Távora evoca la magia del caballo andaluz

Son tiempos complejos para la tauromaquia, pero hay artistas que siguen creyendo en su estética y, por qué no, en su ética. Fiel a su trayectoria, cuatro décadas desde que estrenó aquel «Quejío», Salvador Távora y su Cuadra de Sevilla regresan a Madrid con «Memorias de un caballo andaluz», obra en la que siguen apostando por el albero, el elemento equino y la raíz española. «Hay una intención estética de que contenga toda la belleza del mundo del toro, aunque siempre dedicada a explorar la belleza general», cuenta Távora. El director sevillano explica a LA RAZÓN que este montaje, en el que presenta caballos españoles cartujanos criados en Jerez, junto a bailarinas y bailarines, actores y una fuerte presencia de la palabra, «es hermoso por lo que se dice y por lo que se hace». Y asegura que en esa belleza están incluidos «los símbolos del toro y la estética taurina, todo lo que no pueden quitarle al toreo: la geometría, con el círculo del ruedo, y la belleza del pasodoble». Aparecen además otras referencias, como Picasso, gran minotauro, o los equilibristas tradicionales: «El teatro tiene una capacidad que jamás le podrán quitar la técnica ni los grandes musicales», asegura Távora.

La tradición de Távora se ha traducido desde 1972 hasta hoy en 25 montajes como «Las Bacants», «Carmen», «Don Juan en los ruedos» o «Flamenco para Traviata», por citar sólo algunos. O como «Piel de toro», de 1985, al que más se acerca éste. «No lo copiamos, pero hay una línea, un lenguaje, un universo sonoro y de signos que se repiten», aclara.