Ferias taurinas

Cuando los de a caballo salen a pie

Sergio Galán y Leonardo Hernández pasean sendas orejas de una desigual corrida de Capea en el comienzo de la Feria de Otoño

Leonardo Hernández colocando una banderilla, ayer, en Las Ventas
Leonardo Hernández colocando una banderilla, ayer, en Las Ventaslarazon

Las Ventas (Madrid). Primera de Feria de Otoño. Se lidiaron toros de El Capea (1º, 2º y 4º), Carmen Lorenzo (3º) y San Pelayo (5ºy 6º), destacó el bravo 3º.

Sergio Galán, pinchazo, rejón atravesado (saludos); rejón entero, pie a tierra, descabello (oreja); medio rejón en buen sitio, pie a tierra, cuatro descabellos (ovación).

Leonardo Hernández, pinchazo, rejón trasero, pie a tierra, diez descabellos (silencio); pinchazo, rejón caído (silencio); pinchazo, rejón desprendido (oreja).

La décima, de Leonardo, tendrá que esperar. La novena, de Galán, también. Sólo dos orejas. Una en cada esportón. Tablas a caballo. Pacense y manchego pasearon sendas orejas en un entretenido prólogo de la Feria de Otoño en el que los aceros, romos, impidieron que ambos jinetes salieran en volandas.

La faena de la tercera llegó en el tercero. Un gran toro de Carmen Lorenzo, con las hechuras perfectas, que derrochó ritmo de principio a fin. Una apisonadora. No redujo el tranco en sus embestidas desde que ‘Artista’ lo desengañó nada más salir de chiqueros. Dos rejones de castigo para un animal que pedía uno y atacarlo de verdad con las monturas. Para soñar el rejoneo. Lo buscó con ‘Embroque’, que lo llevó muy toreado a dos pistas y con el que clavó dos farpas de mucho mérito. Citando en la corta distancia y a toro parado. Dos quiebros inverosímiles. El perla ‘Apolo’ hizo el resto. Muy templado, llevó cosido al estribo el bravo son del toro. Rejón entero y descabello para poner en su mano un trofeo.

Buscó el segundo en el quinto, con más cara que el resto de sus hermanos. Tuvo motor el toro en su salida de chiqueros, pero duró muy poco el de San Pelayo. En un palmo de terreno, redujo su ímpetu con ‘Amuleto’ y ‘Ojeda’, la estrella de su cuadra, lo bordó en los medios. Ofreciendo siempre el pecho, se lo dejó llegar muy cerca. ‘Bambino’ y ‘Óleo’, con el que incluso dejó un par a dos manos, colaboraron con buenas batidas en banderillas. Cabía la Puerta Grande, estaba en la cabeza de todos. Más aún después de colocar medio rejón en muy buen sitio. El toro sintió el acero y se tambaleó... pero se ‘amorcilló’. Se tragó la muerte y Galán marró con el verduguillo. Una. Dos. Hasta cuatro veces. Y la Puerta Grande se escurrió entre sus manos.

Había roto plaza un toro acapachado de El Capea que tuvo celo y transmisión desde que lo esperó ‘a portagayola’ el conquense sobre ese ‘Amuleto’ bayo. Declaración de intenciones en chiqueros. Lo llevó templadísimo con ‘Ojeda’ de costado, arriesgando en los cambios de pista. No apuró menos con ‘Titán’, al que le marcó el ‘Murube’ la cornada en uno de esos giros imposibles de 360 grados. El pinchazo inicial, unido a romper plaza, impidieron que la petición encontrara respuesta en forma de pañuelo blanco. Ovación.

A Leonardo Hernández no le gusta perder ni al parchís. Llegó en desventaja al sexto. Los aceros no viajaron certeros en los dos primeros de su lote. Ora el rejón, ora el descabello. El caso es que el pacense, menos arrebatador que otras tardes en Madrid, apretó los dientes y salió a por todas en el que cerró plaza. Poco importó que el ‘San Pelayo’ se aquerenciara a las primeras de cambio. Una quimera sacarlo más allá del tercio. Ahí, Leonardo se fajó y batalló en el barro hasta arañar su trofeo. Lo buscó con ahínco sobre ‘Despacio’, que templó muchísimo a dos pistas en las pocas arrancadas que regaló junto a las tablas. El albino ‘Sol’ y el carrusel de cortas al violín con ‘Xarope’ mantuvieron el interés en el tendido. Pinchó de nuevo en el primer intento el pacense, pero le recetó acto seguido un ‘rejonazo’ fulminante que invitó a la gente a pedir el trofeo y al presidente a sellar las tablas.

‘Despacio’ fue precisamente protagonista en su primero. Un toro de El Capea que tuvo movilidad de salida, pero que se aplomó en los medios y no hubo manera de que se arrancara a las monturas. Caviló Leonardo y propuso no uno, sino dos, pares a dos manos sobre el tordo. De poder a poder. En una moneda los cuatro rehiletes. Dejó un rejón trasero y tuvo que echar pie a tierra. Entonces, el descabello se convirtió en un obstáculo insalvable. Sin filo, hasta diez golpes de cruceta necesitó. Silencio.

También fue silenciado con el cuarto, al que pinchó y dejó un rejón caído después de una faena en la que tuvo que poner todo él con un ‘Murube’ paradísimo. Pisó terrenos complicadísimos tanto con ‘Verdi’ como con ‘Sol’, pero tampoco hubo premio. Sólo dos. A repartir. No salieron las cuentas para enfilar Alcalá arriba. El Otoño no fue primavera. Habrá que esperar a mayo.