Entrevista
Elena Rivera: "La salud mental sigue estando estigmatizada y es injusto, todos llevamos algo”
La protagonista de “Perdiendo el jucio” aborda el TOC sin clichés en atresplayer
En "Perdiendo el juicio", la nueva serie original de Atresmedia disponible en atresplayer, Elena Rivera interpreta a una abogada brillante que sufre un colapso en mitad de un juicio. Con sensibilidad y rigor, la ficción aborda las segundas oportunidades desde una mirada humana, alejada del estigma. Rivera, en diálogo para LA RAZÓN, reflexiona sobre lo que supone encarnar un personaje marcado por el trastorno obsesivo compulsivo, pero también por la resiliencia.
¿Cómo fue enfrentarse a un personaje tan complejo como Amanda?
Fue un reto desde el principio. Quería que se entendiera el conflicto interno de Amanda: no quiere hacer ciertas cosas, pero no puede evitarlas. Hay mucho sufrimiento detrás, y eso había que tratarlo con el mayor respeto posible, sin caer en clichés ni frivolizar. Era muy fácil cruzar esa línea. Por eso, desde el inicio, con la directora María Togores, marcamos muy bien el tono. El TOC no desaparece, siempre está presente, pero tampoco define toda la historia. La serie no es sobre un trastorno, es sobre una persona.
¿Cuál diría que es el corazón de “Perdiendo el juicio”?
Para mí, es una historia de reinvención. Amanda lo tenía todo y, de repente, su vida se derrumba de golpe. Se ve obligada a empezar de cero, en un bufete decadente, sin prestigio, rodeada de personas en crisis también. Ahí es donde empieza su verdadero viaje. Me gusta porque no es un drama puro ni una comedia al uso. Tiene humor, pero no se burla de nadie; tiene drama, pero sin caer en el dramatismo. Es un equilibrio muy bonito y eso lo hace especial.
¿Cómo vivió el rodaje, con tantos cambios de localización y ritmo narrativo?
Fue muy intenso. No había plató, rodábamos cada día en una localización diferente, lo que da mucha verdad a las imágenes, pero también exige mucho al equipo. Muchas veces rodábamos escenas de capítulos distintos el mismo día y eso requiere mucha concentración. Cuando por fin vi los capítulos montados sentí orgullo, porque el esfuerzo se nota. Ha sido un proyecto exigente, pero creo que ha valido la pena.
El TOC aparece como detonante, pero no como único motor de la serie. ¿Cómo se equilibró eso?
Exacto. El TOC es el punto de partida, pero no es el tema central. Es un rasgo del personaje que está siempre, pero que no eclipsa el resto. Se trata de que veamos a Amanda como una mujer completa, con luces y sombras, y no solo como alguien con un diagnóstico. También es importante mostrar cómo la sociedad reacciona a ese brote. Si Amanda hubiese tenido un infarto, probablemente nadie la habría apartado. Pero como fue algo mental, enseguida surgió el rechazo. Eso es muy revelador.
¿Cree que la serie ayuda a romper prejuicios sobre salud mental?
Ojalá que sí. La salud mental sigue estando muy estigmatizada. Si eres meticuloso y ves detalles, te admiran; si te diagnostican un TOC, ya eres “la rara”. Esa doble vara de medir me parece injusta. En la serie se muestra que todos llevamos algo dentro, y que con empatía podemos entendernos mejor. Amanda encuentra esa mano tendida en gente que no esperaba. Y eso, en la vida real, también pasa. A veces, la ayuda viene de donde menos te imaginas.
¿Se identifica con algo del TOC que vive Amanda?
Pues sí, un poco. Soy muy ordenada, muy maniática con la limpieza y con cómo dejo las cosas. En el rodaje, cuando nos cambiábamos en localizaciones distintas, el equipo de vestuario me decía: “Se nota que te has cambiado tú, está todo impecable”. Me gusta que cada cosa esté en su sitio. No sé si llega a ser un TOC, pero desde luego tengo mis manías.
¿Cómo fue rodar con actores como Manu Baqueiro y Miquel Fernández, que aportan tanto contraste?
Una maravilla. Manu aporta una humanidad brutal, es un caos encantador en su personaje y eso contrasta muy bien con Amanda. Miquel es ese abogado serio, metódico, que representa el pasado. Con ambos hay mucha química. Las relaciones entre personajes son complejas y eso hace que la serie respire verdad. Nada es blanco o negro, y eso la hace mucho más rica.
¿Qué mensaje le gustaría que se llevara el espectador?
Que todos podemos caer. Que no hay vidas perfectas. Que no pasa nada por parar, por pedir ayuda, por empezar de nuevo. Amanda toca fondo, pero también descubre otra forma de vivir, más honesta, menos exigente. Y eso creo que conecta con muchas personas hoy en día. Porque todos, en algún momento, nos hemos sentido desbordados. Y reconstruirse es posible.