Inmigración

Una política en los países de origen

Una política en los países de origen
Una política en los países de origenlarazon

Estamos asistiendo en los últimos años a unos procesos migratorios irregulares que amenazan la estabilidad de los países emisores (se van los más jóvenes y arriesgados, constriñendo su futuro) y de los países receptores (no pueden soportar toda la presión que reciben, comprometiendo su futuro). Debemos advertir que la inmigración no es un problema sólo de Europa, se produce incluso dentro de la misma África, donde unos territorios impiden la llegada a ciudadanos de otros próximos o los expulsan tras un tiempo de residencia sin regularizar, algo de lo que aquí no se habla. También ocurre en toda Asia –la India dejó fuera del registro de ciudadanía a 4 millones de personas–. Asimismo, en toda América, y no sólo en el consabido caso de la frontera entre México y EE UU, también pasa con las naciones limítrofes a Venezuela y algo similar acontece entre Haití y la República Dominicana. La emigración se erige en un fenómeno global y la respuesta debe ser en esa misma escala. Adelanto que en todo momento me estoy refiriendo a la Emigración Económica no a la emigración por causa de guerra, persecución política, religiosa u orientación sexual, que éstas tienen el Estatuto especial de Refugiados o Asilados, para salvaguardar sus vidas.

En la actualidad África tiene 1.200 millones de habitantes y una superficie 30 millones de km2, o sea, duplica demográficamente a la UE y la septuplica en extensión geográfica. Sin embargo, a pesar de lo que se piensa, no todos los países africanos son idénticos ni en recursos naturales ni organización política o social ni en densidades poblacionales ni en niveles de desarrollo, etc., por lo que todos ellos no padecen del mismo proceso ni con la misma intensidad. Por ejemplo, Suráfrica, por su nivel de desarrollo económico acoge a más de 4 millones de inmigrantes procedentes de estados próximos. Asimismo, algunos países africanos han comenzado explotar sus recursos naturales desde un sistema democrático para evitar que afloren nuevamente conflictos étnicos y religiosos que tantas guerras internas han causado tras el traumático proceso descolonizador y están consiguiendo ciertos logros.

No obstante, parece evidente que la pobreza, causa de la mayoría de los movimientos migratorios, tiene que ser abordada «in situ». Si la gente joven africana abandona sus países por falta de oportunidades, esos territorios nunca más se desarrollarán, además del desarraigo y la tristeza profunda que generan el abandono del hogar, familia y amigos.

La UE tiene que comprometerse con la cooperación técnica y financiera con los países de origen de estos flujos poblacionales, que a su vez deberán usar de forma correcta y finalista los fondos recibidos. La experiencia existe en la UE casi desde su fundación (1957) y los subsiguientes procesos de ampliación, dado que la Comisión estableció ayudas para los países más desfavorecidos que se iban adhiriendo, a través de los Fondos Estructurales y los de Cohesión, lo que ha permitido un cierto reequilibrio territorial y una corrección de las disparidades sociales y económicas entre las regiones del norte y las del sur y, después, las orientales.

Invertir en Políticas Territoriales y de Cohesión.

Por ende, las referencias para abordar las desigualdades espaciales con repercusiones sociales ya existen y son replicables para los países africanos, si es que todas las partes aceptan las condiciones del contrato, cuya cláusula primera y fundamental sea la de invertir en una política territorial basada, simultáneamente, en estos tres vértices: A) Ordenación y Gestión de los Recursos del Territorio; B) Educación, obligatoria y gratuita hasta el inicio de la edad activa para ser competitivos; C) Sanidad, para aumentar la calidad y esperanza de vida, combatiendo la mortalidad infantil.

Se hacen necesarios el compromiso de los países ricos y la voluntad política de los países pobres, apoyados en sistemas democráticos (condición inexcusable) que permitan cambiar las bases del escenario futuro y, así, corregir las disfuncionalidades de un mundo que se mueve a tres velocidades: los que apenas avanzan, los que corren y los que están agotados de correr por envejecimiento.