Catástrofe

¿Y si la Luna se estrellara contra la Tierra? Esa es la propuesta de la película “Moonfall”

El cine catástrofe vuelve a enfrentarnos a una amenaza del espacio, esta vez desastres naturales y alienígenas se unen… para desafiar la ciencia.

La Tierra, vista desde la Luna NASA 24/01/2022
La Tierra, vista desde la Luna NASA 24/01/2022NASANASA

Día de la Independencia, The day after tomorrow, 2021… todas son películas del llamado “maestro del desastre”, Roland Emmerich. Y ahora el director estadounidense llega con otra idea: ¿Y si la Luna se estrellara contra la Tierra? Esa es la propuesta de la película Moonfall, donde la Tierra se enfrenta a una posible extinción causada por un extraterrestre que ha estado viviendo en la Luna.

Detrás de este argumento hay cierta consideración a la ciencia para saber cómo podría ocurrir una carnicería cósmica de este nivel. La realidad es que, para hacerla lo más creíble posible, Emmerich ha contratado una serie de consultores científicos, como Mika McKinnon, geofísica e investigadora de desastres. A ella se sumaron tres consultores científicos, un consultor médico, un asesor físico, un experto en transbordadores y otro especializado en astronautas.

Dicho esto hay que señalar que Moonfall no pretende ser un documental, ni una película científica, sino que busca entretener. Punto. Entonces llega la pregunta: ¿Puede la Luna chocar contra nuestro planeta?

De acuerdo con Paul Byrne, profesor de ciencias planetarias de la Universidad de Washington, como poder, sí, puede, pero es algo extremadamente difícil. “Supongo que está dentro de los límites de la posibilidad – señala en una entrevista –, pero es excepcionalmente improbable. La Luna se está alejando lentamente de la Tierra varios centímetros cada año, o aproximadamente al ritmo al que crecen nuestras uñas. Eventualmente se separará del efecto gravitatorio de la Tierra y simplemente irá a orbitar alrededor del Sol y esto sucederá dentro de mucho, mucho tiempo, millones de años”.

Aún así, en el ejercicio de fantasear, hay dos escenarios posibles y ya imaginados por los científicos. El primero, uno en el que la Luna no existe. Si esto ocurriera, nuestra vida cambiaría radicalmente. La gravedad de la Luna provoca las mareas de los océanos. Su desaparición no solo reduciría las mareas notablemente. A medida que el agua se mueve, existe una ligera fricción entre el agua en movimiento y la Tierra que gira. Esta fricción hace que la rotación de la Tierra disminuya ligeramente. Si no existiera la Luna, entonces el agua podría extenderse por todo el planeta por igual y reducir la cantidad de fricción. A su vez la velocidad de rotación cambiaría y nuestros días durarían entre 6 y 12 horas, en lugar de las 24 horas que experimentamos ahora.

Sin la Luna, veríamos un aumento en la velocidad del viento. Los vientos podrían volverse mucho más rápidos y fuertes sin la luna. Además, podríamos ver un cambio completo en las estaciones. La Luna afecta el ángulo de inclinación de la Tierra y sin su presencia, esta inclinación cambiaría y podría llevarnos a estaciones extremas o a un año con variaciones casi nulas de temperatura. Obviamente todo esto afectaría a la vida animal y vegetal del planeta, que sin duda, sería otro completamente distinto.

Y entonces llega el segundo escenario posible. ¿Y si se acercara? Ya no se chocara, lo que garantiza una extinción completa, pero si estuviera un poco más cerca. En una entrevista con la BBC, el físico Tony Cook, de la Universidad Aberystwyth, pintó una imagen sombría como poco. Si la distancia se redujera a la mitad, las mareas en nuestro planeta serían ocho veces más fuertes. Desaparecerían muchas ciudades costeras, habría tsunamis y “habría mucha más influencia gravitacional en el interior de la Tierra, por lo que también podrías agitar y calentar algo del manto, lo que provocaría mucho más vulcanismo y terremotos”.

Terribles consecuencias sin duda, pero ninguna tan extraña como la posibilidad de que un ente extraterrestre lleve años viviendo en la Luna, sin que nada nos alerte de ello. Y de pronto se despierte con ganas de provocar un estornudo galáctico.