Bilbao

A golpe, porrazo y mansedumbre

Destaca Escribano con una mala corrida de Fuente Ymbro en la apertura a pie de Bilbao

Manuel Escribano recibe a portagayola a uno de sus astados de Fuente Ymbro de ayer
Manuel Escribano recibe a portagayola a uno de sus astados de Fuente Ymbro de ayerlarazon

Bilbao. Segunda de las Corridas Generales. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, serios y desiguales de presentación. El 1º, derrengado y deslucido; el 2º, imposible, malo y muy orientado; el 3º, de escaso fondo; el 4º, de media arrancada y orientado; el 5º, lidiado por Jiménez Fortes tras correrse turno, descastado y soso, más orientado por el izquierdo; y el 6º, reservón y complicado. Un tercio de entrada.

Manuel Escribano, de teja y oro, estocada caída (saludos); estocada que hace guardia, pinchazo, aviso, estocada (saludos). Alberto Aguilar, de nazareno y oro, estocada que hace guardia, bajonazo (silencio); pinchazo, estocada que hace guardia, descabello (silencio). Jiménez Fortes, de verde hoja y oro,tres pinchazos, aviso, media, tres descabellos (silencio); pinchazo, estocada (silencio).

Venir a Bilbao es como volver a pisar tierra santa. Se hace con la esperanza de reencontrarte con el toro casi al mismo tiempo que con esa imponente arena negra que asusta de por sí. Tiene algo entre el misterio y la maldición, que atrapa como veneno. Bilbao es el lugar al que uno quiere volver, aunque luego se encuentre con los peros. Después de la travesía de algunas ferias, de las indignas fotos que circulan por internet, ferias se segundas, toros de quinta, ¿existe?, esa perdición que nos pone en el precipicio sin necesidad de que ningún antitaurino venga a nuestra puerta a cantarnos las cuarenta. A punta de pistola vamos nosotros. A bocajarro. Un poco de dignidad. Esa por favor que están implorando con su propia hambre los novilleros colombianos. Y van doce días...

Abrimos boca. O no, vistos los resultados, con una mala corrida de Fuente Ymbro ayer en la Semana Grande bilbaína. Desigual de presentación, descoordinados algunos, sin apoyar bien las manos, y defendiendo a porrazos otros lo que no eran capaces de entregar por abajo: la bravura. Bien los supo Alberto Aguilar en su primero, segundo de la tarde, que cuando se puso a torear al natural le arrolló con la fuerza de mil demonios y aunque se mantuvo, y aunque siguió, y aunque en el tendido no nos enteramos de nada, tenía el cuerpo desmadejado del brutal impacto. Un trote cochinero había llevado hasta entonces el Fuenteymbro, ni un pase tuvo después. Un cabrón que se orientó por los dos pitones. ¿Para qué un eufemismo si vamos a llegar al mismo sitio? Abrevió Aguilar y le dio muerte. Las espadas encontraron ayer, casi más que nunca, punto de entrada y salida, hacían guardia. Tampoco era para estar relajado el sexto, que en realidad era el quinto, pero se corrió turno para recomponer el cuerpo al madrileño. El reservón y tardo fuenteymbro sabía que algo quedaba por detrás. A estas alturas, además del cuerpo del toreo, moría a plomo la tarde.

Otro porrazo se llevó Jiménez Fortes del tercero. Fue una de esas veces que se puso con la derecha y se lo llevó. Por suerte no caló. Ni ahí ni en las otras ocasiones que salió trastabillado o quedó a merced del toro, que las hubo. No hizo nada bueno el animal. Mirón, medio rajado, ni fu ni fa, acobardado y con más guasa de la que quería aparentar. Fortes no volvió la cara. Al contrario. Pero ni para eso era el toro. Le dio confianza al quinto en el prólogo de faena, queriendo creer, y por el derecho medio iba aquí y allá, de espíritu gris, un plomo y le salía la virulencia por el izquierdo. No pasará al limbo de los toros bravos. Fortes quiso torear bien y fue fiel a su concepto, que ya era mucho.

Escribano se las vio con un primero derrengado, que ni apoyaba bien ni quiso entregarse nunca en la embestida. Y un nunca en este caso fue un nunca jamás. Cuando recibió a portagayola al cuarto quedó inédito el toro. Visto y no visto; en la larga se descoordinó. El descarado sobrero, que tenía media arrancada y más picante que la comida mexicana, le dejó mostrar valor y cabeza para cogerle muy en corto y ganarle la acción. Apostó hasta el final con arriesgadas manoletinas. Importante Escribano, endeble espada.

La tarde había sido dura. A golpes... Aguilar, Fortes, Escribano al entrar a matar y Ángel Rivas derribado del caballo... Porrazos, mansedumbre, poquito que recordar.