perder su idioma, el tol, aunque algunos miembros de sus tribus se esfuerzan por conservarla enseñando a los niños en los pocos centros educativos con que cuentan.

Parte de esa historia de dolor, pero a la vez de esperanza, es recogida en el documental "Los hijos de Tomán", producido a instancias de la Sociedad Literaria de Honduras y la Secretaría de Pueblos Indígenas y Afrohondureños (Sedinafroh), con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El director del documental, Gerardo Aguilar, dijo a Efe tras la presentación del vídeo el pasado miércoles en el Centro Cultural de España en Tegucigalpa, que "la experiencia vivida durante la producción ha sido impactante, ya que la pobreza de los tolupanes es extrema, podríamos decir que hasta indignante".

Agregó que con las imágenes tratan de "dar a conocer la pobreza en la que está sumergida la cultura tolupán y lo que dice su gente".

Para el productor del documental, Marvin Moreno, el proyecto nació después de varias giras a la montaña de La Flor, que se localiza al norte del departamento de Francisco Morazán y el sur de Yoro, en la región central de Honduras.

"Encontramos -dijo- que los elementos culturales de los tolupanes han estado sin ser vistos por la mayoría de los hondureños y que casi siempre la idea que se ha vendido es solamente de pobreza".

Agregó que también tratan de reflejar la riqueza cultural de los tolupanes que encierra muchos aspectos, incluidos su gastronomía, artesanías, cultivo de la tierra y antiguos métodos de caza, como el uso de la cerbatana y el arco.

Aguilar y Moreno coincidieron en que la cultura tolupán se diferencia mucho de otros grupos étnicos del país, porque conservan muchas cosas como su vestimenta y su lengua, aunque ambas también están en peligro de desaparecer.

El documental recoge aspectos de dos de las tribus tolupanes, la de los Martínez y la de los Soto.

Uno de los personajes en el documental es Isabel Soto, conocido como "Chabelo", hijo del cacique Julio Soto, quien murió el 21 de marzo de 2011 en un hospital público de Tegucigalpa a causa de tuberculosis, según informó entonces la Sedinafroh.

Isabel, sucesor de su padre como cacique, se dedica más a la agricultura y luchar por la subsistencia diaria con su tribu, esperando mejores condiciones de vida.

En la otra tribu, la de los Martínez, figura Israel, quien se dedica a la artesanía y elabora cestas con fibra procedente de una planta local.

El cacique más conocido de los tolupanes es Cipriano Martínez, de quien en enero pasado la Sedinafroh indicó que cumplió 113 años, aunque Marvin Moreno considera que posiblemente tenga una edad menor, pero muy avanzada, que puede ser entre 80 y 90.

Las mujeres tolupanes, relegadas a un segundo plano en la cultura tolupán, también producen algunas artesanías como collares hechos con semillas, para lo que solamente importan el hilo.

Los tolupanes tienen una dieta a base de maíz y fríjol, aunque para subsistir también cosechan bananas, yuca, calabaza y café.

En algunas ocasiones consumen pequeños caracoles extraídos de ríos y quebradas que sus mujeres cocinan en fogones de leña con agua, hojas de Santa María y un poco de sal.

Su bebida natural es el chilate, a base de agua y masa de maíz, sin azúcar.

Los tolupanes son un pueblo arisco, lo que quizá obedezca a que los ladinos les han despojado de parte de sus tierras que adquirieron hacia la segunda mitad del siglo XVIII con la mediación del religioso español Manuel de Jesús Subirana.

En la lucha por sus tierras, decenas de tolupanes incluso han sido asesinados por terratenientes, según denuncias de las tribus de la montaña de La Flor.