Inteligencia Artificial
Open AI lanza un concurso para encontrar civilizaciones perdidas
Ofrece un premio de 250.000 euros, pero no todos los expertos están de acuerdo con su objetivo.
“Ahora, por primera vez en la historia, cualquiera puede realizar investigaciones arqueológicas”. Así se presenta un proyecto de ciencia comunitaria patrocinado por el gigante de la inteligencia artificial OpenAI, que anima al público a utilizar herramientas de IA para analizar los datos existentes de la selva amazónica en busca de vestigios de ciudades antiguas perdidas.
El Desafío OpenAI Z ha convocado a expertos en tecnología de todo el mundo, pero también ha recibido críticas de arqueólogos, comunidades indígenas y especialistas en ética tecnológica, quienes argumentan que ignora importantes normas de investigación, como la consulta con los más de 300 grupos indígenas que viven en la selva. La semana pasada, el gobierno brasileño exigió a OpenAI que abordara estas preocupaciones.
“Es irresponsable”, afirma Michael Heckenberger, arqueólogo de la Universidad de Florida, quien dedicó las últimas tres décadas a identificar antiguos asentamientos indígenas mediante el mapeo de elementos arqueológicos en la Amazonia, en colaboración con el pueblo kuikuro. Heckenberger explica que muchas convenciones y códigos de ética internacionales establecen que la investigación en territorios indígenas o sobre el patrimonio indígena requiere el consentimiento libre e informado de los pueblos indígenas. “Debería existir una vía formal de consulta, en particular con los pueblos indígenas, a quienes históricamente se les han negado sus derechos básicos de soberanía”.
El concurso ofrece un premio de hasta 250.000 dólares en efectivo y créditos para los productos de OpenAI a quienes encuentren sitios previamente desconocidos utilizando las herramientas de inteligencia artificial de la compañía para analizar datos de acceso público, como imágenes satelitales y láser, y estudios arqueológicos. Además de las preocupaciones éticas, su nombre también causó controversia al evocar una búsqueda del pasado imperialista: la búsqueda de una imaginaria "ciudad perdida de Z" por parte del explorador británico Percy Fawcett a principios del siglo XX en la Amazonia brasileña.
Con una extensión de más de 6.000.000 km² (12 veces el tamaño de España) y abarcando nueve países, la selva amazónica alberga la historia de civilizaciones pasadas y sirve como hogar activo de numerosos grupos indígenas.
Y la verdad es que no sería difícil teniendo en cuenta que un estudio sugiere que hay más de 10.000 restos arqueológicos precolombinos no descubiertos, incluidos geoglifos y asentamientos, ocultos bajo el dosel de la Amazonia.
Recursos como las imágenes satelitales y el LIDAR están ayudando a completar los vacíos en esta parte del mundo previamente desconocida, despertando interés en la región y acaparando titulares internacionales. Existen rumores de una "ciudad perdida de Z" en la Amazonía, así como leyendas como Paititi y El Dorado. Si bien algunos académicos creen que "Z" probablemente sea Kuhikugu, un mosaico de 20 asentamientos en las cabeceras del río Xingú, todas estas leyendas apuntan a densas civilizaciones antiguas que esperan ser descubiertas. Existe una necesidad apremiante de mayor investigación colaborativa para identificar y preservar estos sitios arqueológicos, constantemente amenazados por la deforestación y el desarrollo.
Ahora, por primera vez en la historia, cualquiera puede realizar investigaciones arqueológicas. Al combinar colecciones de código abierto de imágenes satelitales, mapas arqueológicos e historias indígenas, surge un camino fragmentado que abre la posibilidad de nuevos descubrimientos que completen las piezas faltantes del rompecabezas.
“Te retamos a dar vida a leyendas mediante la búsqueda de sitios arqueológicos previamente desconocidos, utilizando datos de código abierto disponibles – señala la web del concurso -. Los hallazgos deben limitarse razonablemente al bioma amazónico en el norte de Sudamérica. El enfoque se centra en Brasil, con la posibilidad de extenderse a las afueras de Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela y la Guayana Francesa”.
El problema es que, según el Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales de 1989, ratificada por Brasil, las comunidades indígenas deben ser consultadas e involucradas en las decisiones sobre su patrimonio y sus tierras. Si bien el tratado no menciona específicamente el uso de datos de teledetección e inteligencia artificial, que no estaban ampliamente disponibles cuando se redactó el documento, los expertos creen que la necesidad de consulta sigue vigente.
Sin embargo, otros investigadores ven el concurso como una oportunidad. El arqueólogo Francisco Pugliese, de la Universidad de Brasilia, organizó un equipo internacional que presentó una propuesta al concurso. El equipo busca aplicar herramientas de IA a imágenes satelitales para detectar señales geográficas de ocupación humana en la Amazonia. Argumenta que la investigación arqueológica impulsada por IA es inevitable, por lo que los científicos deberían descubrir cómo utilizarla de forma responsable. “O controlamos este proceso… o seguramente acabará en manos de quienes creen en la ciudad perdida de Z”, concluye Pugliese.