Francia

El Cid, Puerta Grande en el cierre de la Feria del Arroz

Bolívar y Silveti pasearon otro trofeo con un entretenido y buen encierro de La Quinta

El diestro de Salteras, triunfador ayer, en imagen de archivo
El diestro de Salteras, triunfador ayer, en imagen de archivolarazon

La corrida del hierro santacolomeño de La Quinta que ha puesto punto y final esta tarde a la Feria del Arroz de Arlés (Francia) se saldó con el triunfo de Manuel Jesús «El Cid», que cuajó una importante faena al primero de la tarde, bravo y con interesante comportamiento como la mayoría de sus hermanos, en la que sobresalieron varias series de naturales de magnífico corte. Pasaportó al animal de una estocada entera y obtuvo una oreja.

Otra más logró del serio cuarto, con el que El Cid estuvo sublime en un trasteo en el que toreó con cadencia y temple, especialmente, en sus series en redondo. Acabó con el morlaco de una estocada casi entera y suyo fue el premio.

También tocaron pelo sus compañeros de terna. De este modo, el colombiano Luis Bolívar, que sustituyó al gravemente herido Manuel Escribano, anduvo muy solvente ante el noble segundo. Tras cuajar buenas tandas por uno y otro pitón, lo mató de estocada entera y saludó una ovación después de una petición unánime.

Sin embargo, el caleño hizo lo mejor ante el quinto. Un buen toro al que cogió muy bien el sitio para cuajar una faena de peso en la que hubo muy buenas series por ambos pitones. Mató de estocada entera y esta vez sí cayó la oreja.

Idéntico premio se llevó Diego Silveti en el esportón. Se encontró en el que cerró plaza con un astado colaborador, al que pudo cuajar por ambos pitones antes de un ajustado final por manoletinas con su sello personal. Antes, en el tercero, el azteca dejó una decorosa actuación frente a un adversario noblón y soso. Mató de media tras pinchazo.

En el coliseo romano de Arles (Francia), cuarta de la Feria del Arroz, toros de La Quinta, bien presentados y de buen juego. El Cid, oreja en ambos; Luis Bolívar, saludos tras aviso y oreja; y Diego Silveti, silencio tras aviso y oreja tras aviso. Un tercio de entrada.