Papel
El nuevo enciende la mecha
López Simón tuvo una tarde importante tarde aunque sin trofeos y El Fandi cortó una oreja
- Málaga. Séptima de la feria. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, el 4º, de Victorino del Río, desiguales de hechuras y juego. El 1º, humillador y serio; el 2º, descastado; el 3º, encastado; el 4º, alegre y noble; el 5º, áspero y bruto; y el 6º, deslucido. Más de media entrada.
- El Fandi, de grana y oro, estocada y descabello (silencio); y estocada (oreja).
- Sebastián Castella, de grana y oro, estocada corta trasera (silencio); y estocada corta, cuatro descabellos (silencio tras dos avisos).
- López Simón, de grana y oro, pinchazo y estocada caída (vuelta tras aviso); y estocada y descabello (ovación tras aviso).
Hasta la salida el tercero de la tarde todo eran excusas con el toro como víctima propiciatoria. O sea, la culpa era siempre del de los cuernos. Fue entonces cuando salió un castaño bien puesto de pitones y con cara de listo, al cual le hizo frente un torero que se hace llamar Alberto López Simón. Y le hizo frente con un valor limpio de artificios, muy de verdad, que quedó patente desde el principio de una faena admirable. Iniciada con unos estatuarios emocionantes, alcanzó en redondo su momento crucial cuando el toro, muy humillador, buscó los tobillos del torero queriéndoselo comer. Fueron dos tandas asfixiantes porque el toro tenía carbón y el chaval no cedió terreno, no dudó un instante, no movió una zapatilla. Y el enemigo, desengañado ante la serenidad de su rival, perdió la aspereza y ganó temple, sacó el buen fondo, y el torero lo toreó muy centrado, asentado y firme. Sólo la espada (no sabe entrar a matar) emborronó una faena de las de verdad. Ante la actitud del nuevo, los más veteranos apretaron el acelerador cada uno a su manera. El Fandi, muy por debajo de la nobleza del toro que abrió plaza, le dio fiesta al cuarto de la tarde, alegre, noble y repetidor. David, siempre fácil con el capote y portentoso en banderillas, construyó una faena muy voluntariosa, espectacular con su apertura de rodillas en los medios, y vertiginosa en varias series ligadas, vibrantes, pero de muleta altísima y banderazos de todos los colores. Le dieron, vivir para ver, una oreja.
Después, imagino que picado en su orgullo tras pasar de puntillas en el primer turno ante un toro de poca raza, Sebastián Castella se jugó la vida con un armario empotrado de Victoriano del Río. Los dos pases cambiados con los que arrancó la faena fueron de un riesgo extremo, y su labor, poderosa y seria, tuvo un mérito yo creo que poco reconocido. Mucho más cuando, al final, se atascó con el descabello.
Para cerrar plaza salió un toro áspero al que López Simón volvió a meter en cintura con una quietud pasmosa, con una calma inquietante. Por encima otra vez de su oponente, demostró que es un torero bastante más interesante que muchas medianías que asolan el escalafón.
Antes de entrar a matar, un aficionado alzó la voz para protestar por la corrida de Fuente Ymbro, con varios toros ciertamente muy fuera de tipo. No sabía el hombre que la señora presidenta rechazó hasta cuatro ejemplares impecables, dos de ellos aprobados en Sevilla hace cuatro meses. Ella es así...
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