San Blas
El Juli pone los valores del toreo como ejemplo de superación
LA RAZÓN fue ayer de Julián López «El Juli». El matador de toros madrileño visitó la sede de este diario para realizar una defensa, de las de capa y espada, de la Fiesta Nacional a través de su vivencia, la experiencia propia del que ha mamado el toreo durante veinte años, quince de ellos como matador de toros.
LA RAZÓN fue ayer de Julián López «El Juli». El matador de toros madrileño visitó la sede de este diario para realizar una defensa, de las de capa y espada, de la Fiesta Nacional a través de su vivencia, la experiencia propia del que ha mamado el toreo durante veinte años, quince de ellos como matador de toros. Valores de familia, todo un manual de vida, que sirvió para asentar la construcción de una carrera que no para de dar frutos cada tarde en el ruedo de una plaza de toros. «El toreo, ese arte, que nos mueve a todos los artistas a la evolución y al sacrificio necesario para sentir lo más grande de esta profesión: dominar a un toro, sentir que le impones el ritmo, la velocidad y la profundidad que tú sientes».
«Podría hablar horas de vivencias, triunfos, fracasos, cornadas...», desglosó en pinceladas de una carrera, caleidoscopio de imágenes que, en este 2013 se han condensado de una tacada. «Todo esto me alimenta para expresarme en el ruedo y en la vida, ayudado por un entorno familiar soñado, en el que mi mujer Rosario me aporta la tranquilidad, el apoyo, la comprensión y la estabilidad necesaria para un artista», reconoció antes de definirla junto a sus hijos como «el eje» de su vida, de «este patrimonio cultural único, esta forma de vida que es la Tauromaquia».
Una vereda que comenzó «hace treinta años en el barrio madrileño de San Blas». «Siempre he creído en la vocación y desde pequeño tuve clara cuál era la mía: ser torero; por esa vocación he luchado para intentar no defraudar a todos lo que apostaron por mí», afirmó en un discurso en el que jugaron un papel importante familiares como su añorado abuelo y su padre. «Es la persona que más ha influido en mí y que me ha enseñado todo lo que significa ser torero, valores, que son los que me han ayudado a crecer personal y profesionalmente», agradeció antes de hacer una última mención «al maestro Gregorio Sánchez, el primer valedor».
Admiración por América
«gran parte de lo que soy a día de hoy se lo debo a México»
Encontrada su verdadera vocación, El Juli no tardó en dar el paso definitivo en pos de su pasión: «Con catorce años, una maleta llena de sueños y estas ideas rondándome la cabeza, me fui a México, a la aventura, a emprender mi camino». Sin duda fue «una de las decisiones más difíciles y duras» de su vida. «Me apartaba del eje fundamental de mi familia, mi madre; la persona que no sólo me ha dado la vida, sino la razón de ser y ejemplo que ha sido mi referencia para enfrentarme a cualquier situación que me ha planteado la vida, por muy dura que fuera». Por ello, «sin madre y hermanos cerca pasaron meses angustiosos a la espera de esa ansiada oportunidad» que me cambiara la vida. «Y esa oportunidad llegó... la Plaza México... la más grande y una de las más especiales del mundo, me abrió sus puertas y tuve la suerte de poder expresar mi intuición de la tauromaquia y de mostrarla ante un público que se entregó por completo conmigo; el indulto de Feligrés superó mis sueños y marcó mi camino en adelante». Desde ese momento, «el salto fue brutal». «Cerca de 90 novilladas hicieron que, a día de hoy, pueda decir que gran parte de lo que soy se lo debo a México. De ahí mis constantes alusiones a la afición mexicana, porque evidentemente como torero nací allí», aseguró en un discurso seguro y emotivo, propio de la figura del toreo actual que demuestra cada tarde en esa danza de arte efímero con la muerte con el toro como fiel enemigo de hieles y mieles.
