Toros
El futuro está en sus manos
Deslumbrante toreo al natural de Roca Rey y soberbia actuación de Garrido. Ambos, en compañía de Adame, salieron a hombros. Gran corrida de Cuvillo.
Olivenza. Domingo, 6 de marzo. Corrida matinal. Se lidiaron seis toros de Núñez del Cuvillo, de gran juego en general. Destacaron el tercero por su excepcional clase, y el cuarto, bravo y noble. Ambos fueron premiados con la vuelta al ruedo en el arrastre. Más de tres cuartos de plaza.
– Joselito Adame, de blanco y plata, estocada caída (oreja); y gran estocada recibiendo (dos orejas).
– José Garrido, de grosella y oro, estocada caída (dos orejas); y estocada trasera y tendida (oreja).
– Roca Rey, de rosa palo y oro, estocada (dos orejas y rabo); y pinchazo y estocada (ovación).
Fue increíble. Esperábamos al torero joven que quiere comerse el mundo y desde luego que se lo comió con su valor sereno, con su dominio de las distancias cortas, con sus pases cambiados, arrucinas y demás suertes espectaculares, pero todo quedó en un segundo plano cuando emergió, como una aparición, aquel esplendoroso toreo al natural. Porque Roca Rey, para dar respuesta a la excepcional clase del tercer toro de Núñez del Cuvillo, desgranó con su mano izquierda no menos de quince muletazos verdaderamente apoteósicos. Con un trazo soberbio, con un temple exquisito, con una estética impecable y con una lentitud de locura. Un toreo de maravillosa caricia que estremeció al gentío, conmocionado ante la más flagrante demostración de lo que es el arte de torear. Así se presentó el peruano Roca Rey en la plaza de Olivenza.
El otro gallo de la tarde fue José Garrido, que nos puso a todos temblando mientras los pitones del toro le rozaban el cuello en un quite por gaoneras de rodillas. Tras el riesgo extremo llegó el toreo puro, de muleta baja y muy planchada, de ajuste entre toro y torero, de ligazón impecable y remates perfectos, con pases de pecho a la hombrera contraria. Muy serio, muy capaz, muy torero y en evidente progresión técnica, José ofreció una gran tarde frente a dos toros de buena condición, pero que mejoraron en sus manos.
Junto con el de Roca Rey, el otro toro excelente de la gran corrida de Cuvillo fue el cuarto, que le correspondió a Joselito Adame. Una máquina de embestir que aprovechó el mexicano para construir una faena vibrante, de mucha ligazón, de incuestionable entrega, pero abundando en ese toreo moderno que consiste en esconder la pierna contraria y abrir mucho las piernas para alargar el muletazo. La estocada, recibiendo, fue extraordinaria, y Joselito acompañó en hombros a dos jóvenes de futuro esplendoroso. Que la suerte les acompañe...
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