Astronomía

¿Y si la Superluna no es tan súper?

En la noche del lunes tendrá lugar este asombroso fenómeno que no se repetía en cuanto a tamaño y brillo desde hace 70 años. Los expertos se muestran algo escépticos sobre si se podrá disfrutar a simple vista, pero su influencia en las mareas aumentará un 30 por ciento.

Esta Luna estará sólo un 0,02% más cerca de nosotros que la última superluna de marzo de 2011, a la que pertenece esta imagen de Madrid
Esta Luna estará sólo un 0,02% más cerca de nosotros que la última superluna de marzo de 2011, a la que pertenece esta imagen de Madridlarazon

En la noche del lunes tendrá lugar este asombroso fenómeno que no se repetía en cuanto a tamaño y brillo desde hace 70 años. Los expertos se muestran algo escépticos sobre si se podrá disfrutar a simple vista, pero su influencia en las mareas aumentará un 30 por ciento.

Seguramente ya sabe que la noche del próximo lunes 14 de noviembre el mundo espera la contemplación de una inusual superluna. La Luna llena de ese día se va a producir en el momento de máxima cercanía posible del satélite en su órbita alrededor de la Tierra. Por eso, el fenómeno se verá con unas dimensiones de tamaño y brillo inusitadas desde hace 70 años. Muchos aficionados a la astronomía y algunos profanos piensan lanzarse a la calle o al campo en busca de un espectáculo formidable. No está mal que lo hagan; siempre está bien contemplar nuestro satélite natural, no hace falta excusa alguna para ello. Pero tampoco lleven consigo demasiadas expectativas. La superluna del lunes no va a ser tan súper.

¿A qué viene, entonces, el revuelo? Recordemos que las órbitas de los planetas y sus satélites no son circulares y concéntricas, sino elípticas. Es decir, en algunos momentos del movimiento de la Luna alrededor de la Tierra, el satélite se acerca más a nosotros que en otros. El punto de mayor alejamiento de la Tierra y la Luna (llamado apogeo) nos separa 406.740 kilómetros de ella. En su momento de máxima cercanía (perigeo), el satélite está a 356.410 kilómetros de nosotros. Es decir, hay una diferencia de algo más del 10%.

Durante su movimiento errático entre estas dos distancias, la Luna puede ser visible en cualquiera de sus fases. De vez en cuando, coincide que en el momento del perigeo, cuando más cerca está de nosotros, podemos contemplarla en su encarnación de Luna llena. De manera que tendremos la Luna completa más cercana que puede verse y, por lo tanto, más grande y brillante.

A la Luna le cuesta 27,3 días dar una vuelta completa entre perigeo y perigeo. Ese tiempo es algo menor que el que requiere para completar su ciclo de cuatro fases (llena, menguante, nueva, creciente...). Por eso la fase en la que a Luna se encuentra durante el perigeo no siempre es la misma. Sea cual sea su fase, durante el perigeo veremos al satélite un 14% más grande y cerca de un 30% más brillante. El dato puede variar sutilmente porque el perigeo realmente no es un punto exacto, sino que cambia levemente a lo largo del tiempo. De manera que hay perigeos más cercanos que otros. Cuando la Luna llena coincide con el perigeo, decimos que tenemos una superluna. El término es relativamente moderno, pero ha cuajado entre los aficionados a las cosas del cielo.

Si además esa Superluna coincide con el perigeo más cercano, podríamos decir que tenemos una súper-superluna. Eso ocurrirá el lunes que viene: una Luna llena en el momento de más cercanía desde hace setenta años.

¿Será muy visible? Aquí es donde los expertos manifiestan sus dudas. En realidad esta Luna estará sólo un 0,02% más cerca de nosotros que la última superluna de marzo de 2011. Así que, a ojos vista, la diferencia de tamaño es imperceptible.

Si comparamos el tamaño del satélite el lunes con el que tenía el 27 de julio (cuando ocurrió el perigeo más lejano de 2016), la diferencia se resuelve en algo más de medio grado (entre 0,54 y 0,56 grados). Cuando miramos el cielo, lo que podemos ver a simple vista tiene 180 grados. Un grado sería lo que ocuparía nuestro dedo meñique extendido ante la nariz tapando el cielo. La diferencia de tamaño aparente de la luna entre el perigeo más cercano y el más lejano de este año es la mitad de nuestro meñique. Nadie es capaz de apreciarlo.

Además, la Luna juega con nosotros a un curioso fenómeno óptico. Sea cual sea su posición orbital, cuando está cerca del horizonte nos parece más grande. No se sabe bien por qué ocurre, seguramente sea una trampa inconsciente de nuestro cerebro, que no es capaz de interpretar bien las distancias entre los edificios y árboles y la lejana Luna. Pero ese efecto también distorsiona nuestra capacidad de cálculo del tamaño en el que vemos el satélite.

Por supuesto, la Superluna tampoco tendrá un efecto especial en el clima, los fenómenos naturales o la psique de los terrícolas. Sí se apreciará la habitual variación en las mareas durante una fase de Luna llena. En este momento del ciclo lunar, la Tierra se encuentra exactamente entre la Luna y el Sol, por lo que recibe la contribución gravitatoria de ambos cuerpos. Es cuando se producen mareas vivas. Como, además, la Luna está más cerca que en otros momentos del año, las mareas serán mayores. Sabemos que la fuerza de marea es una fuerza inversamente proporcinal al cubo de la distancia que separa dos cuerpos. Si la Luna se acerca un 10% más a nosotros, su influencia en las mareas aumentará algo más del 30%. Esto se traduce en algunos centímetros de variación en la altura de las aguas. Quizás ése será el único fenómeno realmente apreciable a simple vista.

En definitiva: con el ojo desnudo no seremos capaces de determinar si la Luna del 14 de noviembre va a ser súper o supersúper... Pero, ¡qué demonios! A poco que el cielo esté despejado será precioso contemplar una Luna llena una vez más.