Ferias taurinas

La madurez de Ferrera cala en Madrid

Antonio Ferrera, que lució un vestido de Victorio y Lucchino, torea por la derecha y sin la ayuda al cuarto
Antonio Ferrera, que lució un vestido de Victorio y Lucchino, torea por la derecha y sin la ayuda al cuartolarazon

Las Ventas (Madrid). Tradicional Corrida Goyesca. Se lidiaron toros de El Cortijillo y Lozano Hermanos (1º, 5º y 6º), muy desiguales de presentación. Con genio, el 1º; de buen fondo, 2º; mansito pero manejable, el 4º; encastado, el 6º; y desrazados, 3º y 5º. Menos de media entrada.

Antonio Ferrera, de aguamarina y plata con coral, estocada muy baja (palmas); estocada trasera (oreja).

Morenito de Aranda, de sangre de toro y negro, estocada (oreja); estocada casi entera, aviso, seis descabellos (silencio).

Alberto Aguilar, de blanco y negro, pinchazo, aviso, descabello (saludos); estocada desprendida, aviso, descabello (oreja).

Madrid, Madrid, Madrid. El 2 de mayo castizo volvió a latir ayer al son de su tradicional Corrida Goyesca. Guinda perfecta para culminar una jornada con tiempo para los recortes –nada que ver con los monetarios–, el pasacalles, el desfile de carruajes y los vestidos de majos y majas. Por algo se decidió unificar el cartel anunciador, confeccionado por Mikel Urmeneta. Festejo y festividad unidos. Y es que en su Día de la Comunidad, Madrid respira toros. Para la ocasión, una terna con tres nombres –Antonio Ferrera, Morenito de Aranda y Alberto Aguilar– de interés para el aficionado y como tal, cada uno en su estilo, no decepcionaron. Otra cosa bien distinta sucedió con la materia prima de la familia Lozano. Muy desigual, en su presentación, una escalera, y en su juego, mejores segundo y sexto.

Ferrera sorteó primero un colorado muy serio por delante. Enseñaba las puntas. No tuvo fijeza alguna en toda su lidia. No paró quieto un segundo. Trató de atemperarlo en la muleta, dejándolo a su aire y sin someterlo, pero no hubo manera. A la mínima relajación, el animal tomaba las de Villadiego. Al final, en el tercio del «3», logró robarle dos tandas más ligadas, pero sin que la mecha prendiera. Mató de estocada baja. En el cuarto, muy protestado, se inventó él la faena. De torero con poso. Nadie daba un duro por el toro. Y tras banderillearlo con efectismo, allá que volvió al «3», junto a chiqueros. A favor de querencia, el burel la tomó de buena gana y la intensidad se disparó en dos buenas tandas al natural. Algunos larguísimos. Se deshizo de la ayuda y otras tres series más por la derecha. Muy buenas. Tirando del toro, corrió la mano en muletazos limpios, profundos, cargados de sorpresiva emoción. Todo muy sincero. Bellísimos los cambios de mano. Uno, interminable. Una estocada trasera y algo tendida hizo el resto. Oreja de ley.

Morenito de Aranda era el único que repetía con respecto a la Goyesca del curso pasado. Dos vueltas al ruedo, aquel día. Ayer, a la primera, cayó la oreja. Recibió con gusto al segundo, anovillado y mal presentado, pero que tuvo mucha suavidad en sus embestidas. Un ramillete de verónicas cargando la suerte y ganando terreno al animal hasta sacárselo a los medios. Allí remató con dos buenas medias. La realidad es que este «Gaitera» le iba como anillo al dedo al toreo a Morenito. Dulzón y con buen fondo, permitió que el burgalés tejiera una faena algo irregular, pero con mucho gusto. Las tandas, en redondo casi todas, se sucedieron y fueron cayendo buenos muletazos sueltos, pero sin rotundidad, que salpicó de remates muy estéticos en trincherazos y pases de pecho. Mató de estocada algo desprendida, pero de efecto fulminante, que animó la petición y el pañuelo afloró. Todo lo contrario se puede decir del quinto, muy deslucido y a contra estilo, con el que Morenito tampoco se quiso dar demasiada coba pese a tener la puerta grande entreabierta.

Alberto Aguilar regresaba a Las Ventas aún con el regusto de su fabulosa tarde en 2012 con la de Victorino Martín. Importantísima. El madrileño se hizo notar desde el primer momento. Tres chicuelinas de mano baja con gusto y una vistosa larga para rematar el quite al segundo. En su lote, topó con el desrazado tercero, muy deslucido. En el sexto, muy encastado, el trasteo fue un tobogán que cobró enjundia gracias a la serie final de derechazos y el epílogo por ayudados rodilla en tierra, muy torero. Pese a la tardanza del toro en doblar, la petición fue mayoritaria y el justo reparto de trofeos se consumó. Eso sí, ¡qué bien estuvo Ferrera con el cuarto!