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Tom Hanks: «Mis personajes no pueden ser considerados héroes»

Tom Hanks compartió escena con actores no profesionales somalíes, los piratas de la cinta
Tom Hanks compartió escena con actores no profesionales somalíes, los piratas de la cintalarazon

El noventa por ciento del comercio mundial viaja por mar, es decir, la mayoría de las cosas que en estos momentos está viendo han estado en algún momento en alta mar. Sin embargo, es un mundo completamente desconocido para la mayoría de las personas, como el hecho de que a principios de 2011 había 700 rehenes secuestrados por piratas somalíes. Éste fue el caso de Richard Phillips, uno de los pocos conocidos, quizá porque el cargero era estadounidense y, tras su secuestro, la Casa Blanca tomó cartas en el asunto. El capitán, que fue finalmente rescatado, escribió un libro sobre esta traumática experiencia que Paul Greengrass («El mito de Bourne», «Green Zone: Distrito protegido» lleva a la gran pantalla con Tom Hanks al frente del barco.

-El estilo cinematográfico de Greengrass se define por un ansia de autenticidad que casi roza el documental. ¿Complica esto el trabajo del actor?

-Desde que vi «Bloody Sunday» quería pertenecer a su familia cinematográfica. Fue en 1993 y se trata, probablemente, de una de las mejores películas que he visto en mi vida. Además, su deseo de verosimilitud y su honestidad es la única manera de afrontar este tipo de trabajo. Primero leí el libro de Richard Phillips. Después, cuando leí el guión, me di cuenta de que mantenía su filosofía intacta. Entonces me reuní con Paul en Berlín, durante el rodaje de «Cloud Atlas», y aquello parecía una cita previa a un matrimonio de conveniencia. Pero fue muy bien. Desde mi perspectiva, con que los piratas dieran miedo era suficiente. Paul, sin embargo, quería darle otra que tuviera más que ver con el comercio global, con la política internacional... Existen muchos temas relacionados con la piratería. Después de eso tenía que descubrir cuál era el dilema interior de Phillips, y, para mí, era suficiente ser consciente de que era un tipo de persona antes de que abordaran el barco, y otro después. Es un trabajo completo: se trata de sentimientos, comportamientos, formas de proceder, «tics» de la persona real. Pero para Paul, como director, el trabajo es mucho más amplio. Su forma de trabajar es descubrir cómo son las escenas a través del propio rodaje. Cuando haces eso, movido por un deseo de autenticidad, formas parte de un equipo en busca de un objetivo, y no puedes pararte en insignificancias sobre cómo vas a otear el horizonte. El 90 por ciento de las escenas se rodaban del tirón, sin cortes. Pero es perfecto para el estilo documental que él busca. Como quiere autenticidad, mientras él sienta que lo que ve es real, le vale la escena. En ese sentido no tiene muchas ideas preconcebidas.

-Parece que hablara prácticamente de improvisar. ¿Era tan fácil como lo plantea?

-No lo es. Todo tiene que ver con lo que ocurre en tu interior. Richard me contaba que, en un barco, en cualquier momento puede estropearse todo: tratas con 20 miembros de la tripulación de cinco nacionalidades diferentes que luchan por sus derechos como trabajadores. Así que muchos capitantes comparten tiempo con la tripulación, intentan tener más relación. Phillips no. Aunque sea uno de los tipos más graciosos que conozco, prefiere mantener las distancias. Al contarme esto, por ejemplo, yo ya tenía en mi cabeza cómo iba a comportarme en la primera escena. No buscaba una fisicalidad, pero sí unos rasgos que te sirvan para definir al personaje, como que siempre lleva la radio en su mano, ni siquiera en el bolsillo. El resto con cosas como dejarme crecer la barba, estar en buena forma física y tener un aspecto decente, sea lo que sea que signifique eso.

-El capitán cambia su forma de ser según esté en casa o trabajando. ¿Usted también?

-¡No! Yo lo mezclo todo. Hacer películas es divertidísimo. Tienes que mantener el ánimo alto, porque sino es imposible reunir la energía necesaria para un rodaje. Lo único difícil es que, cuando actúas, tienes que expresar un comportamiento real. Ojalá existiera una forma de fingirlo, pero no. Algunas veces, en cierto tipo de escenas, puedes simplemente andar por ahí. Pero cuando te enfrentas a un pirata somalí tienes que parecer intimidado y atemorizado.

-En este sentido, ¿qué relación tenía con los actores somalíes?

-Paul no nos juntó con ellos hasta que nos tocó compartir escena. Los veíamos por allí, pero eso era todo; no sabíamos quién iba a ser protagonista y quién un extra. De hecho, recuerdo que fue en la escena del abordaje la primera vez que los vi. Había cierto nerviosismo en el ambiente. Cuando aparecieron, con todo el ruido de la producción de fondo, no eran como los había imaginado: eran mucho más delgados, intimidaban mucho más y parecían muy enfadados.

-Después de encarnar a este personaje, ¿empatiza más con los piratas?

-No, y no creo que debamos hacerlo, sino darnos cuenta del lugar horrible en el que tienen que vivir los somalíes.

-Ha encarnado a unos cuantos personajes durante su carrera con un perfil de persona corriente que tienen que enfrentarse a situaciones extraordinarias. ¿Le gusta hacer del «héroe americano»?

-No creo que, en general, mis personajes puedan ser considerados héroes. Ni siquiera en «Salvar al soldado Ryan». Están dentro de historias enormes, pero en realidad son tipos tratando de hacer bien su trabajo. Phillips es un hombre formado con mucha experiencia, pero lidiar con la piratería no está entre sus capacidades. Todas las películas aportan glamour a este tipo de personas, pero no lo describiría como un héroe.

-Si no héroes, en su filmografía sí abundan personajes que pertenecen al Ejército o, como poco, de cierto carácter militar. ¿Le atraen especialmente?

-Yo nací en 1956. En esa época, no se hablaba de otra cosa que no fuera la II Guerra Mundial. Era como una epidemia. De hecho, el tiempo se dividía en tres eras: antes, durante y después de la guerra. El tema es que, en mi opinión, la mayoría de las películas sobre este conflicto no reflejaban lo que yo había oído sobre él. Así que, de alguna manera, intento hacer mayor justicia. Además, las particularidades del comportamiento humano siempre me han fascinado.