Feria de Abril
Algo de toreo y sin toro
Buen concepto de Pepe Moral y veteranía de Ferrera ante lo imposible.
Maestranza de Sevilla. Sexta de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de la ganadería de Torrestrella, el 6º lidiado como sobrero, bien presentados en conjunto y desrazados en general. 1º y 2º, 4º y 6º, deslucidos, descastados y vacíos de contenido; 3º y 5º, de buena condición pero el fondo justo. Menos de media entrada en los tendidos.
Antonio Ferrera, de azul añil y oro, bajonazo (silencio); estocada (silencio).
Iván Fandiño, de canela y oro, estocada (silencio); pinchazo hondo, un descabello (silencio).
Pepe Moral, de verde botella y oro, estocada punto trasera, dos descabellos (vuelta al ruedo); estocada desprendida (silencio).
No quiso ir la corrida. Y no fue. Como maldita. Casi uno detrás de otro repetían el mismo fatídico patrón: nada por aquí nada por allá. Desidia para el bello ruedo maestrante que viajaba de manera directa al tendido. Y por cierto, media entrada este lunes de Farolillos, qué dolor. Así fue la corrida de Torrestrella, sobrero incluido, no sea que nos diera algo de la ilusión final. La corrida tuvo, a pesar de que fueron siete los toros, la virtud, casi inaudita en esta plaza, de la rapidez. El gran alivio. Qué importante son los tiempos en el toreo. Y en todos los sentidos. La medida, que dicen. Lo de Antonio Ferrera con el primero fue un visto y no visto, y en este caso no por la rapidez sino por la imposibilidad. Le puso un par de banderillas, al tercero si no recuerdo mal, por los adentros, ajustado y muy de verdad, aunque tampoco llegó a conmover al público. Menos lo que vino después. El torrestrella se convirtió en piedra y lo mismo daba lo que pudiera hacer el torero de Badajoz por allí. Lo del cuarto entró en la categoría casi de milagro. Bueno el tercio de banderillas ante un toro que no podía después con la penca del rabo. Pues ahí, sin toro, sin casi enemigo, condenados a la desidia colectiva, Ferrera toreó para él. Puro temple, exquisito manejo de la muleta, suavidad inaudita para conseguir que el toro, no piensen en transmisión esto es otra cosa, pasara de largo en el viaje, se mantuviera en pie. Delicioso el ritmo, aunque aquello pareciera más una faena de campo que el momento de la verdad.
Pepe Moral sabe lo que se juega y lo dio todo en el tercero, que tuvo buena condición pero el fondo muy justo. Qué pena que no hubiera aguantado más, aunque le dio lo suficiente a Moral para mantener el crédito ganado desde la pasada temporada. La del renacer. Con dos pases cambiados comenzó el trasteo y luego se encajó en el toreo diestro, ligado y una de las tandas con lazo final a un cambio de manos de altos vuelos. Con la faena ya hecha se alargó un poquito; ya había dejado el buen concepto. El sexto hizo cosas rarísimas de salida y se fundió en las verónicas de recibo. No era nadie. En presidencia cambiaron y las esperanzas se enturbiaron con un bis más de lo mismo: descastado desde la médula. Anduvo Moral con mucho ritmo con el toro, encontrando la suavidad, los cites imperceptibles y largos los muletazos. Mucho más de lo que había hizo el de Sevilla. Mucho más debe ser capaz si a un toro le da por meter la cabeza.
Iván Fandiño también fue de la liga del paso en blanco con un segundo muy frustrante. Vacío de contenido, ni la inercia le hacía ir. El quinto viajó más en la muleta, con el poder contenido y la sensación de que en el cualquier momento se apagaría, exigía manos de seda para colaborar. El torero de Orduña anduvo menos fino en los cites, en los toques, y de ahí que no se llegaran a encontrar. Había poco percal.
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