Actualidad

Internet

«Las apps de citas rompen el tabú de la búsqueda activa del amor»

Marie Bergström, investigadora de relaciones 2.0

Marie Bergström en el Instituto Francés de Madrid / Lucía Torres
Marie Bergström en el Instituto Francés de Madrid / Lucía Torreslarazon

Los sitios y aplicaciones de citas como Meetic, Tinder o Happn se han establecido como una alternativa a la manera tradicional de ligar. ¿Quién las usa y por qué? ¿El futuro del amor está en nuestros móviles? ¿Cambian las tecnologías nuestra manera de vivir las relaciones?

Si alguien puede dar respuestas a estas preguntas, esa persona es Marie Bergström (1982, Örnsköldsvik, Suecia), experta en sociología de la pareja y la sexualidad –especialmente en relaciones heterosexuales– del Instituto Nacional de Estudios Demográficos (Francia). La pasada semana visitó Madrid para participar en una conferencia sobre amor 2.0 en el Instituto Francés.

Bergström y su equipo han realizado 75 entrevistas a usuarios y estudiado encuestas nacionales (algunas con más de 7.000 encuestados); y han analizado 400.000 perfiles y 25 millones de emails a través del big data de Meetic gracias a datos anónimos, agregados y parcialmente censurados, respetando la confidencialidad de los usuarios, según asegura a SINC.

Ahora, en su primer libro Les nouvelles lois de l’amour (Las nuevas leyes del amor), recoge sus principales hallazgos después de más de diez años de estudios sobre estas aplicaciones y sus usuarios.

¿Cuál ha sido la razón del éxito de estos sitios y aplicaciones?

Creo que hay dos razones. La más evidente es la digitalización. Casi todo el mundo puede acceder fácilmente a ellas. Sin embargo, creo que la razón fundamental ha sido el cambio que estamos experimentando en nuestra vida íntima. Ahora hay una mayor complejidad en las relaciones amorosas y sexuales. Los jóvenes aplazan el compromiso y les resulta más interesante tener encuentros ocasionales, mientras que en edades más avanzadas, las parejas se separan con mayor frecuencia. En este nuevo contexto, los sitios online han hallado una tierra fértil en la que proliferar.

¿Cree que la forma en la que se conocieron nuestros padres está desapareciendo?

Para nada. Existe todavía. Es más, los principales lugares en los que las nuevas parejas se conocen siguen siendo los sitios convencionales, como las fiestas entre amigos, el trabajo o la universidad. Se cree que más de la mitad de la población actual utiliza aplicaciones de citas. En cambio, nuestros resultados revelan que en realidad solo alrededor del 20 % de las personas de 18 a 65 años ya han utilizado un sitio de citas, lo que representa aproximadamente una de cada tres personas solteras.

¿Qué tipo de usuarios forman ese 20 %?

Estas aplicaciones tienen ahora un público diverso: las mujeres y los hombres son usuarios, y hay pocas diferencias sociales. Suelen ser personas jóvenes, de clase media o alta y principalmente hombres. Me gusta aclarar que en la población de jóvenes solteros hay más hombres que mujeres porque ellas tienden a comprometerse con una pareja antes, que además suele ser un hombre de mayor edad. Pero esto son generalidades y existe bastante variedad en estos sitios. Por ejemplo, constatamos que los usuarios de más de 50 años en Meetic suelen ser mayoritariamente mujeres.

Si solo un tercio de los solteros es usuario, ¿por qué nos da la sensación de que cada vez hay más parejas que se forman por internet?

Durante la investigación observamos cómo se ha producido una desestigmatización de estas aplicaciones y cómo el tabú de su uso se ha ido desmoronando con el paso de los años. Existe aún cierto recelo, pero ya se puede confesar abiertamente que se están utilizando estos sitios.

En un lapso de diez años, una práctica tabú ha pasado a ser considerada como un hábito corriente. Esta sorprendente evolución ha provocado una rápida difusión entre la población y los medios que, a su vez, ha amplificado la verdadera repercusión de estos sitios.

¿Y por qué cree que existe o ha existido este tabú?

Existe una creencia popular de que el amor es un fenómeno que se produce por un encuentro casual. Es una idea ligada al azar y al amor ciego, como si fuese algo que aparece en nuestras vidas y que no debemos buscar. Sin embargo, encontrar pareja suele ser cuestión de probabilidad. Cuando una pareja cuenta su propia historia, a menudo la narra como si hubiese sido producto de un encuentro fortuito pero en realidad ocurrió, por ejemplo, mientras trabajaban en el mismo lugar. Sin duda, esta fuerte idealización ha provocado que exista un tabú alrededor de la búsqueda activa del amor.

¿Es también objeto de su libro desmontar este mito?

No. Yo ofrezco un punto de vista científico y empírico de cómo hemos creado un lugar de encuentro específico y de lo que esto implica en términos de sociabilidad e intimidad. En internet, el encuentro se convierte en un asunto muy privado. Antes esto no ocurría porque las nuevas relaciones surgían en lugares a los que se acudía en nuestro día a día, expuestos al público. Ahora, gracias a estos sitios online, ya no es obligatorio. Esto tiene consecuencias sobre las relaciones.

¿Cuáles son estas consecuencias?

La existencia de un lugar privado dedicado únicamente al encuentro provoca una separación entre la esfera social y la vida íntima. Las nuevas generaciones empiezan a descubrir que conocer a alguien en la universidad o el trabajo no es lo ideal, porque interfiere en la intimidad y las relaciones profesionales. Pensar que ligar en estos lugares no es apropiado es una nueva tendencia que antes no existía.

Al separar estas dos vidas, ¿qué novedades encontramos en estas relaciones virtuales?

Estos sitios son solo una primera toma de contacto y se trata de desvirtualizar cuanto antes la relación para pasar a conocerse fuera de la red. En los resultados observamos que muchas de las relaciones que surgen se vuelven sexuales rápidamente y solo una minoría acaba convirtiéndose en una pareja de larga duración.

Otra cosa que también está muy clara es que hay una aceleración en la formación de la pareja. Estas variaciones se observan sobre todo al comienzo, pues una vez que la relación se establece, las diferencias con las parejas convencionales son mínimas.

¿No cree que existen estas tendencias porque se ha popularizado una imagen sexual de estas aplicaciones?

Totalmente. Es un efecto de refuerzo automático. Durante las encuestas que realizamos en 2013, la mayoría de las personas estaban de acuerdo con que estas aplicaciones llevan a encuentros ocasionales. Si piensas que en Tinder solo hay aventuras, esto crea cierta expectativa y te prepara para lo que puedas encontrar.

¿Y qué es probable que encontremos?

Creo que en estos sitios es más fácil desconectar y romper la relación de la noche a la mañana sin tener que dar explicaciones. Puedes ser más grosero porque es bastante probable que no vuelvas a ver a esa persona. Hay otro contexto donde aparece este fenómeno: los lugares de vacaciones. En estos casos, los encuentros también son a menudo relaciones cortas en las que no damos señales de vida después. Si está preestablecido que una relación nunca llegará a ser seria, se convierte en una profecía autodirigida.

¿Hay lugar para el malentendido en las aplicaciones para ligar?

Este es un fenómeno que observamos tanto fuera como dentro de las conversaciones que se tienen en estas aplicaciones. Si analizamos los códigos actuales de seducción heterosexuales, encontramos dos tendencias que pueden ser fruto de malentendidos. En primer lugar, rara vez decimos lo que queremos porque si eres explícito esto se considera vulgar. A esto se suma el hecho de que hombres y mujeres experimentamos de manera muy diferente la sexualidad en la crianza.

Teniendo en cuenta estos factores, es más fácil entender por qué es complicado que dos personas con visiones diferentes y que no pueden comunicar sus expectativas establezcan una cierta afinidad. Aunque en las aplicaciones la intención está más clara, persisten estos malentendidos que son fruto de esta desigualdad entre los sexos.

¿Cuánta gente accede a estos sitios para encontrar pareja y cuánta busca relaciones ocasionales?

Planteamos también esta pregunta en las encuestas, pero hallamos diferencias muy variadas en función del género que no supimos decir si se debían a que los hombres y las mujeres buscan cosas diferentes o si a las mujeres les resultaba más difícil confesar al encuestador que buscaban sexo. Algo que sí podemos decir es que las personas acceden a estos servicios con intenciones diversas. Hay quienes están para formar una pareja, otros que buscan una aventura y muchos que no saben realmente qué es lo que quieren.

¿Hallaron más diferencias en función del género?

Ambos géneros, sobre todo las mujeres, viven la sexualidad con mayor honestidad en estos sitios porque la privacidad evita que sean juzgadas por su entorno. Para ellas es una manera de guardar una imagen social intacta y explotar su sexualidad en secreto. Los hombres, sin embargo, no tienen tanto reparo en hablar de sus aventuras. También observamos en las conversaciones que las mujeres tienden menos a establecer el primer contacto.

¿Cómo será el futuro de las relaciones?

No creo que alcancemos nunca un 100 % de usuarios de las apps de citas. Creo que la seducción desaparecerá de ciertos lugares, pero siempre se tendrán encuentros en otros sitios aparte de internet. Lo que queda por ver son las consecuencias, si tenderemos cada vez más a separar las esferas y hasta qué punto esto se traducirá en un estándar.

¿Cuál cree que puede ser el mayor handicap?

La gente se mezcla menos y hay menos sociabilidad colectiva. Esta es una consecuencia inesperada, porque al principio pensábamos que internet nos iba a acercar a una mayor diversidad social. Pasa en las aplicaciones de citas, donde tenemos relaciones más homogéneas y que permanecen dentro de nuestro círculo predefinido, pero ocurre lo mismo con Facebook y otras redes sociales. La gente no es consciente de que está ante una visión sesgada y no global del mundo.