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Educación

Meta reúne a expertas en educación digital para lograr lo imposible: un decálogo para ayudar a las familias con sus hijos y la educación

Con el objetivo de guiar a los padres en la compleja era de las pantallas, Meta ha organizado Rumbo Compartido, una cita que combina el consejo experto con la presentación de nuevas cuentas para adolescentes dotadas de mayores blindajes de privacidad

Hélène Verbrugghe, Manager de Asuntos Públicos de Meta en España Meta

La arquitectura de la seguridad infantil en las redes sociales está sufriendo una transformación radical, impulsada por la necesidad de blindar a los usuarios más vulnerables ante una realidad digital cada vez más compleja. Meta ha decidido redefinir las reglas del juego con la implementación de las "Cuentas de Adolescente", una nueva modalidad que invierte la lógica tradicional: la protección ya no es algo que se elige, sino que viene de serie. Esta funcionalidad aplica automáticamente la configuración de privacidad más estricta posible a los perfiles de los menores, actuando como un filtro preventivo contra contenidos sensibles y contactos no deseados, similar a la calificación por edades del cine. Sin embargo, este enfoque proteccionista contrasta con otras áreas de la empresa donde Mark Zuckerberg es más permisivo con la inteligencia artificial, manteniendo políticas de moderación distintas según el tipo de tecnología.

En esta misma línea operativa, la compañía ha reforzado la autoridad de los progenitores sobre la actividad digital de sus hijos, especialmente en la franja de edad inferior a los 16 años. A partir de ahora, cualquier intento de relajar estas barreras de seguridad requerirá obligatoriamente la aprobación paterna, eliminando la posibilidad de que el menor modifique los ajustes por su cuenta. Además, para garantizar el bienestar físico, se ha incorporado un "modo sueño" que silencia las notificaciones durante la noche, promoviendo así un descanso nocturno sin interrupciones entre las diez de la noche y las siete de la mañana.

Por otra parte, la estrategia de la tecnológica trasciende sus propias aplicaciones y busca establecer un marco normativo común en el viejo continente. La propuesta incluye unificar la mayoría de edad digital en toda la Unión Europea y cambiar el método de control de acceso. La idea es que la verificación de la edad no se realice aplicación por aplicación, sino que se gestione directamente desde el sistema operativo del móvil, una medida que simplificaría enormemente la capacidad de proteger a los menores de forma eficaz y centralizada. Esta tendencia de centralizar la protección en el propio dispositivo recuerda a avances recientes de hardware, como la función de emergencia SOS del iPhone, diseñada para actuar automáticamente ante situaciones de riesgo crítico.

El papel insustituible de la educación

Sin embargo, las barreras tecnológicas son solo una parte de la solución; el componente humano y educativo sigue siendo la pieza angular de esta estructura. Para abordar esta faceta, ha nacido la iniciativa "Rumbo Compartido", un proyecto que, tal y como detallan en su propio blog, busca orientar a las familias en el desafío de la crianza digital. Un grupo de expertas ha elaborado una hoja de ruta donde la premisa básica es desterrar el miedo y las prohibiciones irracionales, apostando en su lugar por un acercamiento basado en la curiosidad genuina hacia los intereses online de los hijos. Fomentar esa curiosidad es crucial no solo para la convivencia, sino para el futuro profesional de los jóvenes, ya que si tienes menos de 30 años y no sabes usar la IA podrías quedar excluido del mercado laboral.

Asimismo, los especialistas insisten en que el acompañamiento no debe confundirse nunca con el espionaje ni con una vigilancia policial. El objetivo es enseñar a los jóvenes a gestionar su propia huella digital, configurar sus opciones de privacidad y detectar riesgos como el oversharing o exposición excesiva de la intimidad. La clave reside en fomentar un clima de confianza donde el adolescente se sienta cómodo para denunciar contenidos inapropiados y dialogar sobre sus experiencias en la red, siempre con el ejemplo de un uso responsable por parte de los adultos como mejor referencia.