Caso Bretón

Un preso sin «vitaminas»

La Razón
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José Bretón tiene un nuevo problema. Otro más a sumar en su lista de temores, quizá no siempre evidenciados en público. Hemos visto a un Bretón «seguro», organizado, meticuloso e, incluso, sugiriendo criterios profesionales a su abogado durante las sesiones del juicio, cuyo jurado popular le condenó a 40 años por asesinar a sus dos hijos.

En espera de que se sustancie el recurso interpuesto por su letrado ante el TSJA, asiste al declive de los focos y, en consecuencia, a la ausencia del alimento diario de su ego. Esa ración de vitaminas periodísticas que le servían para mantenerse protagonista de su propia maldad intrínseca.

Pero Bretón, en su afán por controlarlo todo, se olvidó del olvido. En efecto. El parricida tiene un nuevo escollo para una personalidad, la suya, ególatra y narcisista en grado compulsivo. Los focos se apagan y la triste realidad se impone.

Su nombre ya no aparece en las portadas de los periódicos ni su proceso judicial abre los telediarios. Para la opinión pública es el suyo un «caso cerrado». Al parecer, ya ha alardeado entre rejas con «vender» su historia. Puede ser. Quizá un par de entrevistas y poco más. Luego, la indiferencia, acaso la depresión y una pena de 40 años por cumplir.

Alguien debería haberle dicho que el olvido es –como sentenció Gibran– una forma de libertad. Para la sociedad, naturalmente.

Sociedad Científica Española de Criminología