Libros

Sevilla

Alberto Aguilar: «Me he ganado a ley estar en las ferias»

El madrileño es nombre propio de la pasada temporada y también del invierno por su espeluznante cornada en la plaza de Cali

Alberto Aguilar
Alberto Aguilarlarazon

«Tenía la pierna abierta como un libro con un aspecto bastante desagradable, muy inflamada, el médico me metió la mano dentro para explorar la cornada y veía perfectamente cómo asomaban sus dedos atravesando por el otro lado del gemelo». Así de demoledor es el relato de la grave cornada de 25 centímetros que sufrió Alberto Aguilar las pasadas Navidades en la feria colombiana de Cali. La pierna izquierda –en la que se acumulan todas sus cicatrices, ni una sola en la derecha–, destrozada, hecha jirones. Semanas ingresado. Meses de recuperación. Pese a ello, el bravo diestro madrileño, con la inestimable ayuda del fisioterapeuta Sergio Gómez, se machaca a diario mañana y tarde en Paracuellos del Jarama y en su domicilio para regresar cuanto antes a los ruedos. Ya hay luz al final del túnel: en una semana comenzará a tentar. La temporada espera.

–¿Cómo se encuentra?

–Bastante bien, no para torear, pero sí para estar a gusto y hacer una vida ya casi normal. No tengo dolor en ninguna de las cicatrices –hasta cuatro recorren su pierna izquierda– , que es algo muy importante.

–El sábado pasado le quitaron la férula, desde entonces el trabajo con los fisioterapeutas ha sido fundamental.

–Sí, incluso antes de retirarla. Además de ejercitar toda la pierna sana para que no perdiera volumen muscular, hemos hecho trabajo funcional con la inmovilizada hasta donde podíamos potenciando cuádriceps, isquiotibiales, glúteo y abductores.

–Torero y casi médico.

–Las cornadas son parte de la profesión. Ahora nos hemos centrado en recuperar el sóleo, el gemelo y el tríceps sural. Lo combinamos con tratamientos mesoterápicos PRP y de electrolisis EPI para acelerar la regeneración celular; sobre todo, queremos evitar una fibrosis que no deje la pierna exactamente igual que antes de la cogida.

–¿Existía ese riesgo?

–Por supuesto, pero la labor está siendo fabulosa, tanto la cirugía allí en Colombia como aquí con los recuperadores.

–¿Se acuerda de la cornada?

–De todo. El toro fue muy malo, pero crucé esa línea invisible para ver si rompía y al revés, de un salto se abalanzó sobre mí. Primero me pegó el puntazo en la barbilla y en el segundo derrote ya me clavó en la pierna. Pasé además mucho tiempo con el pitón dentro. Recuerdo toda la cornada perfectamente, la inquietud de después hasta que me operaron y cómo hasta le pedí yo a Ferrera que avisara a los médicos de que tenía una trayectoria más hacia arriba. La había notado perfectamente.

–Ahora doble jornada diaria.

–Y mucho esfuerzo, pero no queda otra si queremos estar recuperados para empezar la temporada. Por la mañana, trabajo con Sergio una hora y media aproximadamente y por la tarde tengo deberes en casa: otros 90 minutos de ejercicios para seguir activándola y que esté musculada cuanto antes.

–Desde el primer momento sabía que había un camino largo por delante.

–Era muy consciente de que la cornada era fuerte y de que me iba a sacar fuera un tiempo, pero debo reconocer que sí pensaba que llegaría a ciertas fechas que me había propuesto. Al final, el tiempo y el cuerpo son los que mandan. Cuando te preparas para una meta y no la alcanzas, psicológicamente se pasa mal; sin embargo, también me ha dado cierto alivio pensar que voy a tener más margen para habituar a la pierna y no estar de cualquier manera ni actuar como no se debe.

–Vamos, que Valdemorillo era una quimera.

–Y San Cristóbal en Venezuela. Me ilusionaban, pero soy positivo y todo es por mi bien, para estar al cien por cien como antes de la cornada. Valdemorillo era la primera corrida del año en España con la afición de Madrid, a las puertas de la capital, aunque no tenga la exigencia de Las Ventas sí hay una afición muy buena.

–Pero...

–Pues eso, que yo no podía hacer el ridículo. Ni puedo, ni debo, ni quiero. No estaría orgulloso defraudando al público que ha pagado una entrada, porque al espectador le da igual que tengas fiebre ese día, que te hayan pegado una cornada o que te hayas torcido el tobillo esa mañana en tu casa... Quiere el mejor espectáculo posible y yo, ahora mismo, aun estando fenomenal, no podía ofrecérselo.

–¿Trastoca mucho su planteamiento de la temporada?

–No. Estamos adelantando los plazos. Para el comienzo de esas ferias, en las que hay que estar, tengo colchón suficiente.

–A Valencia irá en mayo y en Sevilla este año hay más huecos...

–Tenemos la esperanza de que con esa ausencia sabida de las figuras podamos tener nuestras opciones también. Por fortuna, nos lo hemos ganado a ley y esperamos tener una temporada bonita. Con el año anterior que hemos echado, los 32 paseíllos que se firmaron, el ambiente que se dejó... Tengo el presentimiento de que se debe ver recompensado.

–Después de apostar con cuatro tardes en 2013, Alberto Aguilar tiene que ir bien colocado en San Isidro este año.

–En Madrid no va a haber problemas. Seguro. Ni en la contratación, ni en el número de tardes ni en nada. Me lo he ganado a pulso. ¿Dos? ¿Tres? ¿Otras cuatro? Eso ya lo dejo en manos de mi apoderado.

–¿Qué tal estos primeros meses con Antonio Vázquez?

–Está haciendo un trabajo sensacional. Se está preocupando mucho de estructurar todo el año, que haya regularidad, y especialmente se está preocupando por mí.

–Una evolución.

–Claro, Simón (Casas) es el que me abrió la puerta de las ferias para quedarme en ellas si era capaz y con José Antonio (Campuzano) hemos echado una temporada de 32 festejos... Les estoy muy agradecido. Ahora empiezo otra etapa con nuevos escalones que estoy deseando subir.