Ferias taurinas
El poderoso influjo del efecto Roca
El Juli y López Simón salen a hombros tras cortar dos orejas cada uno
Valencia. Octava de la feria de Fallas. Se lidiaron cuatro toros de Garcigrande, el cuarto corrido como sobrero, y dos, quinto y sexto, de Domingo Hernández, cómodos, nobles y manejables. De las cuadrillas destacaron Álvaro Montes y Javier Ambel. Lleno.
El Juli, de nazareno y oro, pinchazo, entera (ovación); entera (oreja); y metisaca, pinchazo, media y descabello (oreja).
López Simón, de purísima y oro, entera (oreja); pinchazo, entera (oreja tras aviso); y entera (silencio).
No acabó la corrida del jueves cuando las mulillas arrastraron al último toro. Lo hecho por Roca Rey, que ha sacudido con enorme potencia el panorama taurino, seguía siendo ayer la comidilla de los aficionados y lo hecho por el diestro peruano tuvo una gran influencia en el octavo festejo del abono. No sólo en los diestros actuantes, que salieron muy arreados y dispuestos a que se hablase tanto de ellos como se está haciendo de su colega andino, sino entre el público, predispuesto a vivir otra gran tarde de triunfo y que lo vio todo como con una lente de aumento. Porque lo sucedido en el ruedo no se correspondió en buena parte con lo aplaudido y premiado desde el tendido. Y eso que la corrida de Garcigrande y Domingo Hernández, más cómoda que lo hasta entonces visto en este serial, dio para que, en efecto, se pudiese alcanzar el éxito sin que mediase el poderoso influjo del efecto Roca.
La corrida alcanzó su cénit con el quinto, cuando López Simón propició un pique en quites y tras un farol de rodillas, El Juli le contestó con unas lopecinas que volvieron loca a la gente. Llegados a ese punto ya valió todo. Si el toro, que tuvo recorrido y fijeza, tocaba el engaño, que lo tocaba, que si el torero imprimía mucha velocidad a su muleteó, que también, o si le salían naturales largos templados y hondos. Que los hubo. Todo se daba no por bueno sino por excelso. Y todo se aplaudía. Y hasta se le concedió una oreja tras matar bastante mal.
Antes se vio a un Juli decidido no a mantener su estatus: dispuesto a todo trance a que su categoría aumentase con un nuevo gran triunfo en plaza y feria de primera. Y lo dejó claro ya con las verónicas con las que recibió a su primero, toro que empujó en el caballo y que perdió las manos al salir de la jurisdicción del piquero. Le dio el torero confianza y oxígeno para luego, con su abrumadora capacidad, irle bajando la mano progresivamente, luciendo sobre todo al torear en redondo, inmóviles las plantas. Al natural la cosa no funcionó y tras un desarme al echar el toro la cara arriba, desistió por ese lado, evitando problemas. Le ahorró castigo en varas a su segundo, que llegó muy vivo y con cierta brusquedad a la muleta, enganchando a El Juli por la chaquetilla en un pase de pecho al tirarle una tarascada que le pudo arrancar la cabeza. Eso espoleó al torero madrileño, que herido en su amor propio se esforzó por apurarle en un trasteo más de garra y corazón que de cabeza.
Vino a por todas
También López Simón quiso demostrar que venía a por todas y lo dijo alto y fuerte en el ajustadísimo quite que hizo al toro de El Juli que abrió plaza. Se lució luego en su primer turno al veroniquear a pies juntos. Dejó sin picar a su primer oponente, que llegó crudo y entero al último tercio, en el que buscó la emoción arrimándose como un desesperado, pero también colocándose muy encima del astado. Fue desarmado un par de veces a lo largo de una labor que tuvo sus altibajos pero que fue premiada al matar con facilidad.
Voluntad y ganas
Con el sobrero que hizo cuarto, abanto y suelto, enjaretó hasta seis derechazos arrodillado en la boca de riego. Ya erguido muleteó con cierta violencia, dando muchos tirones y decantándose por una vertiente efectista, que llegase pronto al público, en un trasteo bastante desordenado y como a saltos, muy desestructurado, de aquí te pillo aquí te mato, rebañando una oreja facilona y muy generosa si se tiene en cuenta que la estocada final fue defectuosa. Tampoco hubo mucho orden ni concierto en la faena al sexto, que empujó en varas y tuvo nobleza y buen son. Hubo que esperar a la tercera tanda con la derecha para que hubiese ligazón y templanza y al natural sólo se pudo ver algunos aislados de buena factura. El resto se fue en voluntad y más ganas que otra cosa.
El cartel de hoy
Matinal: Toros de Fermín Bohórquez para Andy Cartagena, Diego Ventura y Lea Vicens.
Vespertina: Toros de Cuvillo para Ponce, Castella y David Mora.
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