Fallas 2013

La paciencia como rutina y monserga

El poco juego de los toros de Alcurrucén desluce la actuación de la terna en el sexto festejo de Fallas. Valencia. Sexta de la Feria de Fallas. Se lidiaron toros de Alcurrucén, muy bien presentados pero mansos y muy deslucidos. El 5º tuvo algo más de empuje. Un cuarto de entrada.. - Diego Urdiales, de turquesa y oro, estocada entera atravesada, dos descabellos, aviso (silencio); media estocada, dos descabellos (silencio).. - David Mora, de sangre de toro y oro, dos pinchazos hondos, aviso (ovación); pinchazo, estocada (ovación).. - Jiménez Fortes, de verde hoja y oro, estocada entera atravesada, entera, descabello, aviso (ovación); estocada entera, tres descabellos (silencio).. - De las cuadrillas destacaron El Puchi, José Manuel Zamorano y Félix Jesús Rodríguez.

Jiménez Fortes da un muletazo con la mano derecha al tercero
Jiménez Fortes da un muletazo con la mano derecha al tercerolarazon

Tampoco la tercera entrega del invento que Simón Casas bautizó como Feria de los Encastes funcionó. Los «Núñez» de Alcurrucén, una de las ramas de la cabaña brava española más en forma en las últimas temporadas, salieron en clave mansa.

Tampoco la tercera entrega del invento que Simón Casas bautizó como Feria de los Encastes funcionó. Los «Núñez» de Alcurrucén, una de las ramas de la cabaña brava española más en forma en las últimas temporadas, salieron en clave mansa y deslucieron este sexto festejo del abono fallero. Una función en la que, por otra parte, se volvió a poner de manifiesto el hábito que han adquirido los toreros de estar muchísimo rato ante el toro. Si el escritor y polemista inglés Thomas de Quincey consideraba el asesinato como una de las Bellas Artes, la torería actual, que no se plantea tan alta disquisición, ha tomado esta virtud como principal argumento para intentar sacar algún partido de sus oponentes.

Faenas que, ante el poco empuje o mala condición del ganado, ya se adivinan de nulo o imposible lucimiento, se alargan de manera innecesaria en busca de una justificación que se agradecería más abreviando. No es raro, por tanto, que suenen tantos avisos, algunos enviados antes incluso de entrar a matar, y que las corridas se eternicen y duren una barbaridad.

La condición de los toros de los hermanos Lozano, por ejemplo, no precisaba tanto empeño estéril. Mansos, descastados, sosos y muy desentendidos, no fueron el mejor escaparate de una de las ganaderías modelo de la actualidad.

El lidiado en segundo lugar, aunque justo de fuerza, tuvo mejor estilo y permitió a David Mora –que se había hecho ovacionar con fuerza al quitar con unas ceñidísimas gaoneras al toro que abrió plaza– dejar un trasteo a media altura y templado, sobre todo por el pitón derecho, sin forzar más de la cuenta a un toro que se arrancó de lejos y galopando en la primera mitad de su lidia. El quinto, que recordaba al famoso y célebre toro «Ratón» por su pinta, tuvo un trote cochinero ya de salida, sin querer saber nada del mundo que por entonces le rodeaba. Acometía al paso, con cierta violencia y en cortas embestidas, dejando que fuese Mora el que llevase el peso de la pelea, arriesgando mucho en un trasteo irregular en el que el valor fue su principal arma.

El primer toro que correspondió a Jiménez Fortes huía de su sombra, frenándose en el capote y sin ninguna fijeza. Manseó todo lo que pudo en el caballo y saltó al callejón ya con banderilas puestas. En el último tercio, tras titubear un poco, embistió con aparentes ganas y su matador aprovechó para componer muletazos de mano baja que no gustaron nada al animal que se plantó, aunque el malagueño, a base de aguante, rebañó todavía un quehacer tan largo como esforzado que malversó con el estoque. Tampoco quiso cuentas con nadie el castaño que cerró plaza. Embistió a oleadas, sin constancia y sin clase, echando la cara arriba y desparramando la vista. Imposible.

A fuerza de mucha insistencia sacó Diego Urdiales algunos naturales de buen trazo pero, pese a sus muchos requerimientos no encontró respuesta de la parte contraria. Como tampoco hubo entrega ni disposición en el cuarto, que quiso siempre quitarse de encima la muleta sin que la larga labor del torero riojano dejase recuerdo alguno.