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Alcalá de Henares

Luis Miguel Encabo: «Te martirizas si has hecho menos de lo que podías”

Una buena tarde en Las Ventas en septiembre le puso de nuevo en boca de todos

Luis Miguel Encabo, en las calles de Alcalá de Henares
Luis Miguel Encabo, en las calles de Alcalá de Henareslarazon

Tiene 18 años de alternativa como matador de toros. Un veterano de los ruedos. De la tierra, de Alcalá de Henares, y de Madrid. Su plaza. En la que recobró la ilusión y el sitio en una tarde a finales de esta temporada. Después de estar muy bien situado en la profesión durante años, le llegaron las vacas flacas. En ese cambio de rumbo, Encabo es el de siempre. Clarividencia para ser y estar.

–¿Una tarde en Las Ventas es capaz de cambiar tantas cosas?

–Cambia la percepción de la gente que vuelve a saber que estás ahí, yo sí lo sabía.

–¿Le ha fastidiado la crisis?

–Sí, mucho. Las grandes figuras han bajado el número de festejos y en las grandes ferias se ha notado, pero no tanto. El problema es que ese segundo circuito en el que nos hemos movido muchos toreros, casi ha desaparecido y de torear 20 o 30 corridas hemos pasado a dos o tres.

–Pero ha habido toreros que sí han toreado mucho.

–Sin duda, a golpe de triunfo más triunfo. Cuando los toreros nos quedamos parados influye si has sido capaz de triunfar o no.

–¿Valen más los triunfos antes o ahora?

–Antiguamente con una llamada a la puerta, ya fuera una oreja en Madrid, se te abrían muchas puertas. Ahora tienes que llamar muchas veces a la puerta para meterte en el circuito.

–¿Y cómo sobrevive una economía a estos devaneos profesionales?

–No tengo grandes pretensiones y cuando ganaba no lo gasté todo.

–Entre los taurinos se habla mucho del olor del patio de cuadrillas de Las Ventas. ¿El miedo huele?

–No sé cómo puede oler el miedo, porque no hay uno solo, hay muchos tipos de miedo y en un patio de cuadrillas sí se refleja. Llevo unos 56 paseíllos en Madrid y al final se tiene una sensación ambigua. Por un lado es lo que más deseo y cuando me estoy vistiendo, pienso en el mal rato que estoy pasando y qué necesidad. Al día siguiente cuando me levanto quiero vivir de nuevo ese cosquilleo.

–¿Qué es lo que más le preocupa cuando se ve anunciado?

–Las preocupaciones van cambiando. Antes me preocupaba por el viento, si llovía, si pasarían los toros en el reconocimiento...

– ¿ Y ahora?

–Ahora sé que tengo dos toros y que hay muchos problemas que no voy a poder solucionar y por tanto no debo preocuparme. Sí por estar preparado y sicológicamente bien para poder alargar mi ciclo de torero.

–¿Tan importante es el momento emocional?

–Los toreros somos muy transparentes cuando estamos delante del toro.

–¿Es necesaria ayuda profesional?

–Yo no he necesitado ayuda, pero sería bueno porque en eso estamos estancados. Por ejemplo, ahora en el centro de alto rendimiento Iván Fandiño entre los profesores de diversas disciplinas, también hay un sicólogo que les ayuda a saber medirse o controlar la autoexigencia.

–Diría que los toreros son fuertes emocionalmente.

–Mucho, se aguanta una presión increíble. Pero en esas citas vitales para tu carrera, aprendes a quitarle importancia y valorar las cosas en su justa medida.

–Una tarde mala, ¿le amarga?

–Si ha ocurrido algo que está fuera de mi alcance, asumo, pero si te das cuenta de que si hubieras hecho otra cosa el resultado hubiera sido distinto... Ahí sí que te puedes martirizar.

–¿Cómo se lleva con los aduladores?

–Yo creo que al final escogemos a personas cerca que nos digan lo que se acerca a la realidad, aunque sea duro, porque es lo que te hace avanzar.

–¿Van y vienen según los triunfos?

–Por supuesto. Están los de siempre y se suman si toreas más o menos. Pero hay que ser inteligente y a ese tipo de gente cuando se van darles las gracias por los servicios prestados.

–¿Las cornadas vienen por errores?

–Creo que sí, o por casuística, un resbalón, un cruce... La mente tiene que solucionar cualquier eventualidad.

–¿Qué se siente cuando se domina un toro que ronda los 600 kilos?

–La primera sensación es de tranquilidad porque tienes enfrente a un animal salvaje, poderlo e intentar torearlo es grandioso y si además sientes que tiene eco arriba... Eso es lo que te engancha.

–Pero la línea del triunfo es muy delgada.

–Es el criterio de 24.000 personas. A veces escuchas un runrún y sientes que no está calando. Unas veces llevas razón tú y otras estás equivocado y estás perdiendo la batalla para la que te has preparado.

–¿Escucha lo que dice el tendido mientras torea?

–Antes más que ahora. Procuro abstraerme. De novillero banderilleé un novillo mal y un tipo que estaba en el tendido me llamó chorizo. Me sentó fataL porque yo no estaba robando. Con la montera fui a decirle quién era más chorizo de los dos, le pegué dos pases cambiados al toro y aplaudía a rabiar. Con esto te digo que no sólo oímos sino que podemos llegar a localizar.

–¿Cuál ha sido su mayor triunfo?

–Mi decisión de ser torero.

–¿Y si hablamos de fracasos?

–No tengo sensación de haber fracasado, aunque eso no significa que no haya tenido tardes malas. Fracaso sería haber llegado a un patio de cuadrillas sin estar preparado. Otra cosa es que no haya estado bien, pero los deberes estaban hechos.

–Ha tenido temporadas de torear muchísimo y las tres últimas apenas se vistió de torero. ¿Cómo se digiere eso?

–No es fácil ver cómo salen los carteles de Madrid y no estás. Me ha ayudado confiar en mí y seguir entrenando.

– ¿Qué espera de 2015?

–Que cuando llegue el mes de diciembre esté fan feliz y contento como ahora. Estar feliz es más importante que un coche de alta gama.