Feria de San Isidro
El toro y la bravura
El toro bravo de hoy es el fruto del paso, de un toro que de forma natural defiende su territorio y por ello que ataca de manera fiera pero que una vez castigado y sometido huye y que tiene el mismo comportamiento al resto de animales que conocemos, atacan pero después huyen del castigo, a ese otro toro que defiende su terreno, que ataca y acomete y que cuando es castigado y cuando se le somete no huye, no se amansa, sino que lucha, se crece a tal castigo y transforma su acometida inicial en embestida. Eso es la bravura, todos los animales atacan pero cuando se les castigan huyen, solo el toro bravo se crece al castigo. La bravura me emociona, me excita, la admiro.
¿Y cómo se consigue esa bravura? Ahhh qué difícil, días pasados oí a un periodista, y no es que tenga nada contra ellos, que decía: «¡Ay, la mansedumbre! ¡Qué plaga! ¿Por qué será?» Y yo me dije: ¿Qué por qué será? La pregunta sería al revés, ¿por qué será la bravura? La mansedumbre es lo normal, lo que hacen todos los animales, lo lógico, huir despavorido cuando se les castiga o cuando se les somete, lo natural, desarrollar el instinto natural de supervivencia.
Pero no, la bravura no es natural, claro que no, la bravura es artificial, es excepcional, es la que hace del toro bravo un animal único e irrepetible.
La bravura es fruto del trabajo del hombre que a través de un proceso de selección ha conseguido que un animal se comporte en contra de su propio instinto natural. La bravura no solo es artificial sino que nace de le mente de un hombre.
El hombre lleva años criando toros y tratando de hacer que esos toros sean bravos, y hay dos motivos fundamentales para la aparición del toro bravo como lo conocemos hoy, por un lado el ganadero que cría el toro y que crea la bravura, y de otro el toreo que va evolucionando y que exige en su evolución más bravura.
San Isidro es, ante todo, un examen de la bravura para el ganadero.
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