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«Carcaño sacó a Marta de la casa en varias bolsas»
El cuerpo habría sido trasladado a otro piso distinto al del crimen y podría haber una persona implicada ajena al caso hasta ahora. Además, apunta que los padres de el "Cuco"le propusieron dar una paliza a los padres de Marta
Se llama Óscar. Se infiltró en la familia de «El Cuco» a los dos meses de la desaparición de Marta del Castillo. Su misión consistía en recabar datos para ayudar a la Policía a localizar el cuerpo de la joven. «Permanecí junto a ellos, durante dos años y medio, hasta que se celebró el juicio de los mayores en noviembre de 2011. Fueron cientos de horas y de kilómetros para un lado y para otro. Tengo en mi poder 600 horas de grabaciones con todo tipo de revelaciones. Asusta todos los datos que contienen». Así arranca la entrevista que «El infiltrado» concedió por primera vez a «Espejo Público». Nunca hasta ahora había hablado, pero al comprobar que el caso estaba estancado, ha dado un paso al frente.
Óscar trabajó desde el primer momento de forma desinteresada con el único propósito de ayudar a Antonio del Castillo y Eva Casanueva a averiguar la verdad. Se creó un personaje para tener una coartada y se fue arrimando, poco a poco, a la familia de «El Cuco»: «Una vez que conocí a Ángel, el padre del chaval, se me abre la puerta de Rosalía, su madre. Fuimos ganando confianza. Me acuerdo de que para tirarle de la lengua yo le preguntaba qué sentía cuando veía a tantas personas buscando a la niña en el río y en el vertedero. Ella me respondía: “Siento risa. Vamos, los muchachos a buscar en el río. Ahora venga, los muchachos al vertedero. Que miren dónde les venga en gana. Deja que los policías estén entretenidos. Si es que no tienen otra cosa que hacer para tener contenta a la familia de la chavala”». Sus palabras denotan ausencia absoluta de empatía hacia el dolor ajeno, hacia las lágrimas de unos padres destrozados por la pena. Tal ausencia de compasión llegó a convertirse en un encargo despiadado, siempre según sus palabras: «Me propusieron que moviese los hilos para que a lo padres de Marta y al abuelo se les propinase una buena paliza». «El infiltrado» salió del apuro como pudo, sin cumplir sus deseos, pero también sin perder su confianza.
En los primeros meses, Óscar fue conociendo a través de los medios de comunicación los avances de las pesquisas policiales y los comentaba con los padres de «El Cuco». «La investigación caminaba como un pollo sin cabeza», recuerda «El infiltrado», «pero les fui marcando datos. Por ejemplo, se le atribuía un solo vehículo en el ámbito familiar, pero en realidad tenían tres». Óscar filtró estos datos a los investigadores, que intervinieron los coches. En su día la revelación era de suma importancia porque buscaban el que había servido para trasladar el cuerpo de Marta. Desgraciadamente, no hubo resultado positivo. Aún así, «El infiltrado» lo tiene claro: «Todos los datos que aporté a la investigación, si se hubieran judicializado, entenderíamos el caso del Marta del Castillo de otra manera». Lo justifica con cientos de detalles que, puestos en su contexto, dibujan un panorama desconocido hasta ahora. «Rosalía, dos semanas antes de la muerte de Marta del Castillo, había presentado la demanda de separación, pero con lo que ocurrió, Ángel, su marido, pasa a ser una patata caliente dentro de la casa. Ella tenía miedo a que él, por represalias, la delatase, así que no se separa. A mí el padre de “El Cuco” me llegó a decir que se iba a encontrar al menor en un centro y a ella en la cárcel». ¿Qué sabía o qué intuía el padre de «El Cuco»? ¿Por qué temía que su esposa acabase entre rejas? Lo cierto es que Rosalía no se fiaba de Ángel y, según «El infiltrado», fingió una lesión para evitar declarar antes que él en el juicio de los mayores. «Ella quería hacerlo después, por si él metía la pata, amoldar su versión. Por eso no acudió el día que le tocaba y se aprovechó de una antigua lesión que tenía de un accidente de moto».
Una de las revelaciones más duras que Rosalía le hizo a Óscar fue respecto a lo que pudo ocurrir con el cuerpo de Marta del Castillo después de muerta. «Si Miguel supiese dónde está su cadáver, ya habría utilizado ese as bajo la manga. O no lo sabe, o la única explicación que le doy a que Carcaño no delate dónde la escondieron es lo que hizo con Marta. A lo mejor él no quiere que aparezca el cadáver del modo en que puede estar y que se le pueda criminalizar más aún». «El infiltrado» especula en base a una revelación que le hizo la madre de El Cuco. «Un día me contó que Miguel sacó a Marta de León XIII en varias bolsas. Yo le pregunté que cómo iba a ser eso posible. Nunca se había hablado de algo igual. Ella insistió: “Sí, Óscar, en bolsas”. Estaríamos hablando de una disección del cuerpo y es Rosalía la que me asegura que son varias bolsas conteniendo a Marta».
La conversación queda registrada en la grabadora que siempre acompaña a «El infiltrado» y éste acaba relacionándola con otro dato que una de sus fuentes le trasmite: «Me acabé enterando de que, justo donde un testigo ve por última vez a Miguel con la silla de ruedas, hay una vivienda donde residía un amigo de Carcaño. Se trata de una persona extranjera de interés policial que pudo colaborar con él en el asunto de Marta, pero nunca se le localizó». ¿Quién es este individuo? ¿Participó más gente en el crimen de Marta de Castillo que los dos condenados? Las revelaciones aportadas por «El infiltrado» abren cientos de incógnitas que no han sido jamás resueltas, terrenos sin explorar que pueden convertirse en hilos de los que tirar. Ni Eva ni Antonio pierden la esperanza de encontrar y dar digna sepultura a su pequeña, aunque la realidad es que el caso actualmente está más cerca de cerrarse que de reabrirse.
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