Roberto Domínguez
«Me hizo entender que merece la pena luchar por los ideales de cada uno»
«No puedo olvidar que todo esto no habría sido posible sin el toro, mi gran compañero en este viaje diario», quiso recordar el torero madrileño. No obstante, «después de más de 1.400 corridas de toros sería ridículo detenerse en cada uno de los éxitos, aunque sin duda haya que destacar esos toros especiales que han marcado mi evolución», alabó instantes antes de recordar a su actual apoderado, escolta perenne dentro y fuera de la plaza de toros, que llegó después de «la ayuda de personas como Victoriano Valencia, Manolo Lozano o Raúl Gracía «El Tato». «Roberto Domínguez apareció en un momento de cambios, tras la tarde del toro ''Desván'' en Vistalegre, que me generó una inquietud tan grande que empezó a cambiar mi vida, buscando la tauromaquia que ahora poseo y que hizo, en su momento, cambiar la opinión y el sello que aficionados, público y críticos se empeñaban en adjudicarme», reconoció valorando la labor de su mentor. «Fue la figura que me hizo entender que merece la pena luchar por tus ideales, que las pérdidas que supone en unos aspectos ser fiel a ti mismo, compensan con la realización personal y con el respeto y la categoría que una persona debe tener en la vida», reflexionó ajustando el discurso a su actual filosofía de vida. «Con él llegue a Madrid y cumplí el verdadero sueño de mi vida taurina. ''Cantapájaros'', otra vez de Victoriano del Río, me brindó el temple y la clase para que me rompiera y me expresara para que, por fin, sintiese en Madrid ese toreo que tanto buscaba y el reconocimiento que anhelaba», recuerdos de esa Puerta Grande venerada. Las Ventas. Madrid. El cielo.
La tarde de su alternativa
«Aquel día mi vida dio un giro radical en el que desapareció el anonimato»
En este recorrido por su trayectoria como matador de toros, Julián también quiso echar la vista atrás a uno de los días soñados por todo torero: la alternativa. «Aún recuerdo las palabras del maestro Manzanares al salir el sexto toro, de la ganadería de Daniel Ruiz, el día de mi alternativa, hace 15 años, en Nimes y con TVE como testigo: ''¡Julián la tarde es tuya!''... Y yo me pregunté: ''¿Con dos figuras del toreo y resulta que la tarde es mía?''. Pues sí, la tarde era mía. La tarde y el toreo!», recuerda hoy consciente de que no olvidaría aquella jornada. «Aquel día mi vida dio un giro radical, desapareció el anonimato y la gente me esperaba en los hoteles, me paraban por la calle... Con sólo quince años tenía la responsabilidad sobre mi carrera, y también, y sobre todo, la responsabilidad por todo lo que giraba en torno a mí: familia, cuadrilla... e incluso yo mismo», analizó.
Comprometido
«Mis inquietudes más allá del ruedo están en mi fundación»
Esa constante responsabilidad «se acrecentó asumiendo una inquietud que iba más allá del ruedo, una idea importante se materializó con el paso del tiempo:la Fundación El Juli». Un proyecto que «nació para desarrollar proyectos y actividades que fomentasen la tauromaquia, sobre todo entre los jóvenes, con plena dedicación en la ayuda de los nuevos valores del toreo, a través del patrocinio de varios certámenes de promoción o con la donación de capotes, muletas, trajes de luces... Pero, sobre todo, con la creación, hace cinco años, de la Escuela Taurina, que en poco tiempo ha conseguido dar unos resultados formidables, asumiendo la formación y promoción de jóvenes novilleros de España, Francia y Latinoamérica».
Asimismo, El Juli no quiso olvidarse de una leyenda del toreo que hace apenas dos semanas dejaba este ruedo de la vida a la hora de definir su concepto del toreo. «Es costumbre taurina encasillar a los toreros desde su inicio entre los dos pilares básicos de la tauromaquia, Joselito o Belmonte, entre el dominio y la profundidad, pero a mí nunca me gustó el encasillamiento, por eso me sentí reconfortado al escuchar al maestro Pepe Luis Vázquez, recientemente desaparecido, decir que el toreo era el compendio de inteligencia y corazón: inteligencia para entender al toro y la técnica del toreo; corazón para expresarla. Pues bien, esta reflexión me abrió el camino para encontrar mi propia tauromaquia», recordó antes de concluir con un guiño a todas esas personas que han hecho posible este sueño que comenzó hace veinte años: «A ellos, que lo saben, gracias porque sin ellos yo no soy nada: todos hacemos el toreo».
Tras la intervención de «El Juli», el torero ha respondido a las preguntas de tres periodistas: Gloria Lomana, directora de informativos de Antena 3; Javier González Ferrari, presidente de Onda Cero, y Francisco Marhuenda, director de LA RAZÓN.
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