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El Fandi y Cayetano abren la puerta grande sin pena ni gloria

La Razón
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Dos tercios de entrada. Toros de Hnos. García Jiménez, Peña de Francia (4º) y Olga Jiménez (5º), justos de presentación y bajos de casta. El balance de la tarde fue: Enrique Ponce, ovación y oreja tras aviso; El Fandi, oreja y dos orejas; y Cayetano, oreja y oreja.

Ningún triunfador de Madrid en los carteles. Entre el toreo caduco y el auténtico hay casi la misma diferencia que entre una metáfora de Credo y una de Echegaray. ¿Qué tal si en lugar de Ponce, El Fandi y Cayetano hubieran toreado Morenito de Aranda, Escribano y López Simón con una ganadería distinta?

Ponce, con su primero, estuvo de perfil, aseado y con una tauromaquia con forma, pero sin fondo; lo mismo que su enemigo, sin fuerza, y bajo de casta. El cuarto, con el hierro de Peña de Francia, permitió al valenciano trazar algunas tandas emotivas que encontraron respuesta en los tendidos.

El Fandi estuvo variado con el capote y las banderillas. Con la muleta, hubo pasajes que recordaron más al atleta que al torero. Al quinto, El Fandi no lo banderilleó como Joselito El Gallo, pero dio espectáculo. Intentó el torero, pero pronto recurrió al efectismo; o sea a algo que tiene que ver con el toreo, pero que no lo es. La voluntad de agradar no hay quien se la discuta.

La faena de Cayetano al tercero tuvo buen concepto, pero no hubo emoción y la reunión entre toro y torero no existió. En el sexto, el toreo como lo definió Belmonte no tuvo lugar; ni el toro ni el torero lo sintieron.