Tecnología
Prepárese: dentro de poco, cargará su móvil por WiFi
Investigadores españoles desarrollan un dispositivo flexible en 2D que hará realidad una pretensión que colea desde hace años. También tiene aplicaciones en Medicina
Investigadores españoles desarrollan un dispositivo flexible en 2D que hará realidad una pretensión que colea desde hace años. También tiene aplicaciones en Medicina
Hace ya más de una década desde que la tecnología wifi llegó a nuestras vidas para quedarse. A pesar de que es raro el propietario de un smartphone que no tiene contratada una tarifa de datos, a todo el mundo le gusta eso de navegar a coste cero cuando encuentra una red abierta. Sobre todo cuando viaja al extranjero. Y parece que ahora las posibilidades que ofrece la red wifi van a aumentar de forma exponencial. Aunque la pretensión de utilizar esta tecnología como fuente válida para cargar dispositivos móviles es antigua, nunca antes se había podido trazar un plan para llevarlo a cabo de forma efectiva. Ese bache lo han conseguido esquivar un grupo de científicos de todo el mundo que han trabajado de forma conjunta bajo el liderazgo de investigadores españoles. Según publicó ayer la prestigiosa revista «Nature», el equipo, encabezado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha desarrollado el primer dispositivo flexible, económico y en dos dimensiones que captura y transforma la señal wifi en energía útil válida para los aparatos tecnológicos que necesitan baterías.
Este aparato se conoce como rectena. «Los routers inalámbricos y los teléfonos móviles se comunican mediante la emisión de ondas electromagnéticas a una frecuencia de entre dos y cinco gigahercios. Una rectena es capaz de captar estas señales mediante el uso de una antena. Si se quieren utilizar para alimentar un circuito electrónico, es necesario añadir un rectificador que las transforme en una señal de voltaje continuo», explica a LA RAZÓN Tomás Palacios, profesor de Ingeniería Electrónica y Ciencias de la Computación del MIT.
Este dispositivo está elaborado con disulfuro de molibdeno (MoS2), uno de los semiconductores más finos del mundo. «Los materiales son muy baratos y solo se necesitan cantidades ínfimas de ellos», afirma Palacios. No en vano, su grosor apenas supera los dos átomos y, por tanto, se podrán ubicar «en cualquier lugar»: «Las carreteras y los puentes tendrán millones de sensores que controlen la intensidad del tráfico, la calidad del asfalto o incluso el nivel de contaminación», subraya Palacios, que calcula que las primeras aplicaciones comerciales podrían llegar en cinco años.
En forma de píldora
De momento, las aplicaciones prácticas de este descubrimiento aún están por descubrir. De hecho, puede que otro de los campos que salga beneficiado sea el de la Medicina. «Hay experimentos de investigación que usan este concepto para generar la energía que necesitan pequeños laboratorios que van dentro de píldoras ingeribles y que tratan de medir algún parámetro que sea útil para el diagnóstico médico. Estos datos se pueden comunicar al exterior mientras la píldora está realizando su función», indica a este periódico Jesús Grajal, de la Universidad Politécnica de Madrid. Sin embargo, pese a que pueda parecer peligroso, los investigadores lanzan un mensaje tranquilizador: «Las cantidades de energía son muy pequeñas y, por tanto, sin efectos secundarios».
